DOS AÑOS

DOS AÑOS

Ya se cubrió el 33% del periodo, han pasado muy rápido los dos primeros años de la gestión de Andrés Manuel López Obrador, encontrándonos muchos claroscuros que demuestran una administración nada lineal. Se podría decir que conforme a la óptica del Presidente, las cosas van bien para lo que él considera la Cuarta Transformación, pero un gran sector de quienes votaron por la opción política que representó en 2018, tienen aún expectativas incumplidas y como se ve, no ocurrirá eso, salvo que se presente una enorme presión social.

Aún con el comentario anterior el balance que puede hacerse es positivo, conclusión no fácil, sobre todo por lo presentado este año, que podemos calificar de aciago, por la pandemia y la crisis económica. La aceptación popular conforme las más recientes encuestas, hacia López Obrador es muy alta, no obstante la persistencia de la derecha opositora en golpear para mellar a un gobierno que por sobre todo se mantiene. Y eso que no fue un año fácil ni con factores provocados por él.

Nadie duda de lo que quiere e impulsa López Obrador, en lo que ha llamado como Cuarta Transformación. Sabe que tiene poco tiempo para lograrlo y por ello trabaja rápido, pero hasta ahora no se le ve que actúe para asegurar una continuidad del proyecto después de que ya no esté ni que repita el papel de Calles cuando señalaban que, “aquí vive el presidente, el que manda, allá enfrente”. Lo que si, en estos dos años (con uno casi perdido), ha demostrado su real postura política, progresista, congruente, firme en lo que dice y hace, pero no de izquierda. Conforme pasa el tiempo me convenzo más que es como el Kerenski mexicano.

Tampoco tengo dudas en la conveniencia del apoyo dado en 2018 ni del acompañamiento crítico después de asumido el gobierno, pero esto quiere decir que, aún reconociendo los rasgos positivos, que los hay, también es obligado señalar los errores (que los hay) junto con las propuestas alternativas, insistir tercamente en ellas y más por las características de uno de los destinatarios, sobre todo con un movimiento amplio atrás (ahí lo difícil) para quebrar la piedra y lograr que avancen. De ahí que en lo personal considere la 4T como una hoja en blanco, un objetivo cuyo contenido está en disputa, entre la propuesta de AMLO, la del sector de derecha en el gabinete (Alfonso Romo) o de la izquierda de adentro y afuera del gobierno (ambas postradas y autocensuradas, lo cual hace más difíciles las cosas).

Es resaltable el apoyo a los sectores desprotegidos a través de los programas sociales, resguardados con los marcos legales protectores, la todavía no acabada lucha contra los altos salarios de servidores públicos, los dos aumentos salariales que han resarcido el deterioro del poder adquisitivo pero todavía están cerca del cincuenta por ciento (por ello esperamos que en este año el gozo no se vaya al pozo), el combate a la corrupción, así como el refuerzo al Estado mexicano, que aquí se diferencia con el neoliberalismo y la postura de éste para adelgazarlo, bajo la consideración capitalista de que sólo puede servir para facilitar las cosas a los inversionistas. Aquí también se incluye la defensa de la soberanía energética, aunque en los hechos no haya dado marcha atrás a la reforma peñista del 2013. Otro paso saludable ha sido meterle mano ya a la figura de la tercerización o subcontratación.

En contraparte, el rubro más criticable de la gestión de López Obrador es la económica, que salvo lo declarativo y sus rasgos keynesianos, asegura la continuidad del modelo neoliberal. Su manejo macroeconómico de control de la inflación por ejemplo, no dista de las administraciones anteriores. No por nada el reconocimiento de los más importantes organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional. No ha tocado ni al parecer tocará a la oligarquía financiera. Ya incluso lo anuncia en su reciente publicada Guía ética para la transformación de México, donde se menciona en su punto 17 (De la riqueza y la economía) que, quien procura la ganancia razonable, quien empeña su creatividad, se arriesga y mantiene fuentes de trabajo, será reconocido por la sociedad como un empresario responsable con sentido social”. No, no es así. Estamos claros porqué no defienda una postura de clase, no tiene porqué hacerlo, porque no cree en ello, ya vimos su postura sobre la corrupción como fuente de la desigualdad social, pero tampoco señala la explotación de los trabajadores y el apoderamiento de la plusvalía por parte de los empresarios. No es cuestión de buenos y malos, no es tan sencillo. Por lo menos yo no encuentro diferencias sustantivas entre Carlos Slim y Claudio X. González o entre Alfonso Romo y Ricardo Salinas Pliego.

No se ha hecho ni se pretende hacerlo al parecer, es grabar a los que más tienen, a partir de una reforma fiscal distinta a la que hasta ahora se ha aplicado, tampoco se toca a la inversión bursátil, no se han tomado medidas contra aquellos que antinacionalmente sacan grandes cantidades de dinero al exterior y como se anunció en julio pasado, no se tocó el carácter privado de la administración del sistema de pensiones.

Hay otros aspectos que habría que señalar, pero que se confrontan con propuestas habidas desde la izquierda. De esto podríamos comentar en otra entrega.

Daniel Carlos García

Aguascalentense de nacimiento, comunista por convicción y médico por estudios en la UNAM. Militante activo de la izquierda marxista desde la década de los 70’s; fue miembro y dirigente de los partidos: PCM, MAUS, PSUM, PMS Y PRD. Periodista por vocación y colaborador de diversas publicaciones. Ha escrito diversos libros, entre ellos: “Fulgor rebelde. La guerrilla en Aguascalientes”, “El perredismo en Aguascalientes” y el “Diccionario de la Izquierda en Aguascalientes”, “Historia y situación del cooperativismo en el DF” y “Las mujeres en la Revolución Mexicana”. Fue Director de Capacitación para el Empleo del Gobierno del Distrito Federal (2000-2005); asesor del Srio. de Gobierno del GDF y Director de Estudios y Estadísticas del Trabajo (GDF 2007-2012). Actualmente es Gerente de Saludo en CENFES, AC, así como organizador y dirigente del Movimiento Comunista Mexicano (MCM).

Daniel Carlos García

Aguascalentense de nacimiento, comunista por convicción y médico por estudios en la UNAM. Militante activo de la izquierda marxista desde la década de los 70’s; fue miembro y dirigente de los partidos: PCM, MAUS, PSUM, PMS Y PRD. Periodista por vocación y colaborador de diversas publicaciones. Ha escrito diversos libros, entre ellos: “Fulgor rebelde. La guerrilla en Aguascalientes”, “El perredismo en Aguascalientes” y el “Diccionario de la Izquierda en Aguascalientes”, “Historia y situación del cooperativismo en el DF” y “Las mujeres en la Revolución Mexicana”. Fue Director de Capacitación para el Empleo del Gobierno del Distrito Federal (2000-2005); asesor del Srio. de Gobierno del GDF y Director de Estudios y Estadísticas del Trabajo (GDF 2007-2012). Actualmente es Gerente de Saludo en CENFES, AC, así como organizador y dirigente del Movimiento Comunista Mexicano (MCM).

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