EL DISCURSO DE LA MORAL
¿Cuántas veces hemos tenido dilemas éticos o morales?
La vida en sí es un dilema ético. Ya lo decía Arthur Schopenhaueur «La voluntad de vivir», como un instinto básico.
¿Qué será la moral? La moral la podemos definir como ese impulso que te detiene o te hace avanzar, de ahí los dilemas.
¿Qué es un dilema? Son esas opciones que tenemos al realizar una acción. El dilema nace de la incertidumbre.
Ahora, ¿qué es una incertidumbre? la vida misma, el saber que nosotros somos únicos; hecho de que podemos elegir.
Ya lo dijo Jean Paul Sartre, «Hasta no decidir es una forma de decisión».
Los valores morales son construcciones sociales, en las cuales formamos nuestra personalidad cívica.
Es muy difícil creer que exista una moral individual, ya que el ejercicio y la práctica están en el universo social. Una forma de medición es la soledad, es decir, no somos moralmente individuales, ya que no hay un objeto de medición, es decir, el otro.
Los dilemas morales, tienen una finalidad proyectiva, que se regresa como un boomerang, pero a su vez ya codificado y evaluado. Por ejemplo, la empatía o simpatía, o dicho de otro modo la diplomacia. ¿Sería increíble que alguien sea diplomático consigo mismo? suena raro.
Friedrich Nietzsche dijo:
«Qué es lo bueno?, eso que trasciende».
«¿Qué es lo malo?, eso que nace de la debilidad.»
Los dilemas éticos o morales son simplemente unas evaluaciones del bien y del mal, de manera subjetiva.
No hay más ley moral, código, norma, reglamento, etcétera, que la interpretación del sujeto. Véase la ciencia del derecho que hasta pasan por loco a una criminal.
Vivimos en un mundo creado bajo la norma del castigo, pero con el permiso para redimir el pecado, la penitencia, el remordimiento…
Tal parece que la moral se inventó para justificar ese lado oscuro del hombre. Pon un pedazo de pan en medio de seis hombres hambrientos.
El lado positivo de la moral, pues un orden social para vivir armónicamente.
El lado negativo de la moral, es la hipocresía maligna que se vende como diplomacia.
¿Cuál es el dilema moral de un ladrón, de un corrupto, de un hipócrita? Su orgullo. Y en una persona honesta el dilema moral es el temor, el temor a fallar, a saberse evidenciado, la culpa.
Por ejemplo, un político corrupto se maneja ante su orgullo, su ego desmedido. Un buen hombre se avergüenza de un momento incómodo, siente pena.
El dilema moral de un político está basado en una demagogia tiránica. Véase los grandes dictadores y tiranos de todos los tiempos, parecen cortados con la misma tijera.
Vivir en paz es la verdadera moral del hombre honesto.