Crónica de la experiencia de Gobiernos Divididos en Aguascalientes” 30 aniversario 5/5: Debate

El Crisol Del Debate y La Transformación Institucional
Por Diego de Alba Casillas
A lo largo de esta serie de ensayos de Jesús Medina Olivares, se nos ha llevado por una narrativa, vibrante que da testimonio sobre la experiencia legislativa y el resurgir del debate parlamentario, ofreciendo una rica veta para la reflexión desde las Ciencias Sociales, la Sociología Política y la Antropología del poder.
Podemos ver cómo El Debate es un Ritual Democrático que busca en su reproducción ser un factor de Legitimidad.
El autor tiene razón al situar la discusión en "el corazón del proceso legislativo" y al definir la confrontación de ideas como "la base de una democracia sana".
Desde la mirada sociológica, el parlamento no solo es un órgano técnico encargado de crear leyes, sino que también es el escenario principal para dirimir públicamente los conflictos sociales. Una forma de catarsis política y un instrumento fundamental para legitimar las decisiones del Estado es la deliberación intensa, que puede ser hasta combativa. Si el Congreso se convierte en "irrelevante" y "predecible", pierde su función simbólica y se reduce a una simple formalidad o, incluso peor, a una oficina de refrendo del Poder Ejecutivo.
El hecho de que se reanude el debate, sin importar cuánta "desazón" provoque en sectores acostumbrados a la pasividad, es en realidad una señal de salud institucional y un retorno a la esencia de la representación. La reflexión acerca de la "batalla de narrativas" es particularmente relevante y aguda para el análisis político actual. El escritor nos hace ver que en el espacio simbólico de la política "no siempre gana quien dice la verdad, sino el que mejor manipula las narraciones". Esto tiene una profunda resonancia con la teoría de construcción social de la realidad. Los partidos políticos, particularmente en un escenario de declive hegemónico como el que retrata el texto (la imagen negativa del PRI y la estrategia combativa del PAN), luchan no únicamente por los votos, sino también por el monopolio.
La narración del agravio, la de "golpear al PRI" sin compasión y la posterior "conducta samaritana" de los militantes al "ofrecer la otra mejilla", muestra una dinámica de poder simbólico. La falta de respuesta argumentativa, el silencio, no solo se entiende como debilidad, sino también como una aceptación implícita o, según el autor, "encubrimiento o un complejo de culpa". La determinación del PRI de "levantar la cabeza y enfrentarse con una actitud argumentativa" a los ataques no solo es una táctica de comunicación, sino también una acción de resistencia en términos identitarios y un reforzamiento de su rol en el nuevo sistema de contrapesos. Este cambio de código, a pesar de que puede verse como agresivo, es un requisito indispensable para la subsistencia política en un régimen plural.
La crónica finaliza con una contundente conclusión que engloba los principios esenciales de la ciencia política: los contrapesos y la separación de poderes. La vivencia de una legislatura en situaciones de "gobiernos divididos" (Aguascalientes) evidencia que la pluralidad no equivale necesariamente a ingobernabilidad, sino que constituye un elemento de balance institucional.
El surgimiento de una "nueva cultura del consenso" y la evidencia de que "ningún poder debilitó o anuló al otro" son muestras empíricas de la madurez democrática. La transformación más importante es el "nuevo rol del legislador", que pasa de ser un "simple legitimador" a desempeñarse con "más libertad conforme a su criterio personal y su moralidad". Esto representa la concreción de la ética de convicción y de la soberanía popular en el contexto parlamentario.
Para concluir, el reconocimiento y respeto mutuo que se presenta al final del enfrentamiento entre oponentes ideológicos, más allá de la coyuntura, encapsula una enseñanza antropológica esencial: la política es una actividad fundamentalmente humana en su mejor expresión, donde las relaciones interpersonales y el "código de honor" pueden mediar y elevar las disputas partidistas a un nivel de coexistencia institucional. Como bien indicó Reyes Heroles, la forma acaba siendo fondo, lo que prueba que es factible defender las ideas con firmeza sin dejar de respetar tanto a la institución democrática como a las personas.
Este escrito es una importante aportación para comprender la dinámica política pos-hegemónica en México y una lección de cómo las instituciones pueden, por medio de un debate intenso y el ejercicio eficaz de los contrapesos, redefinir su importancia y robustecer la democracia.

DEBATE
Una de las funciones básicas de un congreso es la deliberativa. Se puede decir que el debate debería ser el corazón del proceso legislativo, ya que permite la confrontación de ideas, la discusión de diferentes perspectivas. La confrontación de las ideas es el sustento de una democracia saludable
Sin debate, una legislatura se convierte en una mera formalidad, donde las leyes se aprueban sin la profundidad ni la deliberación necesarias para garantizar que sean en a la medida de lo posible, justas y efectivas.
La actuación del congreso era de lo más predecible y su discurso irrelevante, por ello pasaba desapercibido. Esa situación cambió sustancialmente, se convirtió en un auténtico escenario para la discusión de los asuntos públicos, caja de resonancia de los grandes temas del debate estatal y nacional.
El debate fue intenso y, en algunas ocasiones, muy combativo, a tal grado que generó cierta desazón en algunos medios de comunicación y sectores de la sociedad, acostumbrados a la actitud pasiva del congreso.
El asunto de la democracia electoral y sus alternancias tienensíntomas de angustias y de confianza, de desencanto y hasta cierto punto pánico.
El PAN adoptó como estrategia comunicacional, construir una narrativa que pudiera inclinar la balanza de la opinión pública a su favor.
Como parte de esta estrategia, adoptó una actitud combativa. Sistemáticamente en cada sesión, no dejaban pasar ocasión para reforzar en el imaginario colectivo, la imagen negativa del PRI. Empleaban todo lo que hacía o dejaban de hacer sus gobiernos.
Para ello contaba con buenos y aguerridos oradores. No exagero si afirmo que se libraba una auténtica batalla de narrativas.
Siempre he sostenido que en una batalla entre narrativas no siempre triunfa el que dice la verdad, sino el que mejor manipula los relatos.
Había sido una costumbre que, desde la óptica de la oposición, todos podían pegarle PRI, sin ningún miramiento con la seguridad de la impunidad. Sabedores que eran imprescindibles para la anhelada legitimidad de un partido hegemónico,
En tanto su militancia veía con desaliento como su institución era constantemente degradada, mientras que sus dirigentes se agachaban.
Jaime Sabines diputado federal, contó 101 calificativos que la oposición infería al PRI adjetivos como criminales, traidores a la patria, entre otros, que nunca tuvieron respuesta.
Les ocurría como a los malos vaqueros del viejo oeste que no disparaban ni en defensa propia.
No me equivoco si afirmo que, algunos, de dentro y fuera, hubieran deseado que, los diputados del PRI, siguiéramos manteniendo una actitud samaritana, de poner la otra mejilla.
En esta legislatura, conscientes de que todo tiene un límite, el PRI se decidió a levantar la cabeza y enfrentar con una actitud argumentativa los múltiples ataques, no siempre con fundamento de los partidos de oposición.
En lo personal, tengo la convicción de que, si no se contesta en política, se corre el riesgo de aparecer como encubridor o alguien que trae consigo un complejo de culpa. Incluso, el silencio también es traición.
En el nuevo lenguaje a aplicar no se pretendía, de ninguna manera, ofender o agredir, ni tampoco querer camorra, solo mandar el mensaje de que el tiempo para poner la otra mejilla ya se había acabado.
Pero además nadie debería sorprenderse. La política es así. Es propio de la democracia realizarse en el debate incluso, vehementemente e intenso, en un debate de altura, de confrontación de ideas.
Lo que refiere Reyes Heroles es más que aplicable. “Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”.
Cierro mi crónica con una lección aprendida que es atemporal. El código de honor cuando se aplica en política trasciende las rivalidades. En una batalla simbólica de narrativas, los diputados del PRI y del PAN, luchamos por lo que creíamos, en su momento. Ambos sostuvimos nuestras convicciones con determinación y firmeza.
Cosas veredes. Al final la legislatura no concluye en tragedia, sino con un reconocimiento y respeto mutuo. Quien iba a pensar que, con el tiempo, se iba establecer una amistad entrañable, con la mayoría de los diputados del PAN, que trascendió la coyuntura.
Término dando respuesta a los planteamientos que se formularon al inicio. Consciente, como refiere Klappenbachque, cuando se escribe la historia, los hechos históricos siempre implican una carga axiológica que los hechos mismos no siempre son capaces de aportar.
La experiencia de esta legislatura demuestra que es posible la convivencia en la pluralidad. Los mecanismos tradicionales de operación política y negociación fueron modificados, dando paso a una nueva cultura del consenso y renovación de las prácticas parlamentarias.
Cobraron vigencia los principios de la división de poderes y los contrapesos en el ejercicio del poder, como factores de equilibrio institucional y colaboración entre minorías.
Se redimensionó la importancia de esta Institución representativa del estado.
Se adquirió una nueva consciencia del rol del legislador; pasó de simple legitimador de decisiones de otros poderes a actuar con mayor margen de acuerdo con su propia moralidad y con su propio criterio.
Más allá de algunos incidentes menores, que fueron entendidos como parte esta nueva circunstancia política, la evidencia apunta que el desempeño del gobierno en condiciones de no mayoría no hubo alguna manera conflicto entre poderes que pusiera en riesgo la gobernabilidad del Estado.
Ningún poder anuló o debilitó al otro, al contrario, la relación fue inteligente, de respeto y colaboración.
Los poderes del estado acreditaron su compromiso con los más altos valores de la democracia y la legalidad.
Aquí la experiencia de Aguascalientes bajo la modalidad de gobiernos divididos.