A las cinco de la tarde: La tauromaquia como espectáculo de masas en declive

A las cinco de la tarde: La tauromaquia como espectáculo de masas en declive

La tauromaquia, también conocida como Fiesta Brava, ha sido por pocos siglos un espectáculo de masas profundamente arraigado en la cultura hispánica. Sin embargo, en las últimas décadas, la práctica de las corridas de toros se han entrado en un franco proceso de declive debido a cambios sociales, políticos y culturales que han transformado la percepción sobre la tradición y su viabilidad en el siglo XXI; en parte gracias a un crecimiento dentro de la población de concepciones y “paradigmas culturales bioéticos que proclaman el respeto a los animales”, al tiempo que dicha tradición ha dejado de ser un icono o signo de identidad cultural, que ya no reivindica ni distingue a la hispanidad y sus descendientes culturales, pero en todo este proceso cultural y comercial, lo que más a afectado para que se pierda en el gusto de las masas este tipo de espectáculos rituales, han sido los propios empresarios y promotores de este espectáculo de masas.

El libro A las cinco de la tarde: una historia social del toreo de Adrian Shubert, historiador hispano-canadiense, ofrece una exhaustiva exploración sobre el nacimiento, auge y decadencia de la tauromaquia, situando este espectáculo dentro de un marco más amplio de evolución de los espectáculos de masas a lo largo de los siglos, surgiendo esta supuesta tradición milenaria tal y como la conocemos ahora a mediados del siglo XIX, por lo que realmente no es tan antigua y tampoco ha sido inmutable en el tiempo, ya que siguiendo los relatos míticos fundacionales de la Fiesta Brava, lo ocurrido en Creta poco realmente tiene que ver con lo acontecido en Madrid en el siglo XIX.

Por lo anterior Shubert nos invita a considerar a la tauromaquia no solo como un arte o una tradición cultural, sino también como una manifestación social y política en constante transformación. En su obra, Shubert defiende y argumenta que la tauromaquia moderna, tal como la conocemos hoy, no es una herencia directa de prácticas antiguas, sino una construcción del siglo XIX, diseñada específicamente para satisfacer las nuevas demandas de un público masivo. En este sentido, el autor no solo traza los orígenes de la Fiesta Brava en el contexto histórico de España, sino que contextualiza su desarrollo en un escenario global de espectáculos públicos que van desde los primeros circos hasta los deportes masivos contemporáneos. En términos antropológicos y sociológicos esta es una concepción muy importante para estudiar el inicio, desarrollo y posible declive de los espectáculos de masas.

El análisis que presenta Shubert, permite que en este ensayo crítico se realice una reflexión profunda sobre cómo la tauromaquia, como fenómeno cultural, ha sido moldeada por dinámicas sociales, políticas y económicas a lo largo de su historia. A través de un enfoque sociológico y antropológico, el ensayo no solo examina la evolución de la Fiesta Brava, sino también sus implicaciones éticas, al mismo tiempo que establece un contraste entre esta tradición y otras prácticas que, al igual que la tauromaquia, están en declive o han sido objeto de fuertes críticas en la sociedad moderna. Prácticas como las peleas de gallos, la caza deportiva o las luchas con animales han sido objeto de debates similares, donde se mezclan argumentos culturales con nociones éticas contemporáneas. La comparación entre la tauromaquia y estas otras tradiciones en declive ilustra cómo las transformaciones en las actitudes sociales hacia el sufrimiento animal y los derechos de los seres vivos han afectado la viabilidad de tales espectáculos. Además, se pone en evidencia el creciente conflicto entre quienes defienden el carácter cultural y tradicional de estas prácticas, y quienes abogan por su abolición, invocando una ética de respeto hacia los animales y el medio ambiente.

Al explorar la tauromaquia desde esta perspectiva más amplia, el ensayo busca contextualizar su presente dentro de una discusión más amplia sobre los espectáculos de masas y las transformaciones que estos han experimentado en las últimas décadas. Este enfoque no solo ofrece un análisis detallado del proceso de declive de la Fiesta Brava, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre el papel de las tradiciones en la modernidad, la adaptación de los valores sociales a los nuevos tiempos y la constante renegociación entre lo que se considera patrimonio cultural y lo que es éticamente inaceptable.

Tauromaquia y espectáculo de masas: nacimiento y consolidación

Ampliando las ideas sobre los orígenes y la consolidación de la tauromaquia en el siglo XIX como espectáculo de masas, podemos explorar más a fondo cómo la práctica de las corridas de toros ha servido como un fenómeno cultural que se conecta profundamente con los valores sociales y políticos de cada época.

Orígenes de la tauromaquia: entretenimiento y valores de honor

La tauromaquia como manifestación cultural actual, puede encontrar sus referentes culturales, o dicho de otra forma sus raíces en la Edad Media, en el contexto de la lucha y la caza de toros, eventos que en sus inicios eran considerados un deporte noble, reservado a la alta aristocracia y a la clase militar. El origen de estas corridas, sin embargo, está íntimamente relacionado con las celebraciones de la realeza y la nobleza, especialmente en la península ibérica. En aquellos primeros momentos, la tauromaquia era más que un simple espectáculo, representaba el culto al valor, la habilidad y la valentía del hombre frente a la naturaleza salvaje del toro. Esta idea de enfrentarse al toro no solo se veía como una prueba de destreza física, sino como un acto simbólico de resistencia y superioridad humana sobre la naturaleza.

En este sentido, el espectáculo de la corrida de toros también reflejaba valores asociados con la jerarquía social y el honor, dos principios que eran fundamentales en la sociedad medieval. La práctica de torear era una forma de reafirmación social y política, donde se ponía a prueba la capacidad del individuo para enfrentar la muerte y la violencia, de acuerdo con un código moral y guerrero.

El siglo XIX: la transformación hacia un espectáculo de masas

Sin embargo, como bien destaca Shubert (2021), la tauromaquia moderna tal como la conocemos no nació de la Edad Media ni de la antigüedad clásica. En su estudio, el autor subraya que la tauromaquia tal como se define en la actualidad es una creación del siglo XIX, cuando las corridas de toros empezaron a profesionalizarse y a institucionalizarse como un espectáculo masivo con reglas específicas. La consolidación de las plazas de toros y la organización de las corridas, que se convirtieron en un acto sistematizado y formalizado, fueron factores cruciales en la transformación de esta tradición cultural en un fenómeno de masas. La estructuración de las plazas y las reglas modernas, como la separación de la plaza en diferentes secciones para distintos públicos, la organización de las corridas en series o ciclos y la formalización del toreo en distintos tercios (varas, banderillas y muerte), permitieron que el espectáculo fuera accesible y disfrutable para una audiencia más amplia.

La masificación de la tauromaquia se produjo al mismo tiempo que otros espectáculos populares de la época, como las competiciones deportivas y las representaciones teatrales, ganaban terreno en la sociedad.

El siglo XIX fue testigo de la expansión de un nuevo tipo de entretenimiento que apelaba a la emotividad colectiva y la espectacularización de la violencia y el riesgo. La tauromaquia se integró perfectamente en esta cultura de masas, y la relación entre la destreza humana y el riesgo se convirtió en uno de los pilares de su atractivo. De hecho, la emoción compartida de un público diverso que se congregaba en la plaza de toros para presenciar el enfrentamiento entre el torero y el toro se convirtió en uno de los principales elementos que definían la experiencia del espectáculo.

La tauromaquia como catarsis y emoción colectiva

Al igual que en otros espectáculos de masas, la tauromaquia ofrecía un espacio de catarsis emocional para los espectadores. La corrida de toros no solo era un evento de entretenimiento, sino un espacio donde los espectadores podían experimentar una liberación emocional al ver el enfrentamiento entre el hombre y el animal. Un espectáculo ritualizado, donde la muerte se encuentra presente. Este tipo de eventos, tal como los deportes modernos, buscaban generar una emoción colectiva compartida, que era vivida intensamente por el público presente en las plazas. En este sentido, la tauromaquia proporcionaba un escenario donde se escenificaba una lucha simbólica por el control y la dominación, algo que resulta atractivo tanto para los aficionados al espectáculo como para aquellos que desean vivir un momento de conexión con una tradición cultural que, en su propia lógica, representa una forma de valor humano y resistencia, dentro de una cultura con una fuerte tradición religiosa de mártires, por lo mismo este epectaculo conserva varios elementos que se le pueden relacionar con la tradición católica española, elementos que le ayudaron a colocarse en el gusto de las masas hispanas que en el siglo XIX aun conservaban valores de la edad media y el feudalismo, adaptándose como las corridas al nuevo orden del capitalismo y la cultura de las masas.

Es relevante destacar cómo la tauromaquia de masas fue una de las formas de entretenimiento que, durante la modernidad, emergió en la sociedad como un medio para escapar de las tensiones y dificultades cotidianas. Así como el cine o los deportes modernos permiten que las masas encuentren un refugio emocional en el conflicto y la lucha, las corridas de toros brindaron una plataforma simbólica para el disfrute de la emoción cruda y visceral de un enfrentamiento donde la vida y la muerte se jugaban ante los ojos del espectador. La espectacularización de la violencia, lejos de ser un vestigio del pasado, es un fuerte elemento característica y central del espectáculo de masas, compartida tanto por la tauromaquia como por otras formas de entretenimiento populares, como el fútbol soccer, este último al igual que la fiesta brava un lenguaje de emociones en el que la muerte en este caso simbólica del rival está presente en el ritual espectáculo del soccer.

Dato aparte de este libro; es curioso que los detractores de la Fiesta Brava que acusan a esta de violenta, y que siembra falta de sensibilidad en sus asistentes, siempre se omite la presencia de la violencia en los demás espectáculos de masas actuales. Como por ejemplo, del futbol soccer donde es común tener noticias de pleitos y asesinatos en las tribunas de los estadios futbol en diferentes latitudes del planeta, mientras que dentro de la tradición del espectáculo taurino, no se tiene reportado que sus aficionados se enfrente entre ellos por el resultado de una corrida (ideas para desarrollar en otras oportunidades).

Comparación con otros espectáculos de masas

Este proceso de transformación de la tauromaquia en espectáculo masivo tiene paralelismos claros con otros eventos de entretenimiento populares de la época. Al igual que las competiciones deportivas modernas o las representaciones teatrales populares, la tauromaquia fue transformada para adaptarse a las necesidades de un público diverso. Con el crecimiento de la industria del entretenimiento y el consumo masivo, el espectáculo de la corrida de toros se convirtió en una forma más de atraer a las masas hacia un tipo de ocio compartido. En un contexto en el que el público se expandía y se diversificaba, el espectáculo dejaba de ser un exclusivo y elitista acto social para convertirse en una práctica en la que las clases populares también podían participar, democratizando la experiencia de las corridas.

En este sentido, la tauromaquia del siglo XIX se asemeja a otros espectáculos masivos que nacieron en la misma época, como los deportes modernos, en los que se enfatizaba la competencia, el riesgo y la destreza humana como aspectos centrales. De este modo, la corrida de toros se encuadra dentro de una lógica de espectáculo que va más allá del origen tradicional y cultural del toreo, reflejando la transformación social de una sociedad moderna que busca en el entretenimiento una forma de liberación emocional y una conexión con el riesgo y la habilidad humana.

La tauromaquia, tal como se establece en el siglo XIX, es el resultado de un proceso de adaptación a las demandas de la modernidad, y no debe ser vista como un simple vestigio del pasado, sino como una creación de un siglo que buscaba satisfacer las emociones y los deseos de una nueva sociedad de masas.

El declive de la tauromaquia: factores culturales y éticos

En el siglo XXI, la tauromaquia enfrenta una crisis sin precedentes. La presión de los movimientos animalistas, la regulación legal en varios países y la disminución del público joven han reducido significativamente su influencia. Shubert (2021) menciona que “la tauromaquia se ha convertido en un espectáculo anacrónico en un mundo donde la sensibilidad hacia el sufrimiento animal ha cambiado drásticamente” (p. 245).

Este cambio de percepción no es un fenómeno aislado. Otras tradiciones que implicaban el uso de animales, como las peleas de gallos o la caza deportiva, han sido cada vez más restringidas por leyes y normativas internacionales. La comparación con estas prácticas revela cómo el desarrollo de nuevos paradigmas éticos está redefiniendo los límites de lo aceptable en el entretenimiento público.

Comparación con otras tradiciones en declive

El declive de la tauromaquia comparte características con otras tradiciones que han sido reconfiguradas o desaparecido por presiones sociales. Las peleas de gallos, por ejemplo, eran comunes en diversas partes de Latinoamérica y España, pero hoy están prohibidas o restringidas en muchos territorios. De manera similar, la caza deportiva ha sido objeto de regulaciones más estrictas debido a las campañas de concienciación sobre la conservación de la fauna.

En cada caso, la transición de estas prácticas ha implicado una tensión entre quienes defienden su valor cultural y quienes consideran que el avance de los derechos de los animales justifica su erradicación.

Redes sociales y el debate sobre la Fiesta Brava

Las redes sociales han desempeñado un papel clave en la difusión del debate sobre la tauromaquia. Frases impactantes del libro de Shubert, como “La plaza de toros fue el coliseo moderno, pero su tiempo está contado” (p. 287), pueden viralizarse y generar diálogos polarizados entre aficionados y detractores.

El activismo digital ha permitido que las campañas en contra de la tauromaquia alcancen una audiencia global, promoviendo prohibiciones y reduciendo la asistencia a las corridas. Mientras tanto, los defensores de la tradición han intentado reivindicarla como un patrimonio cultural, aunque con resultados dispares.

En resumen

A las cinco de la tarde: una historia social del toreo de Adrian Shubert ofrece un análisis exhaustivo y detallado de la evolución de la tauromaquia, contextualizándola dentro de la historia social y cultural de España y su relación con el entretenimiento popular. A través de un enfoque histórico y sociológico, Shubert demuestra que la tauromaquia no es un vestigio de la antigüedad, sino una creación moderna adaptada a las necesidades de un espectáculo de masas en el siglo XIX. Este proceso de transformación fue clave para su consolidación como un fenómeno cultural de gran importancia, tanto en la sociedad española como en otras culturas que adoptaron el toreo.

El libro destaca cómo la tauromaquia pasó de ser una práctica aristocrática vinculada a la nobleza y la caza, a convertirse en un evento masivo accesible a diversas clases sociales, reflejando las tensiones y cambios sociales de la modernidad. Shubert también pone de manifiesto que el toreo, al igual que otros espectáculos de masas, ha sido un medio para la catarsis emocional colectiva y un espacio donde se han escenificado los valores del honor, la valentía y la destreza humana frente a la naturaleza. Sin embargo, el autor también invita a reflexionar sobre las implicaciones éticas y sociales de este espectáculo, especialmente en un contexto contemporáneo donde las críticas sobre el sufrimiento animal y las preocupaciones sobre la moralidad del toreo han crecido.

El análisis de la tauromaquia que propone Shubert no solo ilumina el pasado histórico de este espectáculo, sino que también invita a pensar en su futuro, poniendo en evidencia las contradicciones que enfrenta en la sociedad moderna. En definitiva, el libro es una contribución valiosa para comprender cómo la tauromaquia ha evolucionado, cómo se ha relacionado con otros espectáculos de masas, y cómo sigue siendo un tema de debate cultural, ético y social en la actualidad.

La tauromaquia, como otros espectáculos de masas, ha sido un reflejo de la sociedad y sus cambios. Hoy, su decadencia no es solo un fenómeno español o latinoamericano, sino parte de una transformación global en la forma en que se entiende la relación entre el entretenimiento, la ética y la cultura.

El libro de Shubert proporciona un marco invaluable para entender este proceso, y su análisis crítico nos permite cuestionar hasta qué punto las tradiciones pueden adaptarse a las nuevas sensibilidades o si, por el contrario, están destinadas a desaparecer.

El futuro de la tauromaquia está en juego, y su legado dependerá de cómo la sociedad resuelva la tensión entre la tradición y la evolución de sus valores.

Anexo: A propósito de las masas: José Ortega y Gasset

Desde la perspectiva de La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset, la Fiesta Brava, como espectáculo de masas, podría ser vista como un claro reflejo de la tensión entre la élite y las masas, y cómo las tradiciones populares, como las corridas de toros, son un fenómeno intrínsecamente ligado a la cultura de masas que Ortega describe en su obra.

Ortega y Gasset sostiene que en la modernidad, las masas han adquirido un poder sin precedentes. Este poder, según él, se manifiesta en una creciente uniformidad y en la ocupación de espacios que anteriormente estaban reservados para las élites cultas. La Fiesta Brava, en este contexto, sería un espectáculo que, durante mucho tiempo, estuvo reservado a un público más selecto y elitista, pero que, con el tiempo, especialmente en el siglo XIX, se democratizó y se transformó en un evento para las masas. La consolidación de la tauromaquia como espectáculo masivo, con plazas de toros llenas de un público diverso, responde al fenómeno que Ortega describe: la irrupción de las masas en los espacios culturales y sociales tradicionalmente controlados por una minoría.

Para Ortega, el problema radica en la «rebelión de las masas» cuando éstas se convierten en el motor principal de la vida social, pero lo hacen sin la formación adecuada ni el sentido crítico necesario. En el caso de la Fiesta Brava, la masificación del espectáculo podría ser vista como un ejemplo de cómo una tradición cultural que en su origen estaba vinculada a un cierto «arte» o «nobleza» se ha transformado en una mera forma de entretenimiento popular para el consumo de las masas, sin una reflexión profunda sobre su contenido ético, estético o cultural. Según Ortega, el espectáculo pierde su capacidad para transmitir valores elevados y se convierte en una forma de distracción superficial para una multitud que busca simplemente la satisfacción inmediata de sus deseos emocionales.

Ortega también critica la falta de auténtica individualidad en las masas, lo que lleva a la «vulgarización» de las prácticas culturales. En este sentido, podría argumentarse que la Fiesta Brava, al convertirse en un espectáculo de masas, ha dejado de ser una actividad que se valore por su complejidad simbólica, ética o filosófica, y se ha reducido a un evento que satisface los impulsos primarios de una gran multitud. Las corridas de toros, al ser un fenómeno consumido principalmente por las masas, podrían ser vistas como parte de una cultura de masas que Ortega criticaba por su falta de profundidad.

Desde esta perspectiva, Ortega vería el proceso de declive de la tauromaquia como una manifestación de la lucha entre las tradiciones culturales profundas y la necesidad de las masas por formas de entretenimiento que les permitan afirmar su identidad colectiva. La crisis de la Fiesta Brava en el siglo XXI, impulsada por la creciente presión de las corrientes éticas contemporáneas, el activismo animalista y la evolución de los valores de la sociedad, podría ser interpretada por Ortega como parte de un proceso más amplio de desmantelamiento de tradiciones que ya no se alinean con los valores de una sociedad dominada por las masas y sus nuevos modos de vida.

Desde esta perspectiva, la Fiesta Brava, como espectáculo de masas, refleja la desfiguración de una tradición cultural que se ha visto arrastrada por la lógica del entretenimiento popular y el poder de las masas, perdiendo su carácter único, profundo y simbólico en favor de una satisfacción emocional inmediata, un proceso que él probablemente vería con una crítica profunda a la transformación de las sociedades modernas.

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Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero. Licenciado en Derecho.

Diego de Alba Casillas

Dr. en Ciencias Antropológicas por la UAM-I. Sociólogo de profesión por la UAA. Aprendiz de reportero. Licenciado en Derecho.

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