EN EDUCACIÓN EL DE ATRÁS PAGA
Un maestro de la Universidad de Granada en España, publicó hace unos días un texto que en poco tiempo se difundió amplísimamente. Dirigido a los estudiantes universitarios se llama algo así como «Jovenes estudiantes de pregrado os estamos engañando», documento que levanto ámpula no tanto porque fuera novedad (de hecho es un secreto a voces), sino por la circunstancia de que un maestro lo diga sin pelos en la lengua y se haya replicado tanto y tan rápido. En esencia lo que plantea es la degradación de la calidad de la educación y la cadena de complicidades en que los maestros terminan, (terminamos) por hacer como que enseñamos, en tanto los alumnos que recibieron regalado el certificado de secundaria y luego el de bachillerato no ven razón por la que no les tenga que regalar la universidad el título profesional.
Hace algunos años cuando se planteó, creo por primera vez la desaparición de la tesis (tema de moda) y otras formas alternativas de titulación se argumentaron puntos interesantes, que si cinco años no eran bastantes para aprender a hacer una tesis, que si habiendo pasado todas las materias no era necesario hacerles otro examen, que si se creaba un obstáculo para evitar la competencia, que si se frustraban los jóvenes luego de un esfuerzo que resultaría infructuoso.
A la universidad nos llegan estudiantes con una paupérrima cultura general, con un manejo limitado del lenguaje, ignorantes de los tiempos, los casos, la sintaxis, ya no digamos la ortografía. Analfabetas funcionales incapaces de leer un texto, comprenderlo, distinguir ideas principales y subordinadas. Desconocedores en su mayoría de conceptos elementales de ciencias básicas y, la respuesta de las universidades y nuestra UAA no se escapa, es reducir los niveles de exigencia, aunque aparentemente en sus datos se ha hecho de manera excelente. Un ejemplo: el estatuto señala que en la UAA el mínimo aprobatorio es 7, sin embargo el consejo estableció que 6.5 sube a 7: entonces el mínimo aprobatorio es 6.5. . Por la pandemia se acordó crear una figura los «medio reprobados», el maestro no podía reprobar a los reprobados para darles oportunidad de un curso especial, la consigna es procurar no reprobar para que la universidad muestre mejores números de eficiencia terminal, porque los apoyos federales dependen de que parezca más eficiente. En otras palabras estamos participando en un juego perverso, que al parecer no es exclusivo de nuestra casa de estudios, menos maestros de base, menos exigencia para los alumnos, eficiencia con base en llenar cuadritos y todos contentos. Al fin, como en el cine, el de atrás paga.
Es todo por hoy. Hasta una próxima, si la hay.