“EL ÁNGEL DE LA MUERTE” (“THE GOOD NURSE”) – NETFLIX
En una cama de hospital un paciente sacude repentinamente su cuerpo en un último estremecimiento de vida mientras varios médicos tratan de salvarlo. Sólo un enfermero, de figura lánguida y mirada triste, permanece inmóvil diseccionando con ésos melancólicos ojos la escena.
El director danés Tobias Lindholm (guionista de “La última Ronda” y “La Caza”) inicia de ésta forma su película “El Ángel de la Muerte”, un drama permeado de atmósferas pesarosas y casi dolientes donde la lluvia o la ausencia de luz solar marcan cualquier puesta en escena y se vinculan a éste punto introductorio donde aquel enfermero, un hombre llamado Charlie Cullen (Eddie Redmayne), orquesta la muerte de personas enfermas internadas en hospitales al inocular insulina en sus bolsas de suero por razones desconocidas.
Ésa oscuridad que mora en su ser donde ningún motivo parece conjurarse que especifique o aclare su conducta es la misma oscuridad que dominará éste relato basado en un caso real donde Cullen será un enigma a descifrar por las autoridades y por otra enfermera, una mujer con afecciones cardiacas llamada Amy Loughren (Jessica Chastain), madre de dos niñas que lleva una situación económica difícil y que se esperanza a cubrir sus duras cuotas laborales en el hospital donde labora para tener un seguro médico que le provea del anhelado trasplante de corazón capaz de mejorar su calidad de vida.
Pero su angustia existencial ante ésta situación se entremezcla con la intriga que Cullen produce en aquel sitio una vez que la muerte de un paciente le sigue a otra. Las pesquisas de los oficiales a cargo es lo que pone a Amy en alerta y su amistad con Charlie, una que iba in crescendo ante su amabilidad y disposición por ayudarla toma un giro en U ahora que ella decide averiguar la verdad, algo que la conducirá a una temible verdad.
La decisión del director Lindholm por distanciar la narrativa de un juicio que predisponga al espectador a aborrecer al mesurado monstruo que detona los aspectos dramáticos del filme es una que muestra la inteligencia argumental que ha ido cultivando desde sus trabajos con el cineasta danés Thomas Vinterberg donde la caracterización se construye mediante dosificadas muestras de conducta visceral en conjunto con momentos de musitada calma, algo que aplica a ambos protagonistas quienes logran relacionarse creíblemente gracias a la excelente dupla que arman Redmayne y Chastain tanto en términos afectivos como antagónicos, mientras que entre las comisuras de la trama se escurren algunos puntos de cuestionamiento muy válidos sobre la responsabilidad de quienes detentan cargos de poder en los hospitales al mostrarse como entes encubridores que prefieren maquillar la realidad a enfrentar cargos judiciales, demandas por parte de los dolientes o la mera burocracia que ello acarrea, asignándoles rasgos de culpa y responsabilidad en los fallecimientos a la altura del homicida.
Todo el proceso se va dando con cierta meticulosidad narrativa hasta que en el tercer acto un deseo por amarrar todos los nudos dramáticos acelera el proceso dañando la tersa construcción previa.
En un momento de la cinta Amy le cuestiona a Charlie sobre los motivos de su proceder, y él sólo atina a responder “porque nadie me detuvo”.
Tal vez no sirva para aclarar o resolver el misterio de porqué asesinó a, supuestamente, 400 pacientes en total en diferentes hospitales desde Pennsylvania hasta Nueva Jersey pero creo ésa es la tesis de la cinta y ésta terrible historia real: lo atroz no tiene un móvil, simplemente existe, y aquí está Charlie Cullen, el Ángel de la Muerte, para probarlo.