El amor en tiempos de política
Cuando de amor se trata casi siempre hablamos de las emociones que embargan en una pareja, del padre al hijo, sin embargo, pocas veces reparamos del amor filial en la sociedad a la cual nos debemos y estamos inmersos de manera constante, permanente para bien para estar. En las llanuras del pensamiento cabe señalar que gracias a esa sociedad también se hacen negocios, se encuentra un empleo, se vive en un vecindario. Es de ese amor del que deseo hablar. Uno de los que se proyecta al caminar por la calle y saberse seguro o al menos a la expectativa de que todo estará bien. La esperanza es esa virtud cardinal con la que nos encontramos si se sabe argumentar, disentir, argumentar creando un espacio para la discusión, para el debate enardeciendo las ideas y no a las personas.
El amor pilar para el impulso de la vida individual —en términos de emparejamiento y reproducción, a partir de una norma social claramente establecida—, lo que guía y en ciertas ocasiones determina el curso de vida de las personas, forma parte de una estructura social y económica que organiza y administra, que delega labores y responsabilidades en su nombre.
[bctt tweet=» En esta desigualdad, la retórica del amor cumple un papel medular de legitimación y de reproducción, tanto en el espacio público como en el privado » username=»crisolhoy»]
La determinación de roles y comportamientos es notoriamente diferente en función del sexo de las personas, y es el pilar de la desigualdad entre hombres y mujeres, también conocido como patriarcado.
En esta desigualdad, la retórica del amor cumple un papel medular de legitimación y de reproducción, tanto en el espacio público como en el privado. En este caso cuando el Presidente de la República, promueve una narrativa patriarcal a conveniencia para llamarle una revolución amorosa no solo hablaba de dar a cada quien lo que corresponda, se trata de hacer más por los demás, crear un entorno a partir de lo que a cada uno corresponde. Parece que eso fue sólo un discurso debido a que en la caridad de dar recursos sin mayor empacho para los jóvenes que ni estudian ni trabajan es una manifestación que no genera riqueza, al contrario, es una dependencia económica -mínima- de parte los beneficiarios. Así como el aumento de pensiones en los ancianos a costa del bono demográfico que tenemos es una contradicción el tener a la fuerza laboral comprometiendo recursos del futuro con una metodología del pasado.
El cambio de mentalidad no es producto de arte de decirlo, es consecuencia, de un sinfín de estrategias para rentabilizar las política financieras, económicas y energéticas creando un entorno de confianza y con mucha lógica para preparar un ecosistema prospero. El pensamiento progresista es una máquina de hacer funcionar las cosas, aunque en ese empeño se vea reflejada la resistencia natural a que exista un futuro con miras a un presente sostenible, con menos violencia, con mayor colaboración, y si más participación de la sociedad con un estado regulador.
Es aquí donde la sociedad reclama desde diferentes frentes, uno de ellos es la crítica constructiva haciendo en las aulas, en los negocios y en las asociaciones civiles una cara polarizada al poder que no entiende que el siglo XXI es más plano que cualquier evento histórico.