Tercer rasgo de izquierda en Andrés Manuel López Obrador
Encuentro un tercer rasgo de izquierda en las posturas que hasta ahora ha planteado y propuesto Andrés Manuel López Obrador en su proyecto alternativo de Nación y en los ejes que definirían su gestión desde la presidencia de la República. Me refiero a los posicionamientos antineoliberales.
Las apreciaciones que señalaría al respecto no se divorcian de posturas no de izquierda, liberales quizá pero dentro del campo del capitalismo, como son las identificadas con el keynesianismo. Aquí podemos ubicar programas más identificados con el estado de bienestar impulsados desde su paso por la Jefatura de Gobierno capitalino, es el caso del apoyo alimentario a adultos mayores, los destinados a estudiantes, madres solteras, entre otros sectores vulnerables.
Un parámetro para ubicar qué puntos si se pueden considerar de izquierda y en este caso identificarse con el carácter antineoliberal del discurso y política seguida por AMLO, está en la comparación diferencial con los puntos que integran el llamado Decálogo o Consenso de Washington. Particularmente señalaría por lo menos tres puntos del mismo: el seis, que habla sobre el “comercio libre entre naciones”, el ocho que se refiere a la “privatización de las empresas públicas” y el diez que plantea la “seguridad de los derechos de propiedad”.
Son aspectos donde los diversos gobiernos tanto del PRI como del PAN se han comportado como más papistas que el Papa, dando manga abierta a la apertura del capital financiero internacional, dando pauta para la alta concentración de la riqueza al amparo del mercado y la libre competencia; adelgazando el estado a partir de la venta malbaratada de las empresas públicas (el mejor ejemplo de ello es Telmex y Ferronales en el tiempo de Salinas); la flexibilización laboral desnaturalizando las conquistas de los trabajadores, como el derecho a la sindicalización y la relación laboral colectiva, todo ello en único beneficio de los patrones. Y así una larga lista de acciones.
Como lo señala Víctor H. Palacio Muñoz, “el neoliberalismo se fundamenta en la creencia de que se produce una ‘competencia perfecta’ de los agentes económicos vía su “libre” participación en el mercado”. Todo ello a partir del aumento de la explotación y del producto y riqueza que generan los trabajadores.
El nuevo gobierno ha dejado entrever una visión diferente, más encaminada al fortalecimiento del estado, sin que se desdiga eso sí, de los otros tipos de propiedad, la privada y la social, tal como lo plasma el artículo 25 Constitucional. Hay incluso indicios de un impulso a la llamada economía social y solidaria, particularmente al cooperativismo. Al respecto sería interesante que se impulsen legislaciones estatales al respecto, pues hasta el momento sólo hay en la Ciudad de México.
El gobierno entrante registra también una postura diferente con el papel de los trabajadores, la organización sindical, el respeto de la misma y en general, la contradicción capital y trabajo. Sin embargo hasta ahora no se ha podido mostrar una postura concreta contra la inacabada contrarreforma laboral impulsada desde tiempos de Carlos Abascal.
Encuentro nada más un riesgo, el planteamiento antineoliberal de AMLO, el cual es el frágil lindero hacia posturas de centro. El contrapeso para que no se incline por ahí está en la izquierda y en la gente misma.
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