Soberanía, Derecho y lucha de clases

Soberanía, Derecho y lucha de clases

La representación política es consustancial a los poderes del Estado. Es jurídica en cuanto a su forma de ejercicio, pero es eminentemente política por origen y finalidad.

La representación política, si bien teórica, posee enormes implicaciones pragmáticas. Hasta el día de hoy todas las soluciones son imperfectas, ya que no logran conciliar a plenitud las exigencias doctrinarias con las necesidades prácticas, y ni siquiera las formas reales de representación logran un resultado que satisfaga las exigencias del electorado. Es parte de la compleja problemática derivada de todo sistema representativo, con sus virtudes y defectos.

Según Mauricio Cotta (Diccionario de política, p. 1431) la representación es “un sistema institucionalizado de responsabilidad política, realizada a través de la designación electoral libre de ciertos organismos políticos fundamentales”.

“Las operaciones representativas se transforman en voluntades del Estado”, por la disposición de la ley y “porque son el resultado de operaciones cuyos procedimientos tienen por fin unificar las voliciones de muchos órganos que la separación de poderes obliga a colaborar en una misma decisión”. (González Uribe, Teoría política, p. 358)

La representación en la vida pública obliga la intervención del poder, sigue al poder y es la forma de ejercicio del poder. Los procedimientos y los criterios que llevan a la representación no pueden establecerse más que por un poder que suministre su coacción (Op. Cit. P. 387). La representación se fundamenta en el consentimiento activo o, al menos, en la aceptación pasiva. O la minoría impone la representación (autocracia) o la mayoría determina la representación (democracia).

La representación política es un proceso complejo de intermediaciones que tienen su origen en la voluntad popular. Toda elección se lleva a cabo para representar a la ciudadanía; y se considera que la decidió el pueblo entero cuando en realidad ha sido sólo por una minoría (la mayoría numérica de aquel electorado que efectivamente emitió su voto, que normalmente apenas es una mayoría precaria. En ocasiones es una minoría activa).

La idea de la representación política está en la esencia del pensamiento democrático, en el cual figura centralmente el debate sobre la soberanía: origen y representación. A lo largo de la historia ha evolucionado tanto el concepto y contenido de la soberanía, como la cuestión acerca de quién es en realidad el depositario de la soberanía (¿monarca, Estado, pueblo?), y cómo es representado legítimamente o de facto. (González Uribe, Pp, 334 y Ss).

Rousseau postuló que la soberanía del pueblo es la suma de las diferentes “fracciones” de soberanía que detentan todos y cada uno de los individuos en particular. El principio de un ciudadano un voto, contiene estos principios. Esto lleva a la idea del sufragio universal como un derecho y al mandato imperativo (el elegido está atado a la voluntad del elector). Empero, desde Burke prevalece la idea del mandato autónomo.

En teoría el soberano absoluto es el pueblo porque crea o aprueba lo realizado por las cúpulas: el régimen político plasmado en una ley fundacional o Constitución, la estructura jurídico-institucional que corresponde a ese régimen, división de poderes, normas para el acceso y ejercicio del poder público, las relaciones sociales (propiedad, trabajo, producción, comercio). Todo ello sin la intervención de algún otro Estado o fuerza política. Ese es el “ser de la soberanía”: el poder del pueblo para determinar su forma de vida, su unidad social y política y forjar su propio destino. (González Uribe, P. 345) Es capacidad absoluta en cuanto a que no existe otra instancia ni otro poder por encima de esa potestad.

Otra cuestión es cómo los poderes públicos ejercen la soberanía cuya representación ostentan. Para ello se concede al Estado la capacidad de mando supremo y el ejercicio legítimo de coacción. A la vez, para prevenir excesos y arbitrariedades, se impone un régimen de Derecho que regula la existencia del Estado, sujeto y condicionado a los fines y procedimientos de la ley. Todo ello es consustancial a la democracia representativa.

Lenin (El Estado y la revolución) formuló otra explicación: el Estado como “órgano de dominación de clase” [los propietarios], en el centro de la lucha de clases tanto nacional como global. Así, en la política real, en las decisiones cruciales de los Estados, por encima o al margen de la voluntad ciudadana, es determinante el peso de los grupos de presión y poderes de hecho: clases económicamente dominantes, empresas multinacionales, clero, milicia, potencias extranjeras (incluidos sus tentáculos: tráfico de migrantes, armas y estupefacientes; imperialismo ideológico-cultural, injerencismo electoral, invasiones militares…).

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

Jorge Varona Rodríguez

Ex Presidente del Colegio de Ciencias Políticas y Administración Pública de Aguascalientes

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!