20 años del Museo Ferrocarrilero
20 años del conjunto Tres Centurias y del Museo Ferrocarrilero… La de gente que ha pasado por ahí, los que se han tomado la foto, novios, quinceañeras, graduados; los adultos mayores que hacen tai chi o algún otro ejercicio de mantenimiento, los que han ido de paseo, observado las fuentes, corrido entre las bancas o descansado en alguna de ellas un momento, o leído los letreros que informan sobre quien las financió y dejado volar la imaginación para vislumbrar la Colonia China, o la Jabonera del Centro, o a personajes como Alfonso Sahagún o el ingeniero Gustavo Talamantes. Los que han visto las ingeniosas maquetas de los trenes eléctricos de los “Amigos del Ferrocarril”, un organismo que tiene su sede en el museo, conformado por personas cuyo noble objetivo es el de mantener viva la memoria ferrocarrilera, o asistido a los espectáculos artísticos, las exposiciones, los días de mercado, el helado, la fruta picada, el jabón artesanal, la miel de abeja, el cereal…
Los ferrocarriles de pasajeros se acabaron hace unos 20 años. Poco a poco, en plena decadencia, cada vez fueron menos las personas que viajaban en tren. En la misma medida fue vaciándose el andén, de viajeros, paseantes y vendedores, hasta que cesó el flujo y cerró el taller. Las personas buscaron otras opciones de esparcimiento vespertino. Poco a poco la zona se convirtió en tierra de nadie, refugio de malvivientes, hambrienta de regeneración, hasta que el gobierno estatal decidió rehabilitar la zona, y de esta forma, insuflarle nueva vida y devolverle el esplendor de sus mejores momentos, aunque por desgracia sin ferrocarriles de pasajeros. De esta forma, 20 años después Tres Centurias se significa por ser uno de los lugares predilectos de muchas personas.
A esto hay que sumar el hecho de que, claramente, debido al crecimiento urbano hacia el oriente, el centro de la ciudad se ha corrido hacia esa zona. De hecho la Avenida Gómez Morín es hoy en día la avenida central de Aguascalientes. Vea el mapa y verá… Este hecho indica que poco a poco, con toda seguridad, Tres Centurias incrementa su importancia como parque público, espacio de descanso y diversión para muchos.
En fin. Carlos Reyes Sahagún, por designio del H. Cabildo de esta comprensión administrativa Cronista del Municipio de Aguascalientes, a mucha honra, a sus habitantes sabed: que el 31 de marzo de 1999 cerró sus puertas de manera definitiva el originalmente denominado “Taller de Construcción y Reparación de Material Rodante”, construido entre fines del siglo XIX y principios del XX, el gran orgullo de Aguascalientes, sin el cual resulta impensable el desarrollo que vivió la ciudad a lo largo del siglo, en todos los campos de actividad, de la mecánica propiamente dicha hasta la política; de la económica a las artes, e incluso tendría la temeridad de afirmar que aun el auge industrial actual tuvo como base aquella actividad, que tantas satisfacciones ofreció a muchos.
Cerró en silencio, con un gran encogimiento de hombros por parte de todo el mundo, casi de manera vergonzosa. Fue aquello como cuando muere un enfermo luego de una larga, larguísima enfermedad, que ha desgastado intensamente a la parentela y que ha visto con disimulado temor la manera como la enfermedad fue agotando de manera inútil los recursos económicos familiares, y entonces, cuando ocurre el deceso, todo el mundo lo lamenta, se conduele, pero íntimamente descansa; suspira aliviado porque al fin cesó el tormento y la sangría económica, y entonces viene bien aquello de “aquí yaces, y haces bien, descansas tú y yo también”.
Así ocurrió con el taller, cuya muerte inició, aproximadamente, a principios de la década de los noventa. Al parecer la estrategia seguida por el gobierno federal, nunca revelada, fue una que me atrevería a calificar como de “cierre hormiga”, a partir de la clausura de departamentos, el despido de trabajadores. Simplemente comenzó a ocurrir, las jubilaciones anticipadas de trabajadores, la liquidación de 50 operarios, de 100, otros 50, y así, hasta que aquello terminó tan solo como la una, y lo único que faltaba por hacer era cerrar la puerta por fuera.
Pero en mi inútil opinión la decadencia fue más larga que el lapso anterior, y dio comienzo con la derrota de los trabajadores del riel, en el movimiento reivindicador de 1958-59. Tengo la impresión de que anímicamente aquellos hombres no se recuperaron nunca de semejante fracaso, aparte de que el sindicato incrementó sus mecanismos de control, de tal manera que nada de lo que ahí ocurría le era ajeno, y en todo había una tajada que sacar. Por otra parte, independientemente de los procesos de modernización instrumentados en los años sesenta, poco a poco, de manera casi imperceptible, la instalación fabril y sus trabajadores pasaron de ser la vanguardia y convertirse en la retaguardia, de tal forma que cuando ocurrió el cierre la conmoción socioeconómica fue mínima, dado que ya para entonces Aguascalientes contaba con una pujante industria automotriz, que con mucho sustituyó al taller como principal fuente de generación de empleo y creación de riqueza económica.
Pero esa es otra historia. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).