La 4T: hacer política diferente, pero que sea mejor
Más allá de lugares comunes, la tarea de quienes representamos a Morena debe enfocarse en dignificar la vida pública y eso se hace, sí o sí, de la mano de la gente.
La Cuarta Transformación es un proceso que emanó como una revolución de conciencias, que movió al pueblo y que ahora debe manifestarse en las instituciones. Sólo así fortaleceremos nuestra vida democrática, y esa es la apuesta que Morena hace desde el Congreso del Estado de Jalisco, particularmente desde la diputación que me corresponde encabezar. Mi oficina es de puertas abiertas para que todo mundo pueda entrar, pero también para salir al encuentro de las personas, que son quienes marcan la pauta de mi trabajo.
Morena es un partido, pero también es un movimiento social que, permanentemente, debe incorporar el sentir, la visión y las demandas de la gente para hacer política. Porque no se trata de hacer una política diferente, sino una política mejor. Que no repita los patrones de quienes se han servido del poder, sino que utilice los gobiernos y sus dependencias para servir al pueblo, que se le consulte y se le tome en cuenta para resolver sus problemas.
Y es la propia gente la que, todos los días, nos pone el ejemplo. En mi formación como socióloga aprendí el valor del trabajo comunitario, de la importancia del trato horizontal en la toma de decisiones, y eso es lo que más atesoro de participar en Morena.
En la agenda de trabajo que hemos construido toma particular importancia nuestra relación con los colectivos ciudadanos. Ya lo ha dicho el Presidente Andrés Manuel López Obrador: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo y sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación”, y con base en esta idea es que ha sido estratégica la labor en conjunto con personas que, desde la cancha de la resistencia social, han denunciado y evidenciado los abusos del poder y los estragos que eso ocasiona.
Me toca ser presidenta de la Comisión de Planeación, Ordenamiento Territorial y de la Gestión del Agua del Congreso del Estado de Jalisco, donde nos corresponde ver temas tan sensibles como el aprovechamiento hidráulico, así como el desarrollo ordenado de nuestros asentamientos humanos. En este terreno, en Jalisco en particular, y en México en general, existe una permanente presión de intereses, que buscan sacar beneficios económicos particulares a los bienes públicos, y ha sido el trabajo de los colectivos, su información recabada por décadas, pero ignorada sistemáticamente por las anteriores autoridades, la que ha servido como base de iniciativas legislativas que soportan distintas gestiones que realizamos para propiciar que las autoridades competentes hagan lo que les corresponde y que se puedan resolver problemáticas arrastradas por años.
En esta materia, el ejemplo también nos lo dio el Presidente de México, quien destrabó un problema que tenía décadas en torno a la construcción de la presa El Zapotillo, donde privilegió la protección de las personas y sus pueblos (que eran amenazados con ser inundados), por encima de los intereses económicos de constructores que habían generado, incluso, una crisis política relativa al abasto de agua entre Guanajuato y Jalisco.
La idea es procurar una vinculación interinstitucional, y que ésta a su vez se haga extensiva a la población en general. Dentro de las dependencias hay un valioso trabajo técnico, pero que se queda en labor de escritorio si no se socializa y se enriquece con la voz del pueblo, con su conocimiento e información. Finalmente, son las personas que padecen los problemas los primeros interesados en que se resuelvan, y su conocimiento es fundamental para llegar a soluciones integrales y no sólo de maquillaje.
El tiempo apremia, y los asuntos por resolver son muchos, por eso es estratégico que se trabaje de manera coordinada. Debemos entender también cuáles son nuestras funciones. En mi caso, como legisladora, intento no enfocarme sólo en esa tarea, sino hacer valer otras de mis funciones, como vigilar y, sobre todo, gestionar.
De este modo la agenda pública va llenándose de los temas de la gente, que son los que verdaderamente importan. Morena avanza con el impulso que recogimos de las calles y de las demandas populares; hoy, que se ha llegado a las instituciones, tenemos una doble responsabilidad: atender esas exigencias que nos movieron y mostrar que sí somos diferentes, pero, sobre todo, que somos mejores políticos.
Ciertamente se trata de un proceso, pero que comienza a dar frutos: los apoyos sociales protegidos por ley; el combate a la corrupción; la estabilidad económica a pesar de la pandemia; la realización de grandes obras sin adquirir deuda. Se trata de los resultados entregados por el Gobierno Federal.
Sin embargo, todos en Morena, militantes y simpatizantes, tenemos tareas diferentes. Desde la más mínima en casa, en la colonia o nuestra ciudad, hasta quienes tenemos el honor, y la gran responsabilidad, de trabajar en un cargo público o de elección popular. Pero aun sean distintas, son igual de importantes, porque desde cada trinchera, por pequeña que sea, se suma a la Cuarta Transformación, para que sea más que palabras y se convierta en una realidad, en un cambio verdadero, que se ha buscado desde hace décadas y por millones de personas.
Tenemos esta oportunidad histórica y de nosotros depende que se cristalice haciendo de la política un mejor oficio.