La Partidocracia sin Color: El Ajedrez Político de Lorena Martínez

#ÚLTIMAHORA | CON MC VOY POR LA GUBERNATURA Y CON MORENA POR LA ALCALDÍA: LORENA MARTÍNEZ
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La declaración de la exalcaldesa de Aguascalientes, Lorena Martínez Rodríguez, es un golpe de realidad en el rostro de la militancia y el electorado. Su más reciente anuncio, en el que baraja la posibilidad de contender por la gubernatura con Movimiento Ciudadano (MC) o buscar la presidencia municipal con Morena en 2027, es un eco de lo que muchos ciudadanos ya sospechan: en la política mexicana contemporánea, la lealtad ideológica se ha devaluado hasta ser una simple moneda de cambio.
Martínez es el epítome de esta política «multicromática». Con una larga trayectoria en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), institución que abandonó en 2023 tras décadas de militancia, pasó a las filas del partido «naranja» Movimiento Ciudadano a principios de 2024. Y ahora, en menos de un año, ya contempla un posible brinco o alianza con el partido que encabeza la Cuarta Transformación, Morena, con el que dice tener «afinidades ideológicas».
La pregunta es inevitable: ¿Dónde queda la ideología? ¿Qué principios son tan maleables para ser afines al mismo tiempo a la socialdemocracia de la autodenominada izquierda (Morena) y al «movimiento en evolución» (MC), cuando la política en sí debería ser un choque de ideas y visiones?
La Fórmula del Pragmatismo Descarado
Este caso no es exclusivo de Martínez, pero su transparencia y la velocidad de su tránsito partidista exponen la cruda mecánica del poder que domina hoy la vida pública:
* El pragmatismo mata a la ideología: Para muchos políticos de carrera, el objetivo supremo es la candidatura y el puesto, no la plataforma de ideas. La ideología se convierte en un traje que se pone o se quita según la conveniencia electoral y la fuerza del momento. Si el PRI ya no es competitivo, se busca al «ganador» (Morena) o al «vehículo» disponible (MC).
* El partido como franquicia: Los partidos políticos dejan de ser comunidades de pensamiento y acción para transformarse en meros vehículos electorales, franquicias a las que se afilian los «activos» políticos con capital electoral para garantizarse un espacio en la boleta. La única «afinidad» que cuenta es la de la oportunidad.
* El juego con el electorado: El ciudadano, aquel que intenta discernir entre proyectos de nación o modelos de ciudad, es el gran perdedor. ¿A quién le está votando? ¿A un proyecto que cree en la plataforma del partido que lo postula, o a un político que se postula en la plataforma que le garantizó el puesto? Cuando una figura se siente cómoda proponiéndose bajo banderas tan dispares, el mensaje implícito es que la diferencia entre un proyecto y otro es mínima.
Las supuestas «afinidades ideológicas» con Morena y MC parecen, más que convicciones profundas, una lectura astuta de las encuestas y la disponibilidad de espacios. Es la política como ajedrez, donde las piezas se mueven sin que el color de la casilla importe, siempre y cuando se avance hacia la coronación.
Un Llamado a la Coherencia
Es hora de que los electores exijan a sus políticos una coherencia mínima. No se trata de inmovilismo político, sino de claridad en el proyecto. ¿Un político con principios debería renunciar a la política antes que cambiar de bandera tan drásticamente por una mera ambición electoral?
La partidocracia seguirá jugando con las aspiraciones populares si se le permite esta ligereza ideológica. El caso de Lorena Martínez es una alarma: la carrera por el poder sigue siendo incolora, y su éxito dependerá de si los ciudadanos le dan su voto a pesar de esta evidente falta de lealtad a cualquier principio que no sea el de su propia carrera.
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