Investigación de María Angélica González Martínez: Adolescentes en Aguascalientes: entre la pobreza y el desamparo
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“El tiempo se lo lleva todo y todo lo da”. Con esta frase me he puesto a pensar que se han acumulado los años siendo profesor y asesor de investigaciones de estudiantes de maestría y doctorado. En la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) y en otras instituciones de educación superior he conocido excelentes trabajos cuyos resultados se olvidan cuando las y los estudiantes se titulan, sin que puedan ser difundidos como se debiera. En la actualidad asesoro una tesis de María Angélica González Martínez, que ya tiene resultados. En esta ocasión compartimos una pequeña parte de su trabajo.
Angélica nació en Aguascalientes en 1959, en una familia que le “proporcionó amor, seguridad y oportunidades de formación humana con valores sólidos y trascendentes, así como una educación que fortaleció estos valores” y le impulsó a superarse. Estudió la licenciatura en Economía en el ITESM en Monterrey, institución que, según sus palabras, le “inculcó disciplina y capacidad de enfrentar los obstáculos de manera proactiva”. Más tarde, estudió la Maestría en Educación Familiar en la entonces Universidad Bonaterra y trabajó en el ITESM Campus Aguascalientes, en donde cursó otra maestría: en Estudios Humanísticos. Su trayectoria académica incluye casi 25 años de docencia a nivel universitario. Y está por terminar su doctorado en la UAA. Este camino académico lo ha recorrido mientras formaba con su esposo una familia, ahora tienen cinco hijas y cinco nietos.
Con respecto a su tema de investigación, me permití hacerle algunas preguntas, que ella muy amablemente respondió desde una perspectiva muy personal, lo cual mucho agradezco.
Un compromiso educativo y humanista
Ante la pregunta por qué el interés en conocer problemas de estudiantes de secundaria de Aguascalientes, Angélica respondió: “Todo comienza con mi historia de vida personal. Mi mamá murió a los 54 años, tras cuatro meses de recibir distintos tratamientos para el cáncer. Lo que en realidad sucedió tal vez nunca lo sabremos. Lo que yo observé en este proceso es que ella a raíz de la muerte de mi papá había perdido las ganas de vivir. En esa época, llegó a mis manos un libro del Dr. Viktor E. Frankl, en el que narraba los sucesos que vivió en los campos de concentración Nazi y la manera en la que se planteó por qué algunos internos dimitían y se dejaban morir, mientras que otros seguían luchando por sus vidas, caminando erguidos con mucha dignidad en medio de tanta agresión y violencia. La pregunta se anidó en mi mente y se tradujo así: ¿Por qué mi mamá no tuvo las fuerzas de seguir adelante y se rindió ante la muerte de mi papá?
“A partir de ese momento, me dediqué a estudiar con mucho ahínco la teoría de Frankl. Cuando, por fin, fui entendiendo el duelo tan doloroso por el que mi mamá había pasado llegué a la conclusión de que ella no contó con la ayuda externa de terapias adecuadas que le facilitaran la recuperación del sentido de su vida. A partir de ese momento me hice la promesa de llevar mis conocimientos y mi experiencia a mis alumnos universitarios y a cualquier otra persona que quisiera conocer el ‘análisis existencial y la logoterapia’ de Viktor Frankl. Mi objetivo ha sido, desde entonces, que nadie más padezca de un vacío existencial por ignorancia o por falta de atención logoterapéutica; y este objetivo me propuse alcanzarlo impartiendo un curso que diseñé llamado “El Sentido de la Vida en Viktor Frankl”.
“En la búsqueda de oportunidades para alcanzar mi objetivo, entré en contacto con el DIF Estatal de Aguascalientes en donde se me contrató para impartir el curso a un grupo de 82 psicólogos que colaboraban en el programa ‘Juntos por la Vida’. El trabajo de acompañamiento que realiza este grupo de psicólogos a los estudiantes del nivel de secundaria en las zonas más pobres, violentas y marginadas del estado, representa un gran desafío para ellos, dado que cada día deben enfrentarse a situaciones que degradan al ser humano y se oponen a un desarrollo armónico de la personalidad. Durante el tiempo que duró el curso, pude escuchar muchas historias de los adolescentes y de sus familias que padecen todo tipo de heridas emocionales dadas las circunstancias en las que se desarrollan y la desesperación al no encontrar oportunidades para salir de esos entramados sociales tan violentos y denigrantes, como dije antes, para el ser humano.
“Decidí hacer mi tesis de Doctorado en la UAA teniendo como sujetos de estudio a los psicólogos que atienden a estos adolescentes, porque también pude observar que su labor los afecta enormemente y si ellos no están fortalecidos con un sentido de vida pleno sufrirán los agravios de una problemática tan compleja en carne propia. En este estudio, entrevisté a varios psicólogos, supervisores escolares, directores y docentes de escuelas secundarias”.
La voz de los actores educativos
Angélica aplicó varios instrumentos de recolección de información, lo cuales arrojaron valiosos datos. En este caso, seleccioné aquellas voces de actores educativos que están atendiendo a estudiantes con problemas severos que todavía el gobierno y nosotros como sociedad no enfrentamos adecuadamente, sin negar la preocupación, el compromiso y la dedicación que tienen algunas personas del sistema educativo, especialmente docentes, con la formación integral de las y los adolescentes en Aguascalientes.
El programa “Juntos por la Vida” busca “favorecer las habilidades socioemocionales de los adolescentes con la finalidad de proporcionarles herramientas para lograr un desarrollo integral y la posibilidad de sanar sus heridas que por causas ajenas a ellos perturban gravemente sus estados anímicos”. Para ello, se hacen intervenciones individuales y grupales de alumnos, padres de familia y docentes. “Se pretende hacer un trabajo integral para el desarrollo de la persona, para solidificar los valores y darles acompañamiento para multiplicar las habilidades sociales”.
Angélica González entrevistó a los responsables del programa, psicólogos y coordinadores y supervisores de zona escolar. Según su experiencia, todas estas personas tienen interés en atender la problemática que existe en los adolescentes que viven en estas zonas tan marginadas y vulnerables; pero también demandan más recursos económicos para cumplir con tan difíciles propósitos. “Pude observar -señala Angélica- que ellos tienen una conciencia plena de estas difíciles situaciones en las que viven los adolescentes y sus familias”. Los psicólogos, en particular, dirigen sus esfuerzos en “atender casos de violaciones, violencia, autolesiones y a la prevención del suicidio”.
Para Angélica el trabajo ha tenido resultados positivos, aunque recomienda que se tengan cursos de capacitación con una perspectiva filosófica, además de la psicológica. Al respecto, afirma convencida: “pienso que en la actualidad a todos nos hace mucha falta dedicar tiempo a la reflexión filosófica. Vivimos de una manera muy acelerada, no nos damos tiempo para la convivencia con nuestros seres queridos, no valoramos lo que tenemos y, sobre todo, no nos damos el espacio para preguntarnos ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿cómo puedo lograr una vida más plena y con mayor sentido?”
Sus opiniones y recomendaciones tienen un fundamento experiencial y teórico: por un lado, su trayectoria familiar y de vida le han permitido conocer la importancia de una reflexión y autoconciencia del sentido de la existencia que podemos tener todas las personas; y, por otro, una base filosófica, que para Angélica es la aportación de Viktor Frankl, quien fue un testimonio viviente de su propia teoría y quien un día se preguntó: ¿qué es lo que realmente mueve la voluntad del ser humano? Su postura, es que no obstante los problemas, la vida vale la pena vivirla, “con la cabeza en alto, conservando la dignidad y sin perder la esperanza”.
La necesidad de un trabajo conjunto
De la problemática que se vive en Aguascalientes, una de las supervisoras entrevistadas por Angélica González, señala que en la zona en donde trabaja, “la depresión y la ansiedad son problemas que acompañan a la mayoría de los habitantes de la zona, por lo que de esos estados anímicos nace la tendencia al abuso sexual, la violencia intrafamiliar y otros tipos de violencia, que, a su vez, los adolescentes ejercen en contra de sí mismos, incluyendo el suicidio y el homicidio.”
El propósito del Programa es que se ayude a que las y los adolescentes desarrollen su identidad, se integren a la sociedad y resuelvan sus problemas de autoestima y manejo de emociones. Uno de los logros es que “se ha construido una especie de muro de contención para que los suicidios disminuyan en el estado de Aguascalientes”. En este esfuerzo, el equipo de psicólogos está capacitado para activar los protocolos que previenen el suicidio.
Angélica González, después de entrevistarse con los supervisores de cuatro zonas escolares, llegó a sintetizar los principales problemas a los que se enfrentan los alumnos, atendidos por los psicólogos que colaboran en el proyecto. Según sus términos, dichos problemas son:
“1) Los adolescentes constantemente sufren los estragos de la violencia familiar debido a que los padres no tienen empleo y, por ende, la problemática económica los acosa y su carácter se torna irascible. Los padres en estos casos tienden a desahogarse ejerciendo violencia en contra de su cónyuge o de los hijos. Además, se suma el “bullying” que ejercen los grupos sociales a los que ellos pertenecen, ya sea dentro del centro escolar o fuera del mismo.
2) El abuso sexual que sufren los adolescentes por parte de familiares o personas cercanas a la familia y, en algunos casos, por otras personas ajenas al entorno familiar.
3) El abandono por parte de los progenitores dado que emigran a otros lugares o porque el trabajo los absorbe al grado que no encuentran ni el tiempo ni las fuerzas para atender a sus hijos; o bien, por causa de la separación de los cónyuges; por lo tanto, los adolescentes experimentan una sensación de soledad por falta de acompañamiento y comprensión que les proporcione cobijo, protección y seguridad.
4) Los adolescentes se desenvuelven en contextos que no favorecen su desarrollo integral, por ejemplo, se observa la influencia de parientes y amigos que les dan malos ejemplos; incluso, la influencia negativa más grave es la que ejercen sus propios padres, como es la violencia, el alcoholismo, etc.
5) Ellos son víctimas del bombardeo de información que proviene de los medios de comunicación y, especialmente, de las distintas redes sociales, los cuales proponen que la felicidad y la realización personal están en función del éxito económico con el disfrute de los bienes materiales que éste conlleva.
6) Se tienen fácil acceso a sustancias nocivas como drogas, alcohol y otro tipo de estupefaciente. No pocos padres de familia tienen estos hábitos, por lo que los adolescentes siguen su ejemplo. Las personas que pueden ejercer liderazgos negativos, aparte de los padres, se encuentran a su alrededor, sobre todo aquellos que les interesa inducirlos al consumo de drogas con el fin de que se hagan adictos y luego, vendan drogas o roben para calmar su vicio.
7) Problemas psicóticos agudos, en los que se hacen manifiestos síntomas como alucinaciones visuales y/o auditivas, casos de ansiedad y depresión con intentos suicidas y autolesiones principalmente el “cutting”.
¿Qué más falta por hacer?
Según una persona entrevistada por Angélica, con el proyecto del DIF se han salvado muchas vidas, debido a la intervención oportuna de los psicólogos, que involucraron no únicamente a las y los adolescentes que estudian secundaria en estas zonas, sino también a los padres de familia.
Otro logro importante fue el acompañamiento a los docentes que tenían tabúes en contra de las intervenciones psicológicas. En la actualidad, estas maestras y maestros representan un gran apoyo para la labor de los psicólogos, pero falta mucho por hacer. El vaso está medio vacío si se compara con la gravedad de la problemática que viven los adolescentes en la entidad. El trabajo para dar respuestas y soluciones efectivas debe ser colectivo, de lo contrario dicha problemática no sólo continuará, sino que tenderá a incrementarse. El gobierno estatal, en particular, debe dejar de gastar en actividades superficiales y de imagen, para destinar más recursos que resuelvan tanto problema educativo y de atención a niños, adolescentes y jóvenes.
Angélica González Martínez, como investigadora profesional y como mujer comprometida con la educación y el bienestar de los adolescentes, sabe de la necesidad de trabajar en equipo y en una misma dirección. Por esto, ella investiga, participa y conmina a que todos asumamos una responsabilidad ante las y los adolescentes de Aguascalientes que viven entre la pobreza y el desamparo. Al igual que Viktor Frank, ella afirma convencida que “las personas no son sólo el producto de sus circunstancias, sino también el producto de sus decisiones” y que “la vida tiene sentido incluso en las situaciones más dolorosas y desesperadas”.