Kant. Representación y voluntad general
Las obras de Kant sobre temas políticos son consideradas “menores” en comparación son sus clásicos textos sobre filosofía y teoría del conocimiento. Empero, hay apuntes en “ideas para una historia universal en clave cosmopolita” (1784), “La paz perpetua, un esbozo filosófico” (1795), “Metafísica de las costumbres” (1797). Especialmente “¿Qué es la Ilustración?” (1784). (Mario López Barrientos, Los escritos políticos de Immanuel Kant, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, N. 84, 2001, p. 864 y ss.)
Kant admite el principio de la representación, ya que sin ésta no hay propiamente forma de gobierno, “porque el legislador no puede ser a la vez, en una y la misma persona, ejecutor de su voluntad –como en un silogismo, la premisa mayor que expresa lo universal, no puede desempeñar al mismo tiempo la función de premisa menor, que subsume lo particular en lo universal”. (Salazar Mallén, T. II, pp, 20 y ss.) Esta idea de voluntad como autoridad legislativa no supone que a los ciudadanos se les asigna la tarea de legislar. Desde esta óptica surge el núcleo de la teoría política representativa kantiana, lo que en términos del filósofo podemos denominar “la representación del como si”, en tanto el legislador crea y decreta las leyes como si éstas emanaran de una voluntad general. (Miguel Rossi, Aproximaciones al pensamiento político de Immanuel Kant. Cap. VII, p. 198. CLACSO. 2000).
La voluntad general [Rousseau] debe estar en la base de acción tanto del gobernante como del parlamento, que se expresa de manera diferente en los dos casos. De ahí que la representación adquiera un sentido vinculado a la separación del poder legislativo y ejecutivo, lo que no significa necesariamente principio electivo, pues el jefe del Estado o jefe de Gobierno no siempre es elegido directamente, pero debe relacionarse de alguna forma con la voluntad general. Las leyes deben ser promulgadas “como si” hubiesen sido hechas por la voluntad unida de todos, y el gobierno debe actuar en concordancia con esta voluntad. “Toda verdadera república es, y no puede ser sino un sistema representativo del pueblo que en su nombre cuida sus derechos, por la unión de todos los ciudadanos por medio de sus delegados (diputados)”. (Ricardo Terra, La actualidad del pensamiento político de Kant, p. 9. EPISTEME v. 28, n. 2 Caracas dic. 2008).
Hassner y Touchard coinciden en que Kant creía en la república, pero observa con recelo la democracia, más tratándose de la democracia directa. Para evitar los perjuicios de ésta, afirma que “el principio de representación … preserva la voluntad general en su universalidad y en su carácter ideal. No es posible tomar empíricamente la voluntad unida del pueblo, ya que necesariamente habría discordia entre los ciudadanos, y ella dejaría de ser una voluntad unida. La universalidad, idealidad y racionalidad de la voluntad general vuelven a la democracia, entendida de esa manera, imposible”. (Ricardo Terra, Op. Cit.) [Con ello, Kant recurre a Rousseau y los límites de la voluntad general según sus diferentes acepciones].
En “Metafísica de las costumbres”, Kant afirma que únicamente los propietarios son “individuos verdaderamente libres … [y sólo a éstos] “corresponde obedecer las leyes que ellos mismos elaboran” (Bárbara Pérez Jaime-Javier Amadeo. El concepto de libertad en las teorías políticas de Kant, Hegel y Marx, Estudio Temático. P. 414. CLACSO, 2000)
Ahora bien, Kant reconoce en la voluntad política del pueblo, poseedor de la titularidad del derecho a legislar, “uno de los actos fundamentales del ejercicio de la libertad”. Pero la contradicción –o, acaso, la idea restringida de derechos políticos de Kant—es que establece la propiedad como “requisito fundamental para que un ciudadano sea libre”. Tesis que proviene desde Hobbes y Locke, y pese a los avances de libertad y derechos de la Ilustración y la Revolución Francesa todavía pervivían las limitaciones y reticencias a la libertad y a los derechos políticos del pueblo llano. Por lo demás, diferencia entre “ciudadano pasivo” y “ciudadano activo”, cuya “cualidad natural” [es la de] “no ser niño ni mujer”, pero sobre todo que “sea su propio señor (sui iuris) y, por lo tanto, que tenga alguna propiedad (incluida toda habilidad, oficio, arte o ciencia) que le mantenga” (Loc. Cit. Pp. 418-419)
De este modo, Kant restringe derechos políticos y delimita la legitimidad de la representación, ya que no abarca a toda la población adulta. Refleja sin duda los temores que abrigaba respecto de la democracia. En contraste, republicano convencido, argumenta que el principio de representación de la soberanía es más acorde con el republicanismo.