El anciano, el pensamiento y el mar.

El anciano, el pensamiento y el mar.

El anciano, el pensamiento y el mar. 

Sobrevivir es un milagro, mi conciencia necesita demasiada  curiosidad y un amplio  lenguaje para someramente expresar algún sentido ante tan incomprensible acontecimiento que me  resulta la existencia, la vida es lo que continuamente trato de explicarme, la vida desborda mi lenguaje. 

Mi pensamiento es un anciano que viaja en   una barca, lleva consigo una débil luz en una lampara que alumbra  en medio de la oscuridad del mar durante la amplia  noche, -el mar simboliza la existencia en esta metáfora-, lo que alcanza a alumbrar la luz del anciano  apenas  en la inmensidad,  son las formas difusas del mar;  lo que nutre a la luz que alumbra el mar  en medio de la nada azul, paradisíaca e inmensa,  es un combustible limitado; la luz es insuficiente, parca, confusa, débil. El anciano que dirige la barca no se dirige a ninguna parte, la penumbra es absoluta, la incertidumbre también. 

[bctt tweet=»el anciano alumbrando la oscuridad está muy cansado, ni siquiera en mis sueños me encuentro con la inmovilidad de la muerte,» username=»crisolhoy»]

No puedo despertar de mi sueño, estar vivo es  estar soñando imágenes en movimiento;  la vida es constante movimiento, y mi pensamiento que parece un anciano alumbrando la oscuridad  está muy cansado,  ni siquiera en mis sueños me encuentro con la inmovilidad de la muerte, me resulta imposible pensar sin fatigarme, me resulta imposible navegar sin naufragar, me resulta imposible ser poseedor de una identidad, los sujetos ya no comparten ni sus penas más amargas. 

¡Pero la vida acontece de otro modo a nuestros deseos grita el nihilista  anciano que supone ingenuamente su vida está lejos de la muerte! El más insignificante placer puede despertar la devoción por vivir de cualquiera, el mas insignificante placer puede causar una nostalgia atroz.

Vivir es soñar porque nada de lo que se me aparece al pensamiento  existe sin mi conciencia que lo percibe, eso a lo que le digo realidad es una ilusión de mi entendimiento, mi frágil pensamiento suele ser esclavo de mi deseo. Muere el alma  cuando se deja de amar, muere el cuerpo cuando se deja  de sentir, muere mi  espíritu cuando me dejan de nombrar, muere el universo cuando dejó de estar, muere el pensamiento cuando dejó de percibir, muero yo cuando dejó de existir; pero entre tantas abstracciones sobre la muerte, la más difícil es cuando muere el amor porque se deja de admirar y de desear, cuando todo tipo de belleza se marchita y se erosiona, cuando estando en vida uno quiere enterrar lo vivido. 

La peor de las muertes es vivir sin saber que se sueña, tener un cuerpo  que no desea otra cosa que dejar de sufrir, ser un autómata sin lenguaje, no imaginar si no abolir, no amar sino detestar, existen muchas formas de estar muerto en vida. El anciano aventó su lampara al mar, se arrojó después a las inmensas olas, nado con violencia hasta ahogarse y desaparecer en la inmensidad azul del océano furibundo. Su barca de madera quedó flotando a la deriva como su cuerpo en el océano que rugia como Poseidón enojado con su padre. 

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

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