Poca agua y poco tiempo

Poca agua y poco tiempo

Nos queda claro que el estado de Aguascalientes debe su nombre a las aguas termales que, hasta hace unas décadas brotaban por toda la ciudad. Crecimos escuchando historias acerca de que bastaba con escarbar un par de metros en casi cualquier punto para encontrar agua. Los arroyos y ríos atravesaban la ciudad.

La realidad de hoy es bien distinta. Un futuro sombrío nos ha alcanzado. Un dato revelador, para empezar; Aguascalientes es hoy el único estado de México que padece de una total dependencia a las aguas subterráneas. Es decir, que como ni las presas ni los ríos son una fuente importante para abastecernos, dependemos por completo de lo que hay en el subsuelo. Los efectos de esta dependencia son inmediatos. Los 5 acuíferos que se encuentran dentro de los límites del estado están sobreexplotados, de acuerdo a un estudio de la investigadora Dulce María Rodríguez y publicada por la Universidad Iberoamericana.

El amplio y documentado estudio nos revela que el acuífero del Valle de Aguascalientes, que abastece a la ciudad principalmente, está dentro de los 10 más explotados del país, incluso por encima del que abastece a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. En 2018, según el reporte más reciente de la CONAGUA, se extraían 427.40 hectómetros cúbicos de agua, pero el acuífero apenas tenía una capacidad de 249.60 hectómetros de recarga. Es decir, se extrae cerca de un 50% más de la capacidad del acuífero.

Entonces ¿en dónde estamos?. En realidad, las estimaciones varían dependiendo a quien se le pregunte. La doctora Elsa Marcela Ramírez, investigadora de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y quien ha trabajado el tema del agua desde hace varios años, estima que no será más de una década:

“Cuanto tiempo es una pregunta realmente compleja porque yo te podría decir, posiblemente, unos 10 años. No más de eso. Si seguimos con este ritmo. No creo que más de 10 años duremos con el agua”, dice a pregunta de la investigadora.

Por su parte, el doctor Roberto Rico, profesor investigador de la UAA, que ha dedicado numerosas investigaciones al tema por más de 20 años, explica uno de los casos más graves respecto a la calidad.

“Estamos perforando a más de 600-800 metros. Pozos con más de un kilómetro de profundidad. Y el problema de estar escarbando a profundidades tan grandes, es que estamos liberando vetas de arsénico, de mercurio”.

El caso más preocupante sea, quizá, el del municipio de Cosío. Todos los pozos que reportó cuentan con sustancias que rebasan la norma. Los habitantes se abastecen con agua que supera, (en algunos casos, hasta por el doble de lo permitido) los límites de arsénico y flúor.

El municipio de Asientos no se queda atrás; según información entregada por la propia cabecera municipal, sólo uno de los pozos está en condiciones de abastecer. Al resto no lo han verificado ni autoridades sanitarias del estado ni del propio municipio.

La sobrevivencia de la ciudad

Es nuestro gran problema, la sobrevivencia de la ciudad que nos alberga y no parece que estemos reparados para acometer hoy el dramático escenario. Si echamos la vista al planeta, entenderemos que muchas regiones del mundo se encuentran en lo que se denomina “estrés hídrico”, debido al crecimiento demográfico, el sistema financierista de expolio y especulación, la economía del desperdicio y el cambio climático. El 36 por ciento de la población mundial (2 mil 500 millones de personas) viven en zonas bajo “estrés hídrico” y más del 20 por ciento del PIB global ya se produce en zonas de riesgo de escasez de agua. La demanda está creciendo y el consumo excesivo es la norma

El agua es escasa y las fuentes están lejos de las ciudades. El agua desempeña un papel vital en la salud pública, el crecimiento económico y la sostenibilidad del medio ambiente, pero solo alrededor del 0.01 por ciento del agua de la tierra es potable, cantidad que se reduce año tras año debido a la contaminación.

Hasta hace poco fuimos educados con la falsa idea de que el agua es un recurso natural renovable ilimitado; que basta domar el ciclo hidrológico en beneficio de los humanos mediante la ingeniería y sus innovaciones tecnológicas.

Las estadísticas actuales del Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2018, indican que la demanda mundial de agua se ha estimado en alrededor de 4.600 km3/año y se prevé que aumente entre un 20% y un 30% (de 5.500 a 6.000 km3/año) para 2050 (Burek, 2016). El mismo informe indica que el uso global del agua ha aumentado seis veces en los últimos 100 años (Wada., 2016) y sigue creciendo de manera constante a una tasa aproximada del 1% anual (AQUASTAT, n.d.)

El reloj sigue corriendo y el tema apenas forma parte de la agenda de los aguascalentenses, de gobiernos y de ciudadanos. Porque lo más grave no son los cortes de agua, o los tandeos. Es el tiempo que queda. Porque gota a gota, ¿cuánto tiempo nos queda? Y cuando caiga la última, ¿qué es lo que haremos?

Publicado en “Hidrocálido”. 08.06.2022

 

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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