El dia que murieron mis sueños

El dia que murieron mis sueños

[bctt tweet=»Cuando murieron mis sueños, lo que quedaba era el desierto de lo ausente; como un animal asustado, busco agua en el. » username=»crisolhoy»]

 

El día que murieron mis sueños,  los gusanos nihilistas de mi alma se alimentaron del pesimismo que los mató.

Otra vida desperdiciada, entre tantas vidas hundidas en la insignificancia. 

El desperdicio consiste en estar adaptado  a este enfermo sistema de avaricia, explotación y consumo. El desperdicio  consiste en estar adaptado a la comodidad, al interior de lugares lujosos y seguros porque el exterior es sórdido, feo y peligroso.

El desperdicio consiste en reproducir la ideología que heredamos.  Enorgullecerse de pertenecer a cualquier sociedad, a cualquier clase social, el desperdicio son esos falsos defensores de la justicia social que sólo anhelan ser como sus opresores. 

El desperdicio es  esta humanidad repleta de contradicciones, de guerras, de desigualdad, de hediondez,  de usura, de soledad, está humanidad enferma de insignificancia, de entretenimiento, está humanidad autodestructiva, nociva para el planeta donde vive. 

Cuando murieron mis sueños supe que había  muerto, cuando mis aspiraciones fueron semejantes a un animal yerto;  sabía que había muerto en vida, necesitaba una imposible resurrección, asistía al entierro de mi fe,  siento el vértigo de la caída, el abismo del olvido, la angustia ante la eternidad indolente con forma de escultura de piedra. Las letras  en la lapida que suplican al que las mira que se recuerde a quien estuvo aquí en esta vida de desconsuelo.

¿Cuan doloroso es saber que vamos a morir? ¡Saber que a pocos les importa, que estamos devorados por la nada, por odios, por pequeñas infelicidades, por insatisfacciones crónicas y degenerativas, adictos a la vanidad y al consumismo, a la más rancia fatuidad!

Cuando murieron mis sueños,  lo que quedaba era el desierto de lo ausente; como un animal asustado, busco  agua en el.

¿Quién se atrevió a reducir la vida a laborar 50 años en una oficina? ¿Quién me enseñó a depender de lo que consumo? ¿Quién me arrojó a esta ciudad incansable e indolente? 

¿Quién le dice libertad a nuestra esclavitud?  

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

Alejandro Marengo

Mendigo de sueños, distópico, surrealista.   La enajeción desiderativa a la mercancía dinero, se paga siempre con libertad.

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