De leones hidrocálidos y el cuidado responsable de los animales Entrevista a la MVZ Ana Leticia Romo
“El amor por las criaturas vivientes es el atributo más noble del ser humano”.
— Charles Darwin
“Si todos los animales se fueran, el ser humano moriría de una gran soledad espiritual, ya que cualquier cosa que le ocurre a los animales, también les ocurre a los seres humanos. Todo está conectado”.
– Jefe Indio
Dos noticias recientes
Hace unos días los medios de comunicación y las redes sociales nos informaron de la existencia de leones en Aguascalientes. Primero, supimos, por un breve video que tuvo como protagonista a la gobernadora del estado, que fueron decomisados por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y rescatados un león macho y una hembra. Según lo señaló la gobernadora, estos felinos estaban maltratados, desnutridos y enfermos, por lo que los trasladaron al parque Rodolfo Landeros para alimentarlos, curarlos y rehabilitarlos, porque allí -dijo- cuentan con personal especializado. Lo sorprendente fue que en condiciones ambientales adversas la leona tuvo un cachorro. Ahora, de este nacimiento se quiso hacer partícipe a la gente de Aguascalientes para elegir el nombre del pequeño león, entre tres posibilidades: Saturnino, Posada o Cuco.
Al ver y escuchar el video recordé al osito panda que fue toda una sensación en el Zoológico de Chapultepec, cuando el gobierno chino le regaló a México dos osos panda (macho y hembra), como muestra de la buena voluntad y hermanamiento entre ambos países. De esa pareja, nació en 1981 “Tohui”, que en lengua rarámuri significa niño. En la Ciudad de México por varios años el panda bebé fue toda una sensación, un ícono: niños y adultos hicimos largas filas para verlo, se le hicieron canciones y los medios de comunicación siguieron curiosos sus travesuras y juegos; sin embargo, en cautiverio, Tohui murió a la edad de 12 años, cuando en libertad el promedio de vida de estos animales es de 20 años.
La otra noticia fue sobre la existencia de una leona en Aguascalientes que se escapó. En contraste a lo que supimos del asombroso y el bello nacimiento de un cachorro, los medios y las redes sociales nos informaron que un señor, con papeles en regla, tenía este felino en un terreno y que algunas personas quisieron robarle, dejando un espacio abierto, por donde la leona salió a la calle, mató un perro e hirió de gravedad a una señora. Al parecer, el dueño no es delincuente pero tiene el gusto estrafalario como el de un narcotraficante, cegado ante el hecho de que los animales silvestres o “salvajes” deben vivir en su hábitat, porque no son mascotas como los gatos y los perros.
Estas dos noticias, me hicieron retomar una entrevista que le realicé hace unos meses a una Médica Veterinaria Zootecnista (MVZ) destacada, Ana Leticia Romo. Coincidí con ella no en un grupo de protección de animales, sino en uno literario. Fue un encuentro en la casa de un amigo mutuo a los pies del Cerro del Muerto. Ella leía su texto frente al grupo de lectores amables y críticos, y fue su voz segura y decidida lo primero que me llamó la atención. Pasaron las semanas y me enteré de que uno de sus libros trata la defensa de los animales y que mantenía una posición firme frente al maltrato que las personas hacemos de estos seres vivos.
En el contexto de la aparición en la escena pública de estos leones y de su trato hacia ellos, y de la leona fugitiva hacia la gente, es que comparto esta entrevista. Los lectores tienen sus puntos de vista y podrán sacar sus propias conclusiones.
Entrevista: del amor infantil por los animales al compromiso y su defensa
¿Por qué y cómo llegaste a ser defensora de los animales?
Creo que todos los niños aman a los animales por naturaleza. Esta aseveración se basa en los muchos años de observar niñas y niños pequeños, y en la manera en que responden ante los animales: con sonrisas, cuidado, curiosidad y emoción. Sin embargo, la sociedad va cambiando y modelando a los seres humanos; si los padres de un niño son amantes de los animales, seguramente los hijos aprenderán a quererlos y, en contraparte, si los desprecian y maltratan, aprenderán lo mismo. Aunque, al respecto, no todo es causa-efecto, pues en mi caso mi padre amaba ver las corridas de toros y yo desde muy pequeña ya lo cuestionaba: “¿por qué te gusta que lastimen al torito?”. Él sólo se reía, recuerdo.
Mi amor “natural” por los animales era grande y ¡tanto! que decidí desde pequeña ser doctora de animales. Para la adolescencia, mi versión de medicina veterinaria estaba completamente estereotipada e idealizada por programas de televisión y sabiduría popular. No fue sino hasta que curse las primeras materias, que la profesión me desencantó con su abrumadora realidad, ya que había una contradicción esencial entre “amar a los animales” y lo que se enseñaba en la facultad, es decir la producción animal, la zootecnia y su manejo, todo basado en el sufrimiento y violencia ejercida a los animales.
Dado que no quería cambiar mis sueños de carrera, elegí una rama en donde la crueldad hacía los animales no me fuera tan evidente, eligiendo la microbiología, la investigación y el control de calidad de biológicos inmunizantes como mi actividad profesional. Por años trabajé en la industria farmacéutica, después en la industria privada, buscando siempre evitar al máximo el sufrimiento animal.
Siendo estudiante en la UNAM, por la falta de experiencia y recursos, no pude cuestionar los métodos de producción y contención animal que me enseñaban en la carrera. Lo único que pude hacer fue dar un giro a mis ambiciones de médica. En ese entonces solamente la profesora y patóloga MVZ Aline Shumman era la única que empezaba a hablar de bienestar animal y sacrificio humanitario, pero quien no llevara la materia con ella, no se enteraba de nada al respecto.
Fue aquí en Aguascalientes, trabajando en una clínica de pequeñas especies, cuando me di cuenta de la falta absoluta de compasión y empatía reinante hacia los animales a todos los niveles. Cada semana llegaban a la clínica, camadas y camadas de gatitos o perritos sacados del basurero, gente que, pidiendo servicios de estética, daba direcciones falsas y abandonaba a sus mascotas en la clínica, aunando a los muchos animales en venta que morían por falta de higiene y cuidados, y que eran simplemente reemplazados por más animales en un comercio consumista sin recapacitar que eran vidas y no cosas con lo que se mercaba. Esa clínica fue un escaparate para observar cómo la gente “humanizaba” y ridiculizaba a sus mascotas con zapatos, suéteres, falditas y disfraces de temporada, sin pensar que todo eso iba en contra de la naturaleza de los animales.
Muchas consultas a domicilio me dejaron sin habla cuando veía las condiciones en que vivían los animales y la ausencia de conciencia del maltrato que cometían sus “dueños”. Sobra decir que la clínica era un negocio cuyo dueño no era médico veterinario y como negocio definitivamente no iba a cambiar las medidas que yo, su empleada, una simple veterinaria contratada, le propusiera, tales como sensibilización a los clientes sobre la responsabilidad de tener una mascota, eliminar todo producto caduco, exigir protocolos de manejo e higiene adecuados, mejorar instalaciones para los animales de pensión y un gran etcétera que seguramente nunca se llevaron a cabo.
Fue también aquí en Aguascalientes que evalúe como la gente goza de las tradiciones cruentas contra los animales, ya en charreadas, corridas de toros, peleas de gallos, de perros, así como la tortura a perros y gatos (coincidentemente con un alto índice de violencia intrafamiliar) u otras especies, como quemar ratas vivas, envenenar animales de calle o matarlos porque ensucian sus macetas. Igual fue aquí en este territorio, donde por primera vez vi el cautiverio de los animales silvestres con horror, dadas las deplorables condiciones de los animales, así como de sus pésimas instalaciones para brindar un mínimo de bienestar. Esto último fue el detonador que me hizo imposible seguir callando ante tanta injusticia y me di a la tarea de hacer algo para darles voz a los que no se pueden defender.
¿Qué has hecho para defenderlos?
Nunca dejé de defenderlos, quizá más bien de rescatarlos, pero ahora sumo a los esfuerzos la denuncia y acciones más estratégicas. Me explico. Las redes sociales ahora permiten tener más comunicación e información. Así, busqué a organizaciones internacionales, nacionales y locales para buscar alianzas. También he intentado encontrar eco en los diversos colegios de profesionistas afines (Colegio de veterinarios, de biólogos, de ciencias ambientales). De igual forma acudí a asociaciones (Consejo Internacional para la Preservación de las Aves, Sección México; Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especializados en Aves de Compañía y Silvestres, A.C.; Sociedad Mexicana de Etología y Bienestar Animal; Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México-Azcarm; Asociación Nacional de Parques Recreativos, entre otros).
He buscado involucrar a diversas organizaciones civiles (Movimiento ambiental, Fortaleza animal, Mundo siempre vivo, Prensa animal, Asociaciones del consejo municipal, Animal naturalis, GUDEVIAN, Abriendo jaulas, Proyecto Simio, PETA, Born-free, World animal entre otras), y a diversos expertos en bienestar animal, en colecciones de animales silvestres, así como a varios abogados y arquitectos para proponer mejoras en los encierros.
Los esfuerzos también han sido para que a través de los medios masivos de comunicación y redes sociales el mensaje por el respeto hacia los animales llegue a más personas en lo local, nacional e internacional, incluyendo a políticos y personalidades influyentes que podrían estar interesadas en cambiar la vida de los animales desde sus áreas de acción.
Al mismo tiempo, damos seguimiento de los animales mediante registros, fotografías, audios, consultas a transparencia y entrevistas a trabajadores del CEAR, teniendo ahora un archivo documental y datos duros. En lo legal, me he involucrado en múltiples y maratónicas reuniones para la elaboración de la propuesta de reforma a la Ley de Protección para los Animales en el Estado de Aguascalientes. Así también, he asistido a las consultas ciudadanas del alcalde León Montañez, a fin de hacer visible la deplorable situación de los animales en nuestro estado y ciudad, y de la urgencia de crear un comité ciudadano reconocido por autoridades para hacer convenios y dar seguimiento a las mejoras urgentes que requieren los animales en cautiverio en la ciudad.
Por dos años y medio se realizaron diversas reuniones con autoridades tanto del Gobernación, CAER Rodolfo Landeros, de Parques y Jardines, PROESPA y PROFEPA, aunque con resultados muy exiguos. Sigo esperanzada en poder llegar a sensibilizar a las autoridades de la presente administración.
También he participado en el Festival animalista 2022, el Colegio de Ciencias Ambientales y con estudiantes de bachillerato. En el proceso de sensibilización, promovemos la alfabetización emocional para percibir a los animales como seres sintientes, en especial a los animales en cautiverio de nuestros parques, utilizando el arte como herramienta. Como también me gusta escribir y el arte en general, procuro involucrarme en diversas estrategias creativas, a saber:
Literatura: Creamos y publicamos el libro “Jaulerica Vida. Voz a los sin voz, textos desde el encierro”, y lo presentamos en foros locales y nacionales. De este libro se han derivado artículos y comentarios en diversas publicaciones.
Teatro: El libro inspiró la dramaturgia y la creación de tres obras (Jaulerica vida-Dirección Julio Cervantes, Huellas cautivas-Dirección David Nava y Danza pendiente-Dirección Marcela Morán), mismas que se presentaron en varios lugares.
Poesía: XVI Festival internacional de poesía con temáticas animalistas y medioambientalistas.
¿Qué más puedes agregar de lo que ocurre en Aguascalientes?
Es muy penoso que, según el atlas de maltrato animal https://sinmaltrato.org/atlas, Aguascalientes tiene la legislación penal en materia de maltrato animal más reducida en cuanto a supuestos de conductas constitutivas de delito, como los actos de zoofilia, peleas de perros, abandono, y sólo contemplando a los animales domésticos, en contraste con el Código Penal de la Ciudad de México o Jalisco (solo por mencionar algunos), que incluyen a los animales silvestres en capítulo de maltrato.
¿Qué hace falta que hagan las personas, grupos sociales, iglesias, los gobiernos?
Mahatma Gandhi dijo: “La grandeza de una nación y su desarrollo moral, pueden juzgarse por la forma en que trata a sus animales”. Es decir, mientras predomine la idea de que algunas vidas importan menos que otras, que se desconozca que los animales son sensibles y sienten dolor, que tienen derechos y deben ser respetados, y que los animales necesitan protección urgentemente, poco se podrá hacer.
Una parte significativa de la sociedad hidrocálida padece un grave analfabetismo emocional hacia el maltrato animal, que se refleja en “la forma en que trata a sus animales” a todos los niveles. Hay muchos ejemplos, desde las tradiciones cruentas como la charrería, la tauromaquia o la pelea de gallos tan exaltada e introyectada en el ideario colectivo, que hasta la melodía que nos identifica tiene por nombre precisamente ese “Pelea de gallos”, o las cifras de mascotas abandonadas (nueve de cada diez, según datos de PROESPA), y ni qué decir de los animales silvestres en cautiverio de nuestro parques urbanos, en donde sólo por mencionar un caso, se observa a las águilas y halcones que nacidos para volar, viven y vivirán toda su vida torturados, es decir amarrados de las dos patas con un cordel, sin sombra, ni percha, ni agua, ni más ni menos que en el llamado “Centro de rehabilitación”, en un lugar donde se supone se da “educación ambiental” a la población.
Así que lo que hace falta es una profunda transformación ética y educativa a todos los niveles: institucional, legal, estructural en el estado y en las actitudes de los ciudadanos. Sólo que decirlo es fácil, pero hacerlo implica voluntad, conciencia, tiempo, recursos, normas y valores que permitan el desarrollo de prácticas aceptables y pertinentes para el bienestar de animales humanos y no humanos, así como la conservación sustentable de nuestro medio ambiente.
¿Qué hace falta que hagan los gobiernos?
Que la institución encargada de hacer valer la ley tenga capacidad operativa y el personal tenga perfiles profesionales adecuados para la verdadera protección animal. Urge cambio de paradigma donde se le dé importancia adecuada a la genuina protección de los animales domésticos y de vida silvestre. También falta una Ley protectora de animales con su respectivo reglamento, incluyendo a los todos los animales (empezando por los animales silvestres en cautiverio, así como aquellos utilizados en “tradiciones”), concordando con un presupuesto adecuado para lograr que la ley no sea letra muerta. Esto mostraría un compromiso real para hacer de la protección de los animales una prioridad.
En el caso de animales silvestres en cautiverio, podría seguir el ejemplo de países (como Medellín, Colombia), que han decidido cerrar los zoológicos o centros de rehabilitación y mucho más. Además de crear santuarios y reservas de la biosfera para evitar reducir los hábitats naturales.
A nivel de animales domésticos, podrían realizar un proyecto como lo hace Turquía de manutención y control reproductivo de perros y gatos; pero la acción urgente es educar, sensibilizar y concientizar sobre el tema, empezando por los cuerpos encargados de aplicar la ley en particular y de las instituciones relacionadas con animales. Así también hay que eliminar impuestos a proyectos vinculados con la protección animal a todos los niveles.
¿Qué hace falta que hagan las instituciones educativas?
Con una ley se iniciaría una verdadera educación hacia la protección animal que obligara a las instituciones educativas a incluir esta temática en sus programas. También los profesores de todos los niveles educativos pueden incluir temas sobre protección animal por iniciativa propia. En las universidades de la entidad debe incluirse en la formación de médicos veterinarios la asignatura de Protección y bienestar animal con un enfoque humanista y no utilitarista.
¿Qué hace falta que hagan las iglesias?
Así como alguna vez la Iglesia tuvo que aceptar que Galileo tenía razón, ya es hora de que, a nivel religioso, desde el pulpito, también se eduque a la población desmitificando la justificación divina, según la cual los animales al ser “inferiores”, sin alma ni raciocinio, existen para el beneficio de los seres humanos. Y, por supuesto, poniendo el ejemplo, empezando por prohibir los ensordecedores y dañinos “cuetes” a los oídos de los animales en las fiestas religiosas que, además, sólo contamina el ambiente.
¿Qué hace falta que hagan los grupos sociales?
Los empresarios podrían adoptar una jaula a los animales en cautiverio mientras se logra un incremento del presupuesto de estos lugares y/o el cierre de los mismos. Las organizaciones civiles animalistas han pugnado por estas transformaciones en redes sociales y en mancuerna con los gobiernos y académicos. También se requieren estudios científicos y organización de congresos sobre protección animal, derechos animales, casos exitosos etc., e invitando a la población a sumarse a la protección animal.
¿Qué hace falta que hagamos las personas, las que no estamos en organizaciones, ni tenemos poder político, ni poder económico?
Acceder a la información y tener la voluntad de pasar de la conciencia a la acción, empapándose del tema y aliándose en multiplicar la conciencia de la urgencia de cambiar nuestra relación con los animales y protegerlos. Estar en contacto con grupos de protección de animales en México a fin de que los activistas locales brinden la información sobre leyes de protección de animales relevantes y la manera más efectiva de presentar denuncias a los funcionarios apropiados.
Por último, retomo las palabras del actor Joaquín Phoenix “Si la especie humana es tan creativa e imaginativa, ¿por qué no usar el amor y la compasión como principio reactor de que podemos crear, desarrollar y aplicar sistemas que beneficien a todos los seres vivos y al medio ambiente?
Si todos nos apoyamos para crecer, reeducarnos y nos guiamos mutuamente hacia la redención, realmente recuperaremos el paraíso perdido. Démonos como humanidad una segunda oportunidad, la mejor oportunidad. Espero que, así como el siglo XIX fue el siglo de la liberación de los esclavos, el XX el inicio de la liberación de las mujeres, que el XXI sea el de la liberación de los animales.