La página en blanco y la nada
Volver a la página en blanco es intuir el origen difuso, es recordar la incógnita de lo conocido, es encontrar en las palabras el fondo del océano, es perderse en la ilusión de encontrar un sentido.
Escribir es buscar reírse del absurdo, así volví a los artificios del lenguaje. Mis plegarias las realizo para dioses olvidados por el pasado y por los hombres, escribo pera reír también del olvido, para las hojas que se lleva el viento, para el vacío del cielo estrellado, lo que me rodea puede confundirse fácilmente con algo eterno diferente a este pasajero repleto de miedo.
Hablar e imaginar es aquello que nos separa de los animales, razonar y pensar es aquello que se supone nos permite tener esperanza: en un porvenir, en otra vida mejor, la fantasía del hombre evolucionó cuando se dio cuenta el animal de su muerte y su decadencia.
¡Y aquí estamos sin poder ser animales ni dioses! Nosotros los humanos desgastados, acabados, serviles y tributables.
El consuelo de los hipócritas que disfrazan su desesperanza es ser leídos y comprendidos, admirados; el consuelo de los que son verdaderamente escépticos y desconsolados es simple y llanamente: desaparecer.
La nada también es un dios, es solo que los artificios de la consciencia nos sugieren escuchar al instinto y suponer la conciencia es eterna.