De Herodes a Pilato

De Herodes a Pilato

La Semana Santa cada vez parece menos santa. Cada vez las empresas, los negocios, las tienditas tienen menos cara. Ya no es la tiendita de Don Panchito, sino el OSSO de la esquina. Ya no es la zapatería de Don Juan y Don José sino la de siete o veintisiete hermanos. Van desapareciendo las carnicerías de Ángel o de Luis para ser sustituidas por las cadenas. El mundo amanece más tarde. Ahora es raro encontrar negocios que abran antes de la nueve de la mañana y son muy comunes los que van abriendo a las once. Los dueños de las cadenas quizás tengan sus creencias y practiquen algunos ritos, pero su negocio no cierra por la cuaresma o por la Semana Mayor. Los llamados antros responden a intereses económicos y si no se tientan el corazón para embrutecer a sus clientes, menos aún para disminuir su ruido o reducir su horario.

La Semana Santa es el pretexto para disolución y desorden, ¡Qué se le va a hacer!. Merece la pena dedicar unas líneas a la Pasión del Señor, con acento en algunos aspectos jurídicos del proceso, porque, cada maestrito tiene su librito, cada viejito alaba su bastón y la cabra tira al monte (de los Olivos). Cómo aprendiz de abogado que soy sigo con entusiasmo nuevas corrientes, nuevas perspectivas y nuevas aportaciones en las áreas de mi interés.

Apenas hace unos días leí una reinterpretación de algunos pasajes de los evangelios particularmente en relación con el proceso y muerte de Jesucristo, en una visión un tanto política a partir de la idea del Nazareno como un líder social, un levantado que puso en riesgo la estabilidad del dominio Romano y la hegemonía de la mafia del poder judío.

Conviene recordar que las provincias romanas eran básicamente de dos tipos: las más antiguas llamadas del Senado que tenían gobernadores y las más recientes llamadas del emperador que tenían a la cabeza prefectos. Judea era el caso último, el prefecto, Poncio Pilato. era un representante personal del emperador. Lejo de la imagen de una persona de carácter débil, pusilánime. Indeciso. Los anales romanos nos hablan de un hombre autoritario enviado para apaciguar algunos brotes de inconformidad que no duraron mucho tiempo. Al llegar a Jerusalem, uno de sus primeros desplantes fue entrar montado en su caballo hasta el Sancta Sanctorum, el recinto más sagrado del templo, donde se conservaba el Arca de la Alianza. Evidentemente Pilato hizo un alarde de poder que los judíos soportaron.

Es bueno recordar también que uno de los secretos de la Pax Romanae instaurada por César Octavio Augusto, primer emperador, era permitir que los pueblos invadidos conservaran en la medida que no comprometiera la dominación de Roma, sus propias instituciones y autoridades. Roma ya era una potencia cosmopolita y convivían en la capital todo tipo de etnias, ideologías y religiones bajo el control de un sentido pragmático del derecho y la administración. Por eso no es extraño que Jesucristo no fue juzgado por las autoridades romanas sino por las instituciones judías. En el texto que recién leí, se hace la conjetura de que posiblemente la captura fue algo acordado para evitar un enfrentamiento y un derramamiento inútil de sangre entre los seguidores de Jesús y las centurias romanas mejor armadas, mejor pertrechadas y sobre todo infinitamente mejor preparadas. Se dice, conjetura al fin, que dada la orografía el señor Jesús se rodeó de algunos cercanos y acampó en las faldas del monte, mientras el grueso de sus seguidores se recogieron en lo alto de la colina.

Es de destacar también que al menos entre los evangelios sinópticos y el de San Juan, parece haber una discrepancia de tiempos, porque si la aprehensión se dio la noche del jueves no parece alcanzar los tiempos para el recorrido de “Herodes a Pilato”. Si, como algunos piensan, Jesucristo había sido iniciado por su primo Juan El Bautista en el rito esenio, entonces celebraría la pascua un día antes y la cronología saldría justa, tal como lo señala el evangelista Juan,

Existe una tradición, que no es sino eso, que afirma que Nicodemo hizo un alegato ante el Sanedrín. Nicodemo sólo es mencionado por el apóstol Juan, en una breve referencia a un diálogo con Jesucristo respecto del “reino de los cielos” (expresión rara en los evangelios) y la afirmación de que en el Consejo judío recomendó que se investigase a fondo antes de dictar una sentencia. La tradición patrística de la Iglesia reflejó en una obra literaria todo un gran alegato jurídico que también recoge el maestro Ignacio Burgoa en una obra muy malita que tituló “El proceso de Cristo”.

Las ejecuciones eran monopolio de las centurias romanas. Los pueblos sojuzgados podían conservar instituciones y autoridades, pero la fuerza pública estaba en manos de los conquistadores. De allí que las autoridades judías tenían que acudir ante el prefecto para la ratificación y en su caso la ejecución del reo. La presentación ante Pilato, poco tiene que ver con un auténtico proceso romano. En la época ya regía el llamado proceso extra ordinem que implicaba la presentación escrita de una demanda, el desahogo, la presencia de un advocator y desde luego un procurator, cuyas veces haría el prefecto. El simbolismo del lavado de manos no era una costumbre romano sino del oriente medio y desde luego la opción de liberar a Barrabás sería un riesgo innecesario que no hubiera corrido el prefecto.

Roma no tenía causa contra Jesucristo, pero tampoco tenía sentido oponerse a la decisión del Sanedrín. La pasión y muerte de aquel justo fue irrelevante en la historia romana. No se consignó en los informes de Pilato, no se registró en los anales, no tuvo consecuencias inmediatas ni próximas y fue muchos años después que sus enseñanzas se sistematizaron y sus ideales se conformaron en una doctrina que marcaría para siempre la historia de la humanidad.

Sin duda merece esta Semana Santa, dedicar unos minutos, unas horas, para el recuerdo, el estudio y la reflexión de una doctrina de amor y justicia.

jemartinj@aim.com facebook jemartinj X @jemartinj

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

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