Pobreza y vulnerabilidad. Una reflexión sobre el tipo de Estado que necesitamos

Pobreza y vulnerabilidad. Una reflexión sobre el tipo de Estado que necesitamos

El pasado 10 de agosto el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (CONEVAL) dio a conocer las estimaciones de pobreza multidimensional 2022 a nivel nacional y por entidad federativa. Sin duda, los resultados de estas mediciones son relevantes, primero, por la consolidación del prestigio que ha logrado el CONEVAL desde su creación en cuanto a su consistencia técnica y autonomía en su quehacer por lo que hacen de estos resultados un dato creíble y metodológicamente consistente. Segundo, porque después de una crisis mundial generalizada provocada por la pandemia del COVID-19 es importante saber hasta dónde la sociedad mexicana se vio afectadas y si ya estamos en recuperación, y tercero, tal vez el más esperado política y mediáticamente, es observar cuál ha sido impacto que han tenido los programas sociales del actual gobierno, bajo su slogan de «Primero los Pobres».

El informe nos da buenas noticias; entre 2018 y 2022, el porcentaje de la población en situación de pobreza multidimensional a nivel nacional pasó de 41.9% a 36.3%, lo cual significa que 8.9 millones de mexicanos salieron de la pobreza. En el caso de Aguascalientes este porcentaje se redujo de 28.9% a 23.7%. La misma definición la pobreza señala que ésta tiene diferentes causas y desde luego, superarla requiere de distintos factores tanto en el ámbito personal, institucional territorial y desde luego por el tipo y carácter del Estado que tenemos.

En gran medida la disminución de la pobreza en este periodo de acuerdo a los datos de CONEVAL, se debió a que un mayor número de personas tuvo un ingreso que logró superar la Línea de Pobreza, (4,158.3 mensuales para las zonas urbanas y $2,970.7 mensuales para zonas rurales). De acuerdo a la reciente Encueta de Ingresos y Gastos y Hogares (ENIGH), los ingresos subieron principalmente por el  aumento de los salarios reales, los ingresos de las personas que trabajan por cuenta propia, las remesas internacional y de las diferentes transferencia monterías que las familias reciben a través de distintos programas sociales, principalmente por la pensión de los adultos mayores. Es decir, a factores relacionados con el mercado laboral, la situación de los migrantes en el extranjero, así como la política de los gobiernos federal y estatal.

Sin embargo, los resultados respecto de las dimensiones del bienestar social consideradas en la medición de la pobreza, no todas son buenas noticias. La población con al menos tres carencias sociales pasó de 20.0% a 24.9%. En particular destacada el alto incremento en la carencia de los servicios de salud que subió de 16.2% a 28.2%, representando un aumento de 20.1 a 50.4 millones de personas sin acceso a este servicio. Por su parte, el incremento del rezago educativo pasó 19.0% al 19.4%, lo cual equivale pasar de 23.5 millones de personas en 2018 y 25.1 millones en 2022 siendo que la formación de recursos humanos es la pieza fundamental del desarrollo.

En cuanto al porcentaje de personas con carencia por acceso a la seguridad social bajó de 53.5% a 50.2%; lo que equivale en número de personas pasar de 66.2 a 64.7 millones en esta situación, respectivamente, sin embargo, esta sigue siendo la carencia con mayor incidencia en pobreza. En gran medida porque la población tiene empleos precarios y el sector informal es el amortiguador del empleo sin prestaciones de ley. En este informe se señala que 63.6% de las personas ocupadas no cuenta con acceso a la seguridad social por prestación laboral.

Es por ello que el CONEVAL reconoce que hoy en México hay menos personas con un ingreso inferior al valor monetario de la canasta alimentaria pero estas tienen un menor ejercicio de sus derechos sociales. Particularmente, la salud y la educación, son derechos que el Estado tiene la obligación de garantizar a toda la población.

De acuerdo a estos resultados podemos observar, que pasamos de una sociedad menos pobre a una sociedad más vulnerable. Aumentó el número de personas y hogares que enfrenta serias dificultades para mantenerse sobre o caer bajo la línea de pobreza, debido a los riesgos que significan las crisis económicas, sanitarias, climáticas, etc., así como de acontecimientos personales como enfermedades, pérdidas de empleo, o bien, por la ineficiencia del aparato burocrático y los cambios en las políticas públicas sexenales, entre muchos otros, que afectan negativamente sus condiciones de vida y bienestar social.

Los ejemplos están a la vista y son catastróficos para las personas y familias: desabasto de medicamentos en clínicas y hospitales, carencia de personal y equipo médico, instalaciones sin de manteamiento adecuado. De acuerdo a la ENIGH el gasto en servicios de salud aumentó del 2020 a la fecha alrededor del 30%. Entonces cuál sería la disyuntiva para el Estado ¿aumentar los ingresos por transferencias universales o bien que éste garantice servicios de salud y educación de buena calidad. Lamentablemente, la población no se hace esta pregunta cuando tiene la urgencia de acceder a una consulta médica.

Por otra parte, sabemos que el trabajo o la fuente laboral es el principal recurso que tienen los hogares para acceder al ingreso y el bienestar social. Aquellas personas que logren colocarse en un empleo de calidad tenderán a ser menos vulnerables porque adquieren más ingreso, derechos laborales, prestaciones de salud y otros beneficios que permiten mayor bienestar. El objetivo de lograr empleos de calidad seguirá siendo por mucho tiempo el camino para lograr un desarrollo económico con bienestar social.

Por ello, México necesita un Estado que además de transferir recursos, sea más eficiente e invierta más para garantizar el acceso a servicios de salud y educación de buena calidad, además de promover la generación de fuentes de empleo suficientes y de mayores ingresos. La pobreza es un fenómeno multidimensional, dinámico y heterogéneo y los pobres no son sujetos pasivos de su condición, sino agentes activos que buscan estrategias para enfrentar y, eventualmente, reducir el riego de perder lo que tienen. De ahí que reflexionemos que tipo de Estado y sociedad necesitamos para superar tanto pobreza como vulnerabilidad. Al tiempo.

Fernando Camacho Sándoval
Fernando Camacho Sandoval

Licenciado en Economía por la Universidad Nacional Autonómica de México, (UNAM). Maestría en Economía y Política Internacional por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Tiene una estancia posdoctoral el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Su experiencia y actividad profesional la ha combinado entre el ámbito académico, el sector público y consultor independiente.

Fernando Camacho Sandoval

Licenciado en Economía por la Universidad Nacional Autonómica de México, (UNAM). Maestría en Economía y Política Internacional por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Tiene una estancia posdoctoral el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Su experiencia y actividad profesional la ha combinado entre el ámbito académico, el sector público y consultor independiente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!