¿ESTADO DE DERECHO? ¡BAH!

¿ESTADO DE DERECHO? ¡BAH!

La presidente de los EUM ha seguido la costumbre de su antecesor de celebrar una homilía matutina cotidiana, en que adoctrina, exhorta, exalta, denuesta, condena y miente impunemente, sin el dejo y la gracia a veces involuntaria de AMLO, ésta es bastante seca y chocante. En una reunión con posibles inversionistas el día de ayer afirmó que la extinción del personal de impartición de justicia del poder judicial federal y de los poderes judiciales de las entidades federativas no pondrían en riesgo el estado de derecho, sino que por el contrario lo fortalecerían y eso lo garantizaba el gobierno de México. Me recordó mis primeras visitas a la Lagunilla en la que conseguías prácticamente cualquier objeto con la absoluta certeza de que no tendrías ningún respaldo para tu compra, pero el marchante afirmaba enfáticamente: “garantizado patrón”, – ¿Y cuál es la garantía? – preguntabas por seguir el juego – ¡Pues yo, patrón!. Un gobierno en el que una persona controla la creación de las normas, determina su aplicación arbitraria, controla el sistema de represión, regula la información y ha terminado de sentar los mecanismos para apoderarse y controlar los mecanismos de impartición de justicia y afirma garantizar el estado de derecho, no puede ser otra cosa que la encarnación del Leviatán. 

La expresión estado de derecho ha sido tan manoseada que prácticamente ha perdido su sentido importantísimo de ser un baluarte de la legalidad y con ello del orden, del bien común, de la seguridad, pero fundamentalmente de ser un límite a la actuación de la autoridad, un parapeto a los autoritarios y la defensa del ciudadano ante el poder y los ambiciosos que lo detentan y lo ejercen autocráticamente. Un estado concepetualizaba Jellinek es una corporación territorial dotada de un poder de mando originario, no muy lejos de la concepción de San Agustín, quien también hablaba de estos tres elementos constitutivos, aunque cada uno a partir de los tres elementos lo imaginaba totalmente distinto, Lo mismo un estado totalitario que el que podamos imaginar más democrático en su integración requiere los mismos elementos. El único estado que históricamente ha sobrevivido con sólo población y gobierno, ha sido el estado de Israel que durante años mantuvo cohesión, organización y orden, aún careciendo de un territorio propio. 

Pero un estado de derecho, no es solamente la corporación territorial con un gobierno, sino que su gobierno debe tener un mínimo de justicia, de democracia, de transparencia, de seguridad, de bienestar y cumplir con un catálogo irreductible de derechos fundamentales, y con un sistema autónomo para su defensa, promoción y crecimiento. Causa enojo y tristeza escuchar a la autoridad máxima del país que se trasladan un número determinado de soldados para “garantizar” el estado de derecho, cuando en el mejor de los casos podrán incidir en mantener una tranquilidad precaria y efímera. Ciertamente una dictadura puede ser un “estado con derecho”, entendido el derechocomo el orden coactivo de la conducta, o en un sentido sociológico como un sistema de criterios de prevención y resolución de conflictos aceptado por una comunidad en un aquí y ahora. En ambas caracterizaciones están ausentes los valores que le darían contenido como estado de derecho: la justicia, la equidad, la libertad, como mínimo.Las funciones del gobierno se han ido multiplicando pero básicamente tendrían que ser la prestación de los servicios públicos. Concepto general y bastante flexible aunque me parece que todos estaríamos de acuerdo en que la seguridad debe ser un servicio público no así una feria.

La impartición de la justicia, que en rigor es la aplicación de las normas jurídicas que permiten la convivencia en una comunidad, por su naturaleza es un servicio público y adicionalmente un requisito sine qua non para el estado de derecho, pero, naturalmente no basta que exista un sistema de normas y un sistema de aplicación en un marco gubernamental. Las sociedades modernas sólo pueden darse dentro de un marco de libertades que permitan que cada uno de sus integrantes puedan desarrollarse plenamente sin más limitaciones que sus capacidades y los derechos de terceros, La democracia exige que el ciudadano participe en la determinación y creación del marco legal que lo rija, en la elección de las autoridades que organicen y administren, y, por supuesto en la creación de los mecanismos de aplicación, cumplimiento y sanción del marco legal, que garantice los límites al gobierno y el reproche a las autoridades y ciudadanos que violenten o desacaten las reglas. 

El desmantelamiento que se está llevando a cabo del Poder Judicial siguiendo el berrinche  de López Obrador, sin un diagnóstico, sin un plan ni proyecto sustentable, sin tener una ruta crítica, sin la menor idea de su costo y de sus consecuencias, evidencia hasta dónde un individuo delirante puede conducir a una comunidad cuando se le permite que rebase los límites, cuando se le perdonan como se le perdonaron las violaciones legales, y cuando se le entregan inconscientemente los mecanismos y las fuerzas de control social. 

El asunto de la impartición de justicia es materia para profesionales con una sólida catadura moral, una preparación técnica jurídica y, necesariamente un entrenamiento constante y permanente, Quizás la mejor muestra y peor ejemplo es la ministra Batres que seleccionada caprichosamente por el presidente López Obrador forzando la reglamentación, ha sido objeto de reproches y reconvenciones por sus compañeros y de burlas por el Foro porque las sesiones de la Corte son públicas. 

El estado de derecho, su preservación requiere de instituciones fuertes, de voluntades férreas de los factores reales de poder, de la conservación de espacios de diálogo y espacios de crítica, al margen de los ismos, las sociedades modernas necesitan de la concertación, el respeto, la autocontención, del ágora en donde se ventilen las cuestiones públicas, en donde se garantice la participación de todos y se asuman las resoluciones que permitan la continuidad de la convivencia y el desarrollo comunitario, puede ser que, como sucede de momento en México, una fuerza se entronice y pretenda anular a todas las demás, puede ser que lo logre pero en ello llevará imbíbito el germen de su destrucción, sólo que en ella arrastrará a una buena parte de la comunidad. 

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Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

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