Un enfoque acerca de las ideas políticas I
Las ideas políticas se refieren a los fundamentos y a la estructura del poder del Estado (moderno o premoderno, república o monarquía), el cual está a cargo de los asuntos relacionados con la vida de la comunidad. Dicho de otra manera, las ideas políticas fijan el contexto para la vida civil y la económica. Imponen un orden y jerarquía que racionaliza y explica o justifica las relaciones sociales.
De las experiencias personales cada individuo con los agentes del gobierno, forma su propia idea del poder político. Pero cuando él –o bien, otros por él—indagan acerca de la naturaleza del poder, cómo funciona, sugieren conceptos, valores e hipótesis que se expresan como teorías, si no como ideologías. (Víctor Alarcón Olguín)
Son un esfuerzo de reflexión y análisis. ¿Por qué se requiere del poder público? ¿Cuál es la manera más adecuada de organizar el poder público? ¿Quiénes y cómo deben decidirlo? ¿Cuál es la manera legítima de acceder al poder y ejercerlo? ¿Cuáles deben ser los mecanismos de control del poder público para impedir los despotismos? Incluso ¿cómo legitimar el despotismo? ¿Cuáles son las tareas y deberes que corresponden al poder público? ¿Cuáles los derechos del ciudadano o del súbdito?
Estas preguntas trascienden aún más debido a que, per se no se refieren a la organización del poder político sino, íntimamente vinculado a ello, la regulación de las relaciones sociales a partir de la estructura de la sociedad, ya que el orden político confiere unidad al orden social que se sustenta en dos grandes vertientes: economía y cultura (en sentido amplio: filosofía, ideología dominante, contraideología, régimen jurídico, “valores” o convenciones socio-políticos, y todo lo demás).
Por tanto, el orden político se establece para asegurar el orden y la estabilidad del sistema social y la formación económica, producción y distribución de los satisfactores que demandan los seres humanos para su existencia.
La estructura económica tiene dos ejes esenciales trabajo y propiedad. 1) La organización del trabajo, que se especializa y subdivide cada vez más conforme avanzan las técnicas de producción y la producción misma se vuelve más compleja; 2) la propiedad –o un sistema de apropiación– (la propiedad de los instrumentos de trabajo: la tierra, los aperos, la maquinaria, la propia técnica; así como la propiedad de los bienes producidos; la apropiación del producto del trabajo de otros, ya sean esclavos, siervos o asalariados). Y ligado a todo ello, un sistema de distribución. Propiedad, producción y distribución, son expresiones del poder económico. El poder político se encarga de asegurar la vigencia de ese sistema.
La complejidad creciente de la vida social demanda de mecanismos sociales eficaces para asegurar la existencia dinámica de la sociedad: proceso permanente de producción y trabajo, distribución, apropiación e intercambio, cuyos naturales conflictos deben ser resueltos oportuna y eficientemente según las normas vigentes (acordes a los valores dominantes), a fin de que el sistema social y la formación económica funcionen de manera fluida y constante.
Esta es la razón del poder político que se estructura como Estado: garantizar un sistema de intercambios sociales y económicos, la regulación o control de los conflictos, para lo cual institucionaliza la violencia: impedir la violencia de los individuos y la anarquía, o, desde otra perspectiva, legitimar el poder de la clase dominante, cuya violencia es legalizada por el Estado. Así asegura el orden (la arquía) mediante el control de la conducta del individuo y de las masas: imponer obediencia mediante la ley, para lo cual el poder político, para su eficacia, requiere la legitimidad del consenso.
Si el poder político es el control de la obediencia ciudadana, el poder económico es control de los medios de producción y distribución de la riqueza; en tanto que el poder religioso y las ideologías son el control de la conciencia (o aspiran a).
Ahora bien, las ideas políticas van estrechamente ligadas a la aparición y desarrollo de las ideas filosóficas. Éstas, a su vez, van a aparejadas a la evolución del conocimiento humano (incluso en etapas prehistóricas). En ese sentido, las ideas filosóficas interpretan el entorno cultural y social, reproduciéndolo ideológicamente. Es el tránsito del mito al logos (razón). Las ideas descifran al mundo y las palabras expresan esas ideas. Ambas detonan aspectos de lo real (lo ignorado), lo que ya existe, en contraste con lo irreal (lo imaginario). Ni las ideas ni las palabras crean cosas, pero sí suscitan actos para ir delante de las cosas: transformar la naturaleza, apropiarse de las cosas e incluso dominar a los hombres.