El Siglo de las Luces y La Enciclopedia (2)
Una de las trascendentes aportaciones del Siglo de las Luces fue la creación colectiva de lo que se conoce como Enciclopedia, en la cual pretendieron integrar si no la totalidad sí una amplia bibliografía respecto de los temas esenciales en filosofía, teoría política, economía, historia y crítica a los dogmas religiosos.
Denis Diderot (1713-1784) fue el promotor y creador de la Enciclopedia. Logró reunir a muchos de los sabios más reconocidos de la Europa de su tiempo, como Jean le Rond D’Alembert (1717-1783. Matemático y filósofo). Georges-Louis Leclerc Buffon (1707-1788. Biólogo). Antoine-Laurent de Lavoisier (1743-1794. Biólogo y químico francés, iniciador de la química moderna). Claudio Adriano Helvecio (1715-1771. Filósofo materialista; influyó en el socialismo utópico del siglo 19). Paul Henri Thiry d’Holbach (1723-1789. Filósofo materialista. (Escribió polémicas obras antirreligiosas como “El cristianismo al descubierto”. Afirmó que la religión es producto de la ignorancia). Francois Quesnay (1694-1774). Autor de la fisiocracia, afirmó que la riqueza proviene del aprovechamiento de los recursos naturales y propuso la no interferencia del Estado en la economía: “dejar hacer, dejar pasar”. En su Cuadro Económico, Tableau Économique, explica la economía en forma analítica. Según Salazar Mallén es el verdadero autor de la economía moderna. Asimismo, destacaron Anne Robert Jacques Turgot (1727-1781. Cofundador de la Fisiocracia). Y, desde luego, Voltaire y Rousseau.
Las reflexiones de Holbach (Pablo Enrique Dietrik, Barón de Holbach. Franco-alemán. 1723-1789), contienen una apreciación pesimista acerca de la sociedad y el hombre, quien se hace “malo” bajo la influencia de la educación, la religión y el gobierno, alejándose de la naturaleza, la cual “obra por medio de leyes simples, uniformes e invariables”, (Sistema de la naturaleza). Por ello “las acciones de los hombres nunca son libres; al contrario, son siempre las consecuencias necesarias de su temperamento, sus ideas, de las nociones falsas que se han hecho de la felicidad”. Contrario a la moral que se predica, vicios y crímenes son recompensados y los desórdenes más horrorosos no se condenan. “La sociedad castiga en los plebeyos los excesos que respeta en los grandes”. Su idea acerca de leyes y política, es que “son por lo regular falsas e inicuas y no se emplean más que en encender pasiones que luego no se pueden reprimir”.
Por su parte, Helvecio (Claudio Adriano Schweitzer. Francés. 1715-1771. Comparte el sobrenombre Helvétius (‘Helvético, suizo’) con su abuelo, el célebre alquimista Johann Friedrich Schweitzer. 1630–1709) hizo una denuncia radical de la desigualdad y la pobreza de la mayoría. Afirmó que las leyes consisten en propiciar “el bienestar de un pequeño número, tener para ello a las multitudes en la opresión y en violar respecto a éstas todos los derechos humanos”. Por lo visto, pese a 250 años de lucha de clases, revoluciones y democracia, la realidad social, económica y política en el fondo no ha variado gran cosa.
Su obra más importante, “Del Espíritu”, fue condenada por el Vaticano por su carácter ateo y materialista. No repudia el lujo per se sino porque manifiesta “la desproporción de riquezas entre los ciudadanos … la nación se divide en dos clases, de las cuales una abunda en superfluidades mientras la otra carece de lo más indispensable”. Ante la creciente concentración de la riqueza, habrá pocos propietarios e innumerables jornaleros y trabajadores, por lo cual desciende constantemente el precio de la fuerza de trabajo hasta llegar a un punto en el que la paga solamente sirve para la indispensable subsistencia. Con ello es precursor de Ricardo y Marx.
En la nota 9 del Primer Tratado “Del Espíritu”, al citar un pasaje de la “Historia crítica de la Filosofía” de André Francois (1690-1757), explica cómo el hombre se cree libre, cuando en realidad está condicionado por las circunstancias que le rodean (“la libertad es una quimera”, sostenían los estoicos). El individuo supone que su voluntad decide sobre tal o cual cosa que cree más ventajosa, pero el entorno suyo lo fuerza hacia determinada actitud “y se lisonjea con la idea” de que ha optado libremente.
Por su parte, Diderot, cree “en el progreso, en la posibilidad y en el deber de transformar a los seres humanos [utopía existente, por lo menos, desde la Grecia clásica y aspiración fallida del cristianismo] y de contribuir a su felicidad … El universo es una sola y única máquina donde todo está vinculado y donde todos los seres se elevan o descienden por grados imperceptibles, de forma que no haya ningún vacío en la cadena” (artículo el “Animal”, en la Enciclopedia. Citado por Touchard).
La Enciclopedia (“himno al progreso técnico”, Touchard) destaca la idea del utilitarismo y subordina política a economía: “la libertad es esencialmente económica, dándose la libertad política por añadidura”. En el artículo “Hombre” de la Enciclopedia, escrito por Diderot, destaca que “el fin de la organización política será el mejor empleo posible para los hombres con el fin de asegurarles una existencia agradable y de garantizar la riqueza de la nación”. Así vincula trabajo, libertad, salud y “buenas costumbres”, ya que la tierra y el trabajo de los hombres “industriosos y robustos”, constituyen la “verdadera riqueza”.
En cuanto a ideas políticas, Diderot propone que “el gobierno sea estable y fomente la actividad económica y artística” (artículo “Ciudadano”). En el artículo “Estado” enfatiza que éste, independiente de la historia y la evolución social, “es una sociedad civil [en la que] la multitud de hombres está unida bajo la dependencia de un soberano”.
Concluye Touchard que Diderot y la Enciclopedia, no obstante, no aportan un pensamiento revolucionario ni democrático. “Señala una ruptura con el pasado dentro del clima del capitalismo en formación. Su principal interés político es mostrar los límites que la burguesía liberal está dispuesta a no franquear”.