“CEBOLLA DE CRISTAL: UN MISTERIO DE ‘ENTRE NAVAJAS Y SECRETOS’” (“ONION RING: A ‘KNIVES OUT’ MYSTERY”) – NETFLIX
Al director Rian Johnson le gusta jugar con las expectativas de su audiencia, trastocando las reglas del juego que le toca en su momento como lo demostró en su incursión a una galaxia muy, muy lejana en “La Guerra de las Galaxias: Episodio VIII” o su lúdico ejercicio a la Agatha Christie titulado “Entre Navajas y Secretos”.
Ahora con la secuela a ésta última, “Cebolla de Cristal” – referencia a la canción homónima escrita por John Lennon y Paul McCartney para su mítico “Álbum Blanco”- Johnson construye de forma lana una comedia que aprovecha para satirizar el culto a la personalidad, la megalomanía del empresario gringo a la Elon Musk y casi que su propio cine con una historia que es a su vez una trampa mortal al momento de escribir reseñas como ésta, pues su primer acto plantea una dirección argumental específica sólo parta transfigurarla en el segundo y terminar con un tercer acto que fracasa en cuajar lo que ya se expuso, así que debo determinar la sinopsis a una serie de elementos concisos que describen los aspectos principales de la cinta para no arruinar las revelaciones y giros que surgen en su punto medio.
Una vez más el superdetective Benoit Blanc (el estupendo Daniel Craig) debe resolver un crimen, ahora en una exótica locación (una isla griega) donde se ha congregado un ecléctico grupo que supone liderato en sus respectivos ramos, incluyendo una diva en estado decadente llamada Birdie (Kate Hudson) junto a su asistente Claire (Kathryn Hahn), un influencer que vive con su madre de nombre Duke (Dave Bautista) y su pareja Whiskey (Madeline Cline) y un científico afroamericano (Leslie Odom Jr.) al borde de un gran descubrimiento que puede hacerlo millonario, todos convocados por un plutócrata llamado Miles Bron (Edward Norton) quien buscará hacerles pasar un fin de semana misterioso al tener que resolver su propio asesinato.
Todos tienen motivos ocultos para odiarlo y, por ende, procurarle un daño, pero las cosas dan una vuelta en U a lo inesperado cuando a la actividad se suma Andi Brand (Jonnelle Monae), ex socia de Bron que fuera relegada por el vano personaje y despojada de sus ganancias cuando ambos produjeron una compañía multimillonaria que Miles se apropia usando malas artes. Lo que parece una unidireccionada trama a resolver un crimen real se transforma en una suerte de sátira sobre la ideología y capitalismo gringos con muchos giros de tuerca y elementos sorpresivos que Benoit Blanc debe explicar y resolver mediante su ingenio y sus habilidades deductivas. Johnson termina en un cul-de-sac narrativo donde todos sus planteamientos por muy entretenidos e inteligentes descolocan su postura justo en el punto climático cuando la resolución del conflicto semeja un berrinche pueril sin que las cosas terminen de forma satisfactoria.
Todos los personajes terminan siendo amenos pero no admirables o trascendentes como en la cinta anterior, sofocando la chispa y frescura que la primera parte obtuvo a través de una caracterización más cuidadosa y solemne que en ésta ocasión con todo y que el reparto lo hace estupendamente.
Tal vez el problema con esta ambiciosa “Cebolla de Cristal” es que procura demasiadas capas para cubrir su núcleo dramático agotando al espectador mediante el esfuerzo de irlas retirando mediante constantes diálogos y flashbacks. Entretenida pero nada más.