“LA BURBUJA” (“THE BUBBLE”) – NETFLIX La sátira que empacha.

Ésta película de seguro será, y sólo es una suposición, la primera de muchas que abordarán desde diversas perspectivas el impacto que ha proporcionado la pandemia producto de la diseminación del COVID-19 en el mundo. Como su director y guionista (junto con Pam Brady) es el Judd Apatow, responsable de comedias aceptadas por el pópolo como “Virgen a los 40” o “Ligeramente Embarazada”, no extraña que su aproximación sea con el lente de la comedia y desde el mundo que él conoce perfectamente: la producción cinematográfica. La idea de emparejar el pánico que generó el famoso virus en su etapa inicial con el forzoso confinamiento que aquello acarreó para evitar contagios es una que se antoja rica y amplia para una sátira que desmenuce las paranoias, fobias y conductas escabrosas de quienes se ven involucrados en la historia, pero Apatow es un director que sólo logra calibrar su mirada en la perspectiva del gringo más pueril y promedio, así que su más reciente cinta es un puñado de viñetas sobre un grupo de actores atrapados en un estudio donde se filma una horrorosa película de acción con dinosaurios y criaturas hechas por computadora que busca –y a veces cree- decir algo importante o ingenioso al respecto y por supuesto el resultado es lo contrario.
La perspectiva focal será la de Carol (Karen Gillian), una actriz en proceso de madurez que rehusó formar parte de la quinta parte en esta serie de cintas muy al estilo de las recientes “Mundo Jurásico” tituladas “Risco-Bestias” (a modo de mofa se nos indica al inicio de la película que es la 23ª franquicia más exitosa actualmente) y ahora se convence de reingresar a la filmación de la sexta parte después de un fallido intento por hacer cine serio. La manera con que su personaje afronta el ver de nuevo a sus antiguos camaradas de rodaje nos da pie para entenderlo y conocerlos ya que sus caracteres son todo menos normal, como la pareja integrada por Dustin y Lauren (David Duchovny y Leslie Mann, respectivamente) quienes llevan años de casados y no ven la forma de divorciarse, el conciliador y eternamente optimista Sean (Keegan-Michael Key) que oculta serias broncas existenciales, la tiktokera Krystal Kris (Iris Apatow) metida al filme con calzador nomás por su enorme popularidad en ese medio o el afectado Dieter (Pedro Pascal), quien padece de varias afecciones adictivas incluyendo emocionales que pueden o no resolverse con la afable dependiente del hotel donde se hospedan (Maria Bakalova). Todos acatan los protocolos sanitarios hasta el punto donde deben permanecer en cuarentena a cada rato porque nunca falta quien se contagia de COVID, comenzando un proceso in crescendo de ira, paranoia y enfrentamientos provocados por añejas rencillas que volverán una filmación programada para tres meses en una ordalía rocambolesca de medio año ya que todos deben permanecer en el lugar sin salir por temor a contagiar o ser contagiados (de ahí el término “Burbuja”).
Todo esto que pudo traducirse en una comedia muy interesante sobre las manías y diversidad de caracteres marcadas por sus respectivas carencias formativas, intelectuales o existenciales que erogan en egos que estallan en diversidad de rangos propios de los actores y personal del mundillo del cine hollywoodense termina por ir en picada desde el segundo acto cuando las escenas donde los vemos pelear, discutir por nimiedades o embeberse en intercambios verbales nimios saturan lo que Apatow de seguro quiso manifestar en el fondo sobre la ridiculez y absurdo que representa una producción hecha tan sólo para producir pasta a mansalva en plena pandemia. El espectador sólo puede aferrarse a los personajes, su construcción y motivación, para dejarse llevar por éste argumento que abusa de su duración (más de dos horas) cuando todo pudo deshilvanarse con fluidez y mayor eficacia. El reparto coral funciona e incluso se antoja creíble en base a sus alocadas y muy humanas interacciones, pero la naturaleza de sus papeles termina por emascular bastante su potencial como ejes metafóricos de ésta bizarra industria que trata a su gente como ganado. Ni lo caricaturesco de los ejecutivos y el director de la película (una marioneta de los estudios que busca tiranizar la producción) ni las secuencias donde se muestra más bien de forma incidental el proceso de producción de una película con éstas características donde nada es real pues todo es pantalla verde sirve para que el armado de la supuesta sátira sobrepase algo que termina en estridencia y apatía. “La Burbuja” estalla demasiado pronto para que logre enunciar algo que valga la pena en su debido tiempo.