Marx. Trabajo, lucha de clases y confrontación militar

Un concepto central en las teorías de Marx, precisa Marcuse, es el trabajo: “es el factor que constituye la mediación entre el hombre y la naturaleza … es el esfuerzo del hombre por regular su metabolismo con la naturaleza … es la expresión de la vida humana y a través del trabajo se modifica la relación del hombre con la naturaleza: de ahí que, mediante el trabajo, el hombre se modifique a sí mismo”. (Marx y su concepto del hombre p. 16)
Es en el curso de la historia que el ser humano se crea a sí mismo tanto en la relación con la naturaleza como en el trabajo, entendido éste como actividad social, lo cual implica la unidad dialéctica de “estructura” (economía y relaciones de producción) y “súperestructura” (régimen político y relaciones de clase) de la sociedad. En este proceso histórico, el hombre se transforma, impulsa su propia evolución en compleja interrelación de los individuos y los grupos en el seno de su comunidad, así como con otros grupos sociales con los cuales mantiene relaciones de intercambio de bienes, ideas y cultura, o, ciertamente, de confrontación –guerras– por la posesión de territorios, acceso a recursos naturales, subordinación de los países con menor capacidad tecnológica y militar, pueblos sometidos a la servidumbre de la sobreexplotación del trabajo y de la naturaleza.
La lucha de clases de la clase dominante-clases sometidas se manifiesta tanto en la entraña de las potencias, como en el seno de los países dependientes. Ante la lógica inherente al capital de reproducirse, acrecentarse y acumularse sin límites aparentes, simultáneamente se desarrolla la competencia económica-política entre las clases dominantes de las metrópolis, cuya solución son los pactos económico-militares para definir sus respectivos espacios de dominación y reparto del mundo, pero, al no lograrse o no respetar tales pactos, o ante la presencia de nuevas potencias, o por la codicia-necesidad de expandirse bajo la creencia de la debilidad de otros países, el desenlace con frecuencia es la confrontación militar. Con la sangre de los pueblos sometidos e incluso la de su propio pueblo, en particular de sus trabajadores, la burguesía de cada nación salda sus ambiciones.
Para concluir, he aquí algunos parágrafos de los Manuscritos de 1844 citados por Erich Fromm en “Marx y su concepto del hombre”.
Trabajo enajenado
[XXII]
El trabajador se vuelve más pobre a medida que produce más riqueza y a medida que su producción crece en poder y en cantidad. El trabajador se convierte en mercancía aún más barata cuantos más bienes crea. La devaluación del mundo humano aumenta en relación directa con el incremento de valor del mundo de las cosas. El trabajo no sólo crea bienes; también se produce a sí mismo y al trabajador como una mercancía y en la misma proporción en que produce bienes … El trabajo mismo se convierte en un objeto que puede adquirir sólo mediante el mayor esfuerzo y con interrupciones imprevisibles. La apropiación del objeto se manifiesta hasta tal punto como enajenación que cuanto mayor sea el número de objetos que produzca el trabajador menos puede poseer y más cae bajo el dominio de su producto, del capital (p. 57).
El trabajador pone su vida en el objeto y su vida no le pertenece ya a él sino al objeto. Cuanto mayor sea su actividad, pues, menos poseerá. Lo que se incorpora al producto de su trabajo no es ya suyo. Cuanto más grande sea este producto, pues, más se disminuye él. La enajenación del trabajador en su producto no sólo significa que su trabajo se convierte en un objeto, asume una existencia externa, sino que existe independientemente, fuera de él mismo y ajeno a él y que se opone a él como un poder autónomo. La vida que él ha dado al objeto se le opone como una fuerza ajena y hostil. (P. 58)
[XXIII]
La economía política oculta la enajenación en la naturaleza del trabajo en tanto que no examina la relación directa entre el trabajador (trabajo) y la producción. El trabajo produce, ciertamente, maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero también cabañas para el trabajador. Produce belleza, pero deformidad para el trabajador. Sustituye al trabajo por la maquinaria, pero desplaza a algunos trabajadores hacia un tipo bárbaro de trabajo y convierte a los demás en máquinas. Produce inteligencia, pero también estupidez y cretinismo para los trabajadores. (P. 58)