Marx. Emancipación del hombre

Marcuse enfatizó la paradoja según la cual la sociedad capitalista “occidental” del siglo 20 se correspondía casi enteramente con la caricatura del socialismo que atribuían a Marx. “La mayoría de la gente se siente más satisfecha con una vida regulada y manipulada, en la esfera de la producción y del consumo, por el Estado y las grandes compañías con sus respectivas burocracias; han llegado a un grado de conformismo que ha borrado, en gran medida, toda individualidad. Son, para utilizar el término de Marx, ‘hombres mercancías’ impotentes al servicio de máquinas viriles”. Concluye: “el único incentivo eficiente del hombre en el trabajo es su deseo de beneficios materiales” (Marx y su concepto del hombre, p. 9).
No está de más, mencionar las condiciones del sistema capitalista global de nuestro tiempo en el auge de la “globalización”, su crisis y la “postglobalización”. que prolonga su dominio mediante el trasiego multinacional de estupefacientes, tráfico de armas, manipulación de los movimientos migratorios desde Asía, África e Iberoamérica hacia Europa y Estados Unidos, así como el armamentismo y el fomento de guerras focalizadas con fines incluso genocidas, así como contra comunidades indígenas y rurales para despojarlas de sus recursos naturales, forma todo ello del proceso de “acumulación por desposesión” (Anderson).
Empero, Marcuse reconoce los “desacuerdos respecto de sus teorías sociológicas y económicas [de Marx] se refieren, principalmente, al hecho de que Marx no percibiera la medida en que el capitalismo era capaz de modificarse a sí mismo para satisfacer las necesidades económicas de las naciones industrializadas, no previera claramente los peligros de la burocratización y la centralización ni los sistemas autoritarios que podían surgir como alternativas al socialismo” (P. 7).
Ello se explica porque la obra de Marx sobre el sistema capitalista se refirió casi exclusivamente a la potencia industrial dominante en el siglo 19 –Reino Unido–, y habiendo fallecido en 1883, no podía advertir [era filósofo y economista, no augur, aunque sí insistió en la inminencia de la “revolución proletaria”, predicción que Lenin trató de realizar, Rosa Luxemburgo pronosticó su fracaso y Stalin se encargó de su ruina] que la siguiente fase del desarrollo del capitalismo europeo era la fusión industria-bancos-finanzas, que confirió otra dimensión al sistema capitalista, el cual, por ello mismo, en la súperestructura política modificó la “dictadura de la burguesía” por incipientes formas de “democracia social” (cooptar a la clase trabajadora mediante el reconocimiento de algunos derechos económicos y políticos) tema que Engels analizó en sus postrimerías.
Continúa Fromm: “el fin mismo de Marx es liberar al hombre de la presión de las necesidades económicas, para que pueda ser plenamente humano; Marx se preocupa, principalmente, por la emancipación del hombre como individuo, la superación de la enajenación, el restablecimiento de su capacidad para relacionarse plenamente con el hombre y la naturaleza; la filosofía de Marx constituye un existencialismo espiritual en lenguaje laico y, por su cualidad espiritual, se opone a la práctica materialista y a la filosofía materialista, apenas disimulada de nuestra época” (p. 10).
Más aun, añade: “la teoría de Marx fue una crítica del capitalismo, muchos de sus seguidores estaban tan profundamente imbuidos por el espíritu del capitalismo que interpretaron el pensamiento de Marx según las categorías económicas y materialistas que prevalecen en el capitalismo contemporáneo. En efecto, aunque los comunistas soviéticos, como los socialistas reformistas, creían que eran enemigos del capitalismo, concebían el comunismo —o el socialismo— con el espíritu del capitalismo” (pp. 10-11).
Por otra parte, indica que la crítica de EU-Europa occidental a Marx no era sino la defensa de la propiedad privada, y con ello, agrego de mi parte, del sistema de sobreexplotación del trabajo y de la naturaleza acorde a la lógica del propio capital: acumulación (y, por ende, concentración de la riqueza). Oponerse a la propiedad privada –según los apologistas del sistema capitalista—es “inhumano y amenazador”.
Con la expresión «propiedad privada», Marx nunca se refiere a la propiedad privada de los objetos de uso (una casa, una mesa, etc.), sino a la propiedad de las «clases propietarias», es decir, del capitalista, quien posee los medios de producción y puede contratar al individuo carente de propiedades para que trabaje para él, en condiciones que aquél se ve obligado a aceptar. La «propiedad privada», en el lenguaje de Marx, se refiere siempre a la propiedad privada dentro de la sociedad de clases capitalista y, en consecuencia, a una categoría social e histórica” (p. 25)
Formula Fromm amplia explicación acerca del materialismo de Marx: “concepción filosófica que sostiene que la materia en movimiento es el elemento fundamental del universo”. En los Manuscritos económico-filosóficos expone “el estudio de la vida económica y social reales del hombre y la influencia del modo de vida real del hombre en sus pensamientos y sentimientos”. (Nunca utilizó las expresiones “materialismo histórico” o “materialismo dialéctico” acota Fromm) (p. 12)