Creencias, principios y certidumbres fundantes de la acción organizada en defensa del Medio Ambiente.
Con base en los apuntes de la conferencia del 5 de junio de 2023, por el Día Mundial del Medio Ambiente, en el teatro Matamoros de Morelia, Michoacán
Hace medio siglo, en los primeros años de la década de los 70s, principalmente en EEUU, Inglaterra, Francia, Alemania y otros países que en esos años eran los más industrializados del mundo, empiezan a aparecer las organizaciones sociales en la defensa del Medio Ambiente como consecuencia de la creciente conciencia social en torno a la enorme devastación ecológica y ambiental producida en sus países, por la industrialización y el crecimiento económico entre 1950 y 1970(lo mejor de los 30 años gloriosos).
En este contexto se gestan las creencias o principios o certidumbres sobre las que en adelante realizarán sus acciones este nuevo tipo de organizaciones sociales, en sus dos grandes perspectivas: la ambientalista y la ecologista, y las que a su vez se desprenden de ellas.
En estos países empiezan a florecer en esos años tanto las críticas más radicales a la industrialización, la urbanización, la pesca, la agricultura, los servicios educativos, médicos y de transporte, como a las nuevas tecnologías, la economía de crecimiento, y la filosofía que está detrás de estas actividades, así como el debate sobre los riesgos y peligros de las centrales nucleares, los agroquímicos, las vías rápidas; la discusión sobre los efectos perversos de la escuela primaria obligatoria, la medicina institucional, los medios de comunicación, la publicidad, la mercadotecnia y en torno a la degradación cultural que implicaba el creciente productivismo, consumismo y economicismo.
También, madura en esos años la discusión en torno a las alternativas frente a las propuestas desarrollistas o progresistas o economicistas impulsadas durante los años 50s y 60s-, por el FMI, el Banco Mundial, los bancos de desarrollo y los gobiernos, para la creación de empleos y la modernización de los países entonces clasificados como “subdesarrollados”, como México.
El rápido aumento en el consumo de autos, refrigeradores, teléfonos, televisores, objetos y empaques de plástico, fibras sintéticas o artificiales, o el uso de los servicios médicos, educativos o de transporte urbano, en los 30 años gloriosos (1945-1975), comenzaba a crear en esos años en los países muy industrializados grandes afectaciones ambientales y ecológicas; también las provocan: la construcción de megaproyectos como: centrales nucleares, supercarreteras, grandes presas, grandes aeropuertos, trenes de alta velocidad, vías rápidas, torres, centros comerciales, ciudades universitarias, ciudades industriales, zonificaciones urbanas. Además, todo este proceso de crecimiento económico y devastación ecológica se da con el apoyo de los noticieros en la TV, el radio y los grandes periódicos, las Relaciones Públicas, entre otras herramientas de las pujantes empresas transnacionales, para la defensa de sus intereses.
Las políticas y programas para el bienestar social ya empezaban a producir malestar social y los movimientos contraculturales, como el Hippie o el mayo del 68, estaban ya en su esplendor.
Al comenzar los años 70s, en esos países opulentos empiezan a tener un gran impacto los libros de Iván Illich: La Convivencialidad, Energía y Equidad, La Sociedad Desescolarizada, Alternativas, Némesis Médica, entre otros escritos en Cuernavaca, Morelos, con sustento en los seminarios del Centro Intercultural de Documentación, CIDOC, (1969-1976)- donde participaban muchos profesores y estudiantes de altos estudios de muchos países de América y Europa-”: estos libros fertilizan el nacimiento del movimiento ecologista europeo.
Simultáneamente, despuntan en EEUU: la corriente de Ecología Social de Murray Bookchin, la visión global de la cuestión ecológica de Barry Commoner y sus cuatros grandes principios, la Ecología profunda (Deep Ecology), con el poeta Gary Schneider y Peter Berg y en Noruega, con Arne Naess y la distinción Ecología Superficial/ Profunda que introduce la distinción antropocentrismo/ecocentrismo. La ecología política comienza a fortalecerse en esos países “desarrollados” y a preparar el terreno, para el nacimiento años más tarde de los partidos verdes, ecologistas, de esos países.
El libro Lo pequeño es hermoso (1971) de EF Schumacher, discípulo de Leopoldo Kohr, en torno a la Producción, la Paz y la Permanencia, la Economía, el Tamaño, la Educación, la Tierra, la Industria, la Energía Nuclear, la Tecnología, el Desarrollo, el Desempleo y otros grandes temas, se convertirá en el libro más vendido en Europa, por espacio de siete años, será traducido al menos a 30 idiomas y en cierto sentido se volverá el primer “catecismo” ecologista europeo.
En paralelo, por la emergencia del neoliberalismo, los gobiernos y los grandes empresarios de esos países ricos y poderosos sepultarán rápidamente en las grandes profundidades de la Tierra el Informe del Club de Roma (Los límites de crecimiento, 1971), – los políticos más destacados jurarán que nunca objetarán el crecimiento económico-, pero, con base en este mismo Informe, comenzarán a cambiar mucho sus ideas sobre las contaminaciones y la devastación de la riqueza natural en sus propios países y su apoyo al fomento del desarrollo en los países “subdesarrollados” o “en proceso de desarrollo”.
Empezarán a abandonar su apoyo para el desarrollo de estos países poco industrializados y a sacar de sus países las industrias y servicios más contaminantes para enviarlos a estos países débiles y vulnerables los que, además, carecían de una sociedad muy consciente de la protección del Medio Ambiente y la preservación de la diversidad biológica y cultural y que por otro lado querían desesperadamente “crear empleos”, para “salir de la pobreza”, modernizarse, desarrollarse y volverse dependientes de estos países “desarrollados”.
Estos gobiernos poderosos y sus multinacionales se dieron cuenta entonces de que se estaban agotando rápidamente los “recursos no renovables”, como el gas, el petróleo, los metales, y otras materias primas (Club de Roma) y empezaron a buscar o ensayar las mejores formas de obtener a bajo costo (por medio del endeudamiento, chantaje, soborno-corrupción de los gobiernos de los países “subdesarrollados”) las concesiones o facilidades legales y políticas, para extraer las riquezas naturales de estos países “subdesarrollados”.
Al mismo tiempo el agotamiento del “petróleo barato o convencional” en EEUU (Pico de Hubbert), el “shock petrolero” creado por la OPEP, la creciente dificultad para sostener el crecimiento económico entre 1950 y 1970, el gran aumento de las críticas a la devastación ambiental en esos países, el nacimiento de las doctrinas neoliberales, entre otros factores, comenzaron a transformar las relaciones entre los países que estaban muy industrializados y los países entonces calificados como “subdesarrollados”.
Comenzó a crearse en esos años un reacomodo del mundo: el surgimiento de las relaciones entre un Norte global- integrado por países ricos y poderosos que saquean las riquezas naturales (extracción intensiva de minerales, agua, diversidad biológica) de un Sur global- integrado por países que fueron colonias de países europeos, que tienen una gran diversidad cultural y biológica y que no generan tecnología-; aparece un Norte global que explota el trabajo de los habitantes de estos países del Sur global, por medio de sueldos miserables en las maquiladoras que se instalan en ellos y que contaminan en exceso su Medio Ambiente, por la producción descuidada en su territorio de mercancías que finalmente consumen sus muy glotonas sociedades.
En este ambiente político, hace más de cinco décadas en los países “desarrollados” aparecen las nuevas organizaciones sociales para la defensa del Medio Ambiente que parten de la fe o la creencia en que las ideas(utopías) de Progreso, Desarrollo y Modernización y sus complementos- las ideas de productividad, competitividad y crecimiento económico-, son inobjetables fundamentos, para lograr el Bienestar o la Felicidad de los seres humanos(constitución de EEUU) y que estas ideas están muy lejos de ser grandes responsables de la degradación del Medio Ambiente o del agotamiento de las riquezas naturales del mundo.
Además, estas nuevas organizaciones creen que el Estado y el Mercado (empresas multinacionales) son entidades muy necesarias para lograr que algún día este Bienestar o esta Felicidad sea para la gran mayoría de la población del mundo; en estas nuevas organizaciones se manifiesta la Ecología superficial que no cuestiona la Visión del Mundo dominante.
Las organizaciones sociales para la defensa del Medio Ambiente que desde su fundación han operado con estos axiomas o creencias o principios habitualmente se han autodenominado como ambientalistas.
Estas nuevas organizaciones sociales desarrollistas han creído que la defensa del Medio Ambiente se consigue principalmente con acciones dentro o muy cerca del Estado o el Mercado, para lograr ajustes importantes en el funcionamiento del Estado, por medio de nuevas tecnologías y con cambios constitucionales, nuevas legislaciones y normatividades, y también, con modificaciones importantes en las relaciones internacionales y las organizaciones mundiales (tratados globales), por medio de gobiernos comprometidos con estos objetivos, así como cambios tecnológicos importantes, para un mejor funcionamiento del Mercado, incluyendo el comercio internacionales y local y la libertad para crear comunidades alternativas.
Normalmente, este tipo de organizaciones sociales han querido concentrar sus esfuerzos en asuntos muy concretos e inmediatos; han querido combatir ciertas actividades o tecnologías muy contaminantes o defender solamente ciertos lugares “Mi Ambiente” (mi casa, mi barrio, mi ciudad, mi territorio o mi país), pero, han tenido a su vez tres perspectivas muy distintas: el ambientalismo profesional, el ambientalismo defensivo o “de los pobres” (Martínez Alier) y el ambientalismo que ensaya o desarrolla alternativas de cambio de vida, para unos pocos (nuevas tecnologías, nuevas viviendas o nuevas comunidades).
La primera perspectiva ambientalista- el ambientalismo profesional-, ha creado organizaciones tales como los ministerios o secretarías de Estado, o los institutos, las comisiones gubernamentales o intergubernamentales, para la defensa del Medio Ambiente. Además, las organizaciones no gubernamentales, las IAP, las asociaciones civiles ambientalistas que habitualmente han recibido fondos “verdes” del Estado (de uno o varios gobiernos o multilaterales) o del Mercado (fundaciones, empresas) o los despachos de consultoría que han hecho estudios o asesorías sobre cuestiones ambientales y de “sustentabilidad”, para gobiernos o multinacionales.
Este tipo de organizaciones han estado integradas por “expertos en Medio Ambiente” científicos, ingenieros, arquitectos, médicos, abogados, economistas, antropólogos, psicólogos, ecólogos, comunicólogos, filósofos, intelectuales, técnicos. Es frecuente que sus integrantes hayan participado en cumbres o reuniones nacionales e internacionales sobre el Medio Ambiente, Biodiversidad, Energía, Educación Ambiental y otros temas y algunos se hayan ocupado en dictar líneas de “educación ambiental”, para la educación primaria obligatoria de sus países.
Los integrantes de esta primera perspectiva ambientalista usualmente han tenido una fe inquebrantable en los productos de la ciencia y la tecnología- han defendido mucho las opciones o alternativas tecnológicas, para resolver los daños ambientales ( y climáticos)-, pero, han colocado el empleo, la productividad y la competitividad y al crecimiento económico, por encima del Medio Ambiente y han propuesto principalmente acciones individualistas, como “poner la basura en su lugar” o “Basura cero: separar los residuos en la fuente” o “ahorrar agua y energía” o “cultivar y comer comida orgánica” o “soluciones de mercado” como “bonos de carbono” o megaproyectos de incineración de basura o residuos, parques eólicos y solares y se han desvivido por lograr lo imposible: la “sustentabilidad” dentro de un sistema político y económico cimentado en tecnologías totalmente insustentables.
El ambientalismo profesional ha subsistido por la venta de conocimientos técnicos o científicos en torno al Medio Ambiente a entidades gubernamentales, grandes y medianas empresas o escuelas, institutos o facultades de grandes universidades: ha hecho negocios con el Medio Ambiente, con todo lo que ello ha implicado de conflicto de intereses. Este ambientalismo ha mostrado su carencia de ideología propia, ha adoptado la ideología dominante, liberal o conservadora o socialista. Ha habido ambientalismo de derecha y de izquierda.
La segunda perspectiva ambientalista, el ambientalismo defensivo o de “los pobres”, ha creado organizaciones que han nacido como respuesta a las agresiones ambientales extremas del Estado o del Mercado que han provocado la creación de movimientos sociales que han desembocado en “coaliciones de afectados” que combaten megaproyectos( presas, supercarreteras, trasvases, aeropuertos o nuevas pistas de aeropuertos, entre otros) , programas de desarrollo, tecnologías peligrosas o de muy alto riesgo, como las manipulaciones genéticas, la nanotecnología, la biología sintética, la 5G, las centrales nucleares, los monocultivos, los parques eólicos y solares, entre otras.
Los integrantes de esta segunda perspectiva ambientalista regularmente han sido indígenas, campesinos o vecinos de pueblos, ejidos, barrios o colonias que no han sido debidamente informados por los gobiernos o las multinacionales de los efectos nocivos para el ambiente de sus comunidades, de estos proyectos, programas o tecnologías, pero que han obtenido información de estudios académicos o de activistas ambientales sobre estos efectos nocivos o tienen indicios de la gravedad que entrañan su construcción o su aplicación o los intuyen o imaginan. Normalmente, no se han reconocido a sí mismos como ambientalistas, sin embargo, por su defensa del territorio, los gobiernos, los periodistas y los académicos los han etiquetado como ambientalistas, para evitar que los llamen ecologistas, como los famosos “campesinos ecologistas” de México.
La tercera perspectiva, el ambientalismo que ha trabajado en alternativas de cambio de estilo de vida, ha creado organizaciones, para la protección ambiental de lugares- zonas de reserva, recuperación de suelos, bosques o cuerpos de agua muy degradados o especies en peligro de extinción, o de nuevas comunidades, como las ecoaldeas o comunidades del Arca o de transición o las grandes cooperativas regionales, para la producción y venta de utensilios o instrumentos o servicios que ayudan a reducir las contaminaciones.
El ambientalismo ha mostrado una gran carencia de unidad ideológica o articulación política o sentimientos comunes: no ha sido un movimiento social, con claras demandas comunes, ha sido más bien un conjunto de reacciones gubernamentales, académicas o empresariales, ante el colapso ecológico y climático, aunque ciertos ambientalistas hayan apoyado ocasionalmente la irritación social por la devastación socioambiental creada por la industria y los servicios.
Hace medio siglo, en los mismos años en los que aparecen las organizaciones ambientalistas, surgen las organizaciones sociales en defensa del Medio Ambiente y el Equilibrio Ecológico que han cuestionado las ideas o utopías de Progreso, Desarrollo y Modernización y que desde su fundación han combatido las ideas de productividad, competitividad y crecimiento económico y que han creído que el Estado y el Mercado (empresas multinacionales) han sido entidades que han impedido mucho la preservación de la riqueza natural de la Tierra y la protección del ambiente y que han aniquilado la convivencialidad, el Buen Vivir y la Paz en la Tierra. Estas organizaciones se han autodenominado habitualmente como ecologistas.
Debido a la novedad y radicalidad de las ideas y propuestas del movimiento y las organizaciones ecologistas, entre ellas sus críticas severas a la Economía política y a la Ciencia y la Tecnología, y la marginación y descrédito a la que han sido sometidas por “el Sistema”, me ocuparé de ellas en la tercera parte de este breve ensayo.
En México se instrumento, en el sexenio de Salinas de Gortari el llamado Ordenamiento Ecológico General y cada estado se propuso realizarlo localmente, éste fue un claro ejemplo de lo que menciona usted sobre las políticas ambientalistas que aún se implementan en cada región del país. Sobra decir para que han servido.