Reconstruir la base social

Reconstruir la base social

Nuestro modelo electoral resolvió con eficacia y trasparencia la alternancia, pero no se vale cargarle la responsabilidad de la democracia sustantiva. Ésta es deber nacional: ciudadanos, clases sociales, medios de comunicación, academia; forjar el consenso que garantice claridad en las responsabilidades públicas e individuales en la plena vigencia de los derechos humanos. El desafío es bienestar económico y social con libertades.

Es evidente que el capitalismo liberal y la economía de mercado han sido incapaces para resolver desigualdad, pobreza y marginación. Por el contrario, las profundizaron. Deuda secular que tampoco logró abatir el viejo régimen, por cierto. Corresponde replantear la utopía del desarrollo de la sociedad como proceso integral: economía, cultura, política, naturaleza. Fomentar condiciones materiales de vida que aseguren derechos y libertades. Crecer más y mejor, con empleos dignos, justa distribución del ingreso y un ambiente natural y social en armonía. (UNAM. Los retos de México).

De ahí la urgencia de, por un lado, imponer reglas a la economía de mercado, y, por otro, fortalecer el Estado con nuevas dimensiones: dilucidar las condiciones de legalidad, justicia expedita, eficacia de la administración pública, sociedad civil activa y el predominio de una ética pública. Fue posible levantar exitosamente reforma económica estructural a la medida del poder económico. El contrapeso (la zanahoria) fue la reforma político-electoral. A fin de asegurar paz social, estabilidad política, desarrollo económico y democracia que sea cauce para los acuerdos básicos de la nación, faltan la reforma social y la del campo. En estos pendientes históricos toca responsabilidad a todos los actores sociales y políticos.

Por cuanto al PRI, ante la persistente disminución en la preferencia electoral, una posible opción para asegurar vigencia en lo mediato y a largo plazo, es renovarlo como una eficaz estructura de persuasión y movilización de los ciudadanos. Eficiencia que surja de ser generador de un frente social y político de cohesión y de integración de causas civiles, ciudadanas y reivindicatorias. Para ello, es menester una elaboración ideológica que ofrezca bases éticas para justificar el porqué y el para qué de la lucha por el poder público y su ejercicio. Por encima del pragmatismo de estos tiempos, el ciudadano sí exige saber para qué solicita su voto y por qué ha de merecer su confianza.

En sus filas hace falta mucha más gente joven. En gran medida, las nuevas generaciones y los jóvenes de espíritu simplemente ven un partido que no los representa ni los motiva. Poseen ideas y valores que expresan sus necesidades y aspiraciones, decididos a construir su futuro con partidos o sin ellos. Depende del PRI, entonces, la decisión de generar espacios políticos, aportando los elementos teóricos y organizativos para cristalizarlo. Principalmente son dos los ejes centrales de esta ingente tarea:

1) Asumir plenamente el mandato constitucional (artículo 41) de forjar cultura cívica y democrática. Ello exige la reconstrucción de la ciudadanía ante la desciudadanización estructural por la exclusión y la inseguridad social. Por tanto,

2) Imponerse el deber de ser ejemplo de renovación radical de la moral política (precisamente para erradicar la negativa imagen prevaleciente). La cuestión de fondo es credibilidad.

El primer paso es coadyuvar a resolver el déficit de racionalidad en el medio político, sumido en el caos de las sinrazones, el maniqueísmo mágico-ideológico, el escándalo, la demagogia tanto oficial como de las oposiciones y empresarial, la superficialidad mediática, la injerencia electoral de bandas criminales…

Racionalidad como fundamento para instrumentar la respuesta de todo aquello que está ocurriendo en las condiciones materiales de trabajo y de vida; en lo micro; la inseguridad pública; las subjetividades, en el imaginario de los pobres, los excluidos, los desempleados y socialmente reprimidos; en las clases medias que se proletarizan; en los obreros que día a día se ven empobrecidos; así como en quienes cada día se les reduce el horizonte de sus empresas.

En vez de visualizar desde lejos a una ciudadanía independiente, reconocerla totalmente e identificar sus causas y sus razones. Compartir un proyecto social y cultural de largo plazo. Vinculación territorial, social e ideológica con los ciudadanos que de tiempo atrás se han dispuesto a ejercer sus derechos políticos desde otra perspectiva, mediante otros modos de inserción y con otras prioridades.

Ampliar estructuras y organización para sumar a todos los que hoy no se sienten representados. Encontrar un cauce apropiado a las múltiples fuerzas sociales dispersas, amorfas y volátiles, y en su lugar aglutinar, dar forma y guía a las diversas expresiones y demandas de la sociedad civil. Estos esfuerzos no son sino reconstruir la base social del partido, recuperar lo básico: el trabajo de campo, en colonias, barrios, comunidades, seccionales. El trato directo con mujeres, jóvenes y hombres. Para que discurso y plataforma alcancen repercusión pública eficaz, es indispensable la comunicación directa.

El nuevo oficio político será el de dar prioridad a los nexos con organizaciones cívicas y ciudadanas. Renovar estructuras de representación, articulación y gestión. Multiplicar conexiones que quizás harán más complejo al partido, pero dará cabida a nuevos métodos de militancia, acción, eficacia y liderazgos. Capacidad por encima de lealtades personales. Apertura y articulación, alejados de las ideas de homogeneidad y control. Romper ataduras anacrónicas, caciquiles, gerontocracia, grupismos, simulación. El liderazgo vertical y rígido que ha prevalecido ya no responde a la realidad nacional ni a la del partido.

En este proceso dialéctico de ida y vuelta, además, emprender pedagogía teórica y práctica de cuadros y agentes políticos jóvenes, decididos a involucrarse en las actividades que cohesionen ciudadanos y capaces de buscar soluciones innovadoras a la compleja y plural problemática local y nacional. Hacer del partido escuela educadora de nuevos liderazgos y estimular a la militancia convencida, que la hay, y persuadir a los escépticos.

Otra opción es, simplemente, seguir igual, esperar sentados que Morena se desmorone.

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

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