JOHN WICK 4: ¿Alguien dijo “acción”?

JOHN WICK 4: ¿Alguien dijo “acción”?

Lo que originalmente se concibió como una trilogía logró traspasar esa barrera gracias a la descomunal aceptación tanto de la serie en el gusto popular al punto de hacer cierta escuela en el género de la acción desorbitada (“Nadie”, “Tren Bala” y hasta se puede decir que “Todo En Todas Partes al Mismo Tiempo” son algunos de sus muchos hijos putativos) como por el llenado de un nicho que el público no sabía que tenía en forma de su carismática estrella Keanu Reeves, dando paso a lo que sin lugar a dudas quedará registrado en los anales cinematográficos como el ejercicio más completo y barroco al respecto con ésta cuarta parte que originalmente se concibió para estrenarse hace un par de años pero que vio trunco su estreno por un enemigo que ni el mismo John Wick pudo detener: la pandemia por el Covid-19. Ahora que ya se encuentra en cines se puede apreciar el resultado de una primorosa planificación técnica y visual de su director Chad Stahelski quien ha creado una obra de hermosas calistenias rebosantes de violencia cada una enmarcada por una cuidadosa puesta en escena neón y policromática que habla más de estilo que de sustancia, y en verdad eso termina por importar un comino pues ésta montaña rusa sensorial está hecha para llevar de paseo a nuestras emociones y no a nuestro cerebro por un adrenalínico paseo sobre venganza disfrazado de historia. Y no exagero al decir que aquí hay mucha más forma que fondo, pero éste es uno de aquellos singulares casos en que la vacuidad narrativa se justifica cuando la ejecución de planos, movimientos y quinesia audiovisual someten cualitativamente cualquier intento de raciocinio o buen juicio.

JOHN WICK 4: ¿Alguien dijo “acción”?

Después de los acontecimientos de la película anterior, tenemos a John Wick recuperado y listo para desquitarse de quienes lo traicionaron, en éste caso el Gran Concilio liderado por un francés muy pedante apodado El Marqués (Bill Skarsgard) –de hecho, casi todos operan bajo nombres clave para facilitar al espectador la idea de que esto se trata casi casi de un universo en paralelo al nuestro donde hombres y mujeres con habilidades imposibles en cuanto al manejo de armas y combate cuerpo a cuerpo existen y luchan a nuestro alrededor sin que nosotros nos percatemos de ello- quien le ha puesto precio a su cabeza (20 millones de los verdes) atrayendo a sujetos como Don Nadie (Shamier Anderson) quien se hace acompañar de su infalible y salvaje perro mascota o el visualmente impedido pero muy letal Caine (Donnie Yen), todos hilando sendas madejas de densa trama que involucran al pasado de Wick y las relaciones que ha cultivado para bien o para mal con ellos. Otros personajes como Winston (Ian McShane), otrora regente del famoso hotel Continental que fungía de guarida para estos súper sicarios, o el protector de Wick en sus momentos de vulnerabilidad llamado El Rey (Laurence Fishburne) hacen su aparición pero todos son meras piezas no de ajedrez sino de damas chinas en un juego donde lo que importa es ganar, mostrar sus inauditas habilidades con todo tipo de armas o puños y lucir estupendos mientras lo hacen. En esto es en lo que el filme brilla sin cuestión gracias a que en la dirección se cuenta con un entendimiento a fondo casi semiótico de la coreografía de pelea aplicada sin poses o pedanterías dando resultados caricaturescos muy honrados y una labor en cámaras por demás encomiable de parte de Dan Lautsten quien aplicó su pincel fotográfico con el mismo vigor y rigor en las películas donde trabajó con Guillermo del Toro (“La Cumbre Escarlata” y “El Callejón de las Almas Perdidas”, entre otras).

Para este punto, las películas de “John Wick” son más un gusto adquirido que genuinas obras cinematográficas que valgan por su propuesta narrativa ya que de esto poco hay pues sus tramas son burdas y elementales que se nutren de la estructura de cualquier spaghetti western o el cine chambara sobre samuráis implacables, pero sus arranques melodramáticos algo baladís logran funcionar cuando toda la cinta compendia las innegables influencias discursivas que Stahelski expele con furia y sazón frente a la cámara como los antihéroes de contextura trágica y necia a lo Sam Peckinpah o todas las coreografías de matarifes voladores estilo wuxia del cine chino setentero que aquí ven estilizados sus quiméricos movimientos. “John Wick 4” es una clase maestra de técnica cinematográfica, quedándonos a deber otra donde siquiera se atiendan los aspectos más elementales de la construcción argumental pero para cuando nuestra mente lo comprende, ya quedamos en estado de hipnosis por sus hermosas composiciones, maravillosas elecciones de encuadre y un despliegue de escenas donde la acción y el lenguaje de las balas, los golpes y las katanas en contacto con la carne han deshecho nuestras exigencias por una historia original, así que en ese sentido, bien por Baba Yaga que también termina asesinando cualquier exigencia.

Correo: corte-yqueda@hotmail.com

Juan Pablo Martínez Zúñiga
Juan Pablo Martínez Zúñiga

Juan Pablo Martínez Zúñiga

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