SOBRE EL TEMA DE LA AUSTERIDAD

Este gobierno federal, desde su antecesor, con López Obrador, ha manejado como uno de sus ejes principistas, la austeridad, que en la vía de los hechos, se ha expresado en una cuestión, en mucho relativa, consistente en bajar los costos de las cosas, como una medida estrictamente mecánica, pero no en cuanto una concepción de cómo concebir la gestión gubernamental.
Es entendible y justificado incluso, el planteamiento para disminuir los salarios de servidores públicos, en montos por debajo del Ejecutivo federal, en este caso de la Presidenta de la República. Por ejemplo, es inconcebible los salarios que percibían los ministros de la Corte, sin que se inmutaran con las míseras percepciones que reciben millones de trabajadores y trabajadoras mexicanas. El abismo diferencial denota la enorme desigualdad, que por esa vía había que resolver.
También es explicable, la supresión de plazas de estructura que duplicaban funciones o solo servían a los mandos superiores, solo con la intención de cumplir con algunos compromisos políticos o de amistad. Es el caso delas secretarías privadas o las direcciones generales adjuntas o las ejecutivas, solo por anotar dos ejemplos. No es adelgazar la estructura de gobierno para ahorrar costos, sino poniéndola en sus justos tiempos y dimensión.
Pero lo anterior no está relacionada estrictamente a una visión de austeridad y congruencia con ésta, sino más está asociado a una situación de justicia por la desigualdad, pero también de racionalidad del gasto, que corresponden a dos puntos que llevan su propio camino.
Lo anterior nos lleva al tema y concepto de austeridad, que en lo personal, lo asocio a varios términos, como moderación, sobriedad y sencillez. Para quienes nos reivindicamos de izquierda (y todavía más: socialistas), consideramos estas particularidades como expresión de nuestras vidas. En nosotros no cabe la ostentación, el dispendio o el lujo. Y cuando se llega a un puesto de gobierno o de representación popular, no se tiene porqué actuar de manera diferente.
Pero lo que está haciendo el gobierno federal no corresponde a este concepto, al contrario, es la irracionalidad que se manifiesta en la canción de la Bartola. Para la 4T la austeridad es educir los gastos y no en todo. No es asignar presupuestos de gastos para cubrir lo necesario, sea lo que sea. Ya lo anunciaron los diputados, en una actitud completamente seguidista. Y si eso sucede ahí, qué podemos esperar del propio gobierno y de los integrantes de la Comisión presidencial.
Una muestra de ello la encontramos en lo siguiente. En el debate sobre la definición presupuestal del INE, planteada a la baja por el gobierno y legisladores morenistas, bajo la presunta argumentación de la austeridad, resalta el planteamiento de la Presidenta del organismo electoral, Guadalupe Taddei en el foro de Sonora sobre la reforma electoral, en el sentido de que el aporte a las elecciones es una inversión, no un gasto, para lo cual hay que buscarle el justo equilibrio.
Por su parte, En el mismo foro citado, en contrapartida están las declaraciones de la Secretaria de Gobernación, Rosa Isela Rodríguez, en el sentido que la intención presidencial es bajar el costo de las elecciones sin sacrificar los principios fundamentales de la democracia, lo cual no deja de ser más que una frase retórica.
Por lo visto, la reforma electoral, considera a la austeridad como un argumento para impulsar la propuesta presidencial, pero sin haber analizado al fondo sobre el tema.