Educación a distancia sin excusas
Soy profesor universitario por convicción, acepté serlo desde hace algunos años cuando creí que era el momento para compartir mis modestos conocimientos y las muchas experiencias de vida por las aulas. Por el paso del tiempo aprendí de manera autodidacta herramientas digitales para compartir de forma virtual con mis alumnos. Una y otra vez enseñaba su uso a los más jóvenes, y sobre todo, a los más resistentes. Confío en el cambio de paradigma de crear, pensar y colaborar con otros es una necesidad en el siglo XXI. La retroalimentación en 360 grados es una pieza fundamental para completar el cuadro de actividades dentro y fuera de los salones para verificar un avance que sea significativo.
Ahora, henos aquí envueltos en una contingencia, donde la totalidad de las clases en aula se convertirían en videoconferencias. El choque novedoso llegaba y la renuencia no se hizo esperar. En rol de profesor debería modelar los contenidos y actividades hacia una experiencia remota para provocar una usanza sino igual, semejante a la que los alumnos estaban acostumbrados. Mi reacción fue enseñar paulatinamente a usar herramientas, probar su funcionamiento y luego de a poco pedir ejercicios con la nueva modalidad.
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Una parte importante en la respuesta del alumno fueron dadas a través de sus emociones. Lo observé desde el punto de vista del compromiso, la puntualidad, la interacción de manera asincrónica. Esto fue peculiar, algunos alumnos se adaptaron rápidamente al nuevo espacio que por confinamiento sería su propia casa; por contraparte, alumnos que entraron en una especie de “decepción” derivado de la NO ACEPTACIÓN AL CAMBIO. Esta pérdida ha representado un duelo, naturalmente al enfrentarse con una nueva realidad, extraña, incierta y pareciera sin fin. La conversación uno a uno entre profesor y alumno es una estrategia para poder superar el cambio.
En la praxis, la forma de dar clase ha sido de mayor diversidad. He invitado a personalidades del mundo de los negocios a que nos hablen de su experiencia. He instaurado nuevos espacios virtuales para dar un respiro tecnológico para las entregas en desfase a los alumnos.
La innovación es la divisa de cambio que he negociado con cada uno de los alumnos para controlar la ansiedad, al multitareas, a la inacción y sobre todo, animando al aprendizaje por medio de videos, películas, mapas mentales, podcast, documentales, hipertextos y hasta casos de estudio. Las propuestas de los alumnos para integrar al programa de desempeño de cada una de las materias son bienvenidas con un propósito de construir.
Recomendaciones a la academia:
1.- Preparen a sus profesores. Dando herramientas y prácticas tecnológicas
2.- Informen todo el tiempo. Las novedades de salud, educación y oportunidades de enseñanza para todos.
3.- Provoquen ser autodidactas. Es una oportunidad de oro emprender el camino por uno mismo.
A los aprendices:
1.- Gestión de actividades. Disciplina y orden para presentar sus resultados.
2.- Comunicación. Ser asertivos con sus profesores en su hacer y saber.
3.- Tomar el reto. Crear ambientes donde puedan aprender de los demás a distancia.
Por conclusión diré que esto que sucede como una externalidad no se puede controlar, lo que sí, es la forma de actuar y tomar provecho aun en las circunstancias más adversas para el desarrollo del aprendizaje.