ILUSIONES, sólo ilusiones
Contra todos los pronósticos el domingo pasado, la selección mexicana de futbol le ganó 1-0 a Alemania, con excelente gol metido por el Chucky Lozano, jugador que por cierto participa en el balompié europeo, concretamente en el equipo PSV Eindhoven de la Eredivisie. Partido histórico por donde se le vea, además de enorme significado pues el campeón en Brasil se inaugura en el Mundial de Rusia con una derrota precisamente con nuestro país.
Habrá que esperar la continuidad de la calidad de juego y los triunfos, ahora con Corea del Sur (este sábado próximo) y posteriormente con Suecia, lo que de seguir por el mismo camino, posibilitaría a que México siga a la siguiente ronda del mundial de futbol.
Todo eso está bien y hay que alentar las cosas para que por ahí siga, pero otro asunto es la perversión de la realidad con que algunos partidarios del PRIAN han tomado este hecho futbolístico, para concluir que con ello se demuestra que nada está escrito y que hay que esperar al primero de julio para reconocer el triunfo de sus partidos y candidatos.
La derecha sigue apostándole a la lógica simple y formal, así ven y hacen el paralelismo de este hecho deportivo, con la realidad en el país, muy distinta a un buen día, a la utilización de la estrategia adecuada dictada por el entrenador del equipo mexicano Juan Carlos Osorio, a designar la alineación idónea, a un mal juego de Alemania o incluso a la suerte.
El éxito y los resultados no son flor de un día, se van entretejiendo y construyendo desde tiempo atrás, se van dando poco a poco y no sólo a partir de un solo partido, desde cómo y con quiénes se va formando la selección, la integración empática del entrenador y los jugadores, además de la construcción de una mentalidad que parta de la confianza en ellos como equipo y vea de tú a tú a los contendientes. Esto pudo haber aplicado en lo que concluyó con el triunfo el domingo pasado.
Pero en todo caso esto nada tiene que ver con la apreciación simplista de quienes hacen una analogía con el proceso electoral, aspirando que la selección pueda ser su candidato, como el anodino José Antonio Meade o el mentiroso Ricardo Anaya (para no caracterizarlo como lo hace el Dr. Ernesto Lammoglia).
No soy partidario de disociar las cosas, aunque aparentemente sean muy distinta una de otra, por lo que no estaría en el campo de aquellos que afirman que no hay que vincular lo deportivo con lo político electoral, pero otra cosa es que los resultados se apliquen mecánicamente y al amparo de deseos, los cuales son eso, simples deseos.
La derecha en el fondo ya se siente perdida y en sus adentros ven el triunfo en el futbol, como resquicio de esperanza para que las cosas puedan cambiar en el país aún la responsabilidad que tienen en la debacle que vive éste, soportada en la afirmación descontextualizada de que no hay invencibles. Yo lo vería al revés, después de dos intentos frustrados por el fraude, López Obrador está por demostrar que no hay enemigo pequeño, al igual que la selección mexicana enfrentada al campeón del Mundial de Brasil hace cuatro años.
No por nada los últimos días de campaña se ha registrado un recrudecimiento de la guerra sucia, ahora marcada por las sucesivas demandas interpuestas ante la PGR por corrupción contra Meade y contra Anaya, en un ping pong más mediático que legal, lo cual para mi gusto, ya no incidiría determinantemente en la decisión del voto de los electores, pues como dice Andrés Manuel, “este arroz ya se cosió”.
Ahora el centro está en ganar también la mayoría en el Congreso, es decir, en ambas Cámaras. En cuanto a la conclusión a la que llega el PRIAN son meras ilusiones, un deseo que no podrá cumplirse porque en este caso no se soporta con la realidad, es pues hacerse tonto sólo. Si no, al tiempo, que es corto, apenas semana y media.
Por ello, más congruencia en la analogía futbolera le encontraría a lo dicho en Ecatepec por López Obrador, quien declaró que el triunfo en el Mundial “es una muestra de lo que están hechos los mexicanos, y así como ganó el día de
hoy la selección, va a seguir ganando México”. Esta es la esperanza que nos concitan las elecciones.
