Acerca del pensamiento moderno (1) Descartes
Un enfoque acerca de las ideas políticas XVII
Acerca del pensamiento moderno (1)
Descartes
Parteaguas crucial en la historia de las ideas, ciencia y filosofía, fue René Descartes (1596-1650) considerado como iniciador del pensamiento moderno. Con el “Discurso del método” generalizó el estudio de los fenómenos naturales y sociales según el “proceso mediante el cual había descubierto la geometría analítica y la nueva ciencia de la física”.
Hegel le llamó «héroe del pensamiento», Descartes se ganó la inmortalidad por ser uno de los primeros en ir más allá acerca de la totalidad de cuanto existe, cuestionar la autoridad que definía qué creer y qué pensar, y por demostrar con inteligencia una nueva forma de concebir el mundo que habitamos y construimos. Tal vez, gracias a él, la humanidad entendió no solo que existía, sino también, y, sobre todo, que podía tener un pensamiento propio. (https://www.cultura.gob.ar)
Sabine lo interpreta así: “el método era aceptable en general para todos los hombres de ciencia y en particular para los estudiosos del derecho y la política, no porque esperasen, como los físicos, servirse de las matemáticas, sino porque los ideales lógicos de análisis, simplicidad y claridad evidentes por sí mismos parecían igualmente aplicables a todo estudio. Además, eran los disolventes perfectos de la autoridad y de la mera creencia consuetudinaria. La apelación a la razón que encontramos en los primeros racionalistas estaba dirigida contra el dogmatismo y la creencia ciega de la tradición”.
Esta formalización del procedimiento deductivo acabó por llevar a un contraste entre la verdad racional (teórica) y los datos de hecho. “La apelación de la razón no trataba de excluir la observación y la acumulación de hechos”. Descartes dejó en claro un método resumido en cuatro reglas en la procuración del saber verdadero de todo cuanto se pretendía conocer: evidencia, análisis, síntesis y recapitulación (Susana Maidana)
Fue la culminación de un largo y contradictorio proceso histórico en el cual fueron etapas críticas el Renacimiento, la Reforma, la consolidación de los Estados nacionales, importantes cambios económicos y sociales (la expansión del capitalismo), así como la secularización de la política, el arte y la moral. La filosofía se acerca a la ciencia y se aleja de la religión. Las conquistas de la nueva ciencia consolidan la confianza en la razón humana, que encuentra en la experimentación y la observación de la naturaleza y los hechos económicos, sociales y políticos, el fundamento del conocimiento en su acepción moderna.
Con la duda y el escepticismo como método, Descartes refuta la autoridad eclesiástica todavía dominante. Fundamenta la ciencia a partir del razonamiento y deja a un lado la revelación. El conocimiento es la acción del individuo sobre su realidad natural y social. La racionalidad humana se ocupa de su propio interés aquí y ahora, no en el cuestionable castigo en la otra vida.
En sus Meditaciones establece la “duda universal”. Dudar absolutamente es procedimiento para desconfiar de los sentidos y desechar la idea según la cual el todo es gobernado por la inteligencia sobrenatural. Pero el que duda tiene la certeza de su propia existencia, la certidumbre de ser, pero es experiencia subjetiva, puesto que esta certeza depende del pensamiento al margen de la realidad objetiva. Pienso (“cógito”) es “anterior e independiente de toda determinación de la materialidad del espíritu humano” (Kennigton).
El criterio para descubrir lo verdadero, entonces, no está en el objeto, en las cosas, sino en el sujeto, ya que la evidencia parte de las ideas y éstas, según Descartes, son meras representaciones subjetivas. Desde allí, por tanto, creyó encontrar una verdad absoluta a partir de la cual podría llegar a todas las demás (https://www.cultura.gob.ar). Hoy la “verdad absoluta” es pretensión que ciencia y filosofía abandonaron hace tiempo.
La ciencia es condenada por la iglesia porque pone en evidencia la certeza del dogma y de la revelación. El temor a las represalias del clero como sucedió a Galileo, indujeron a Descartes a la “discreción” al dar a conocer sus estudios.
Sus reflexiones sobre política son complementarias a su idea de la moral y sus trabajos científicos. Son extraídos de su correspondencia con la Reina Cristina de Suecia y la Princesa Elizabeth de Bohemia. Sus opiniones acerca de Estado, ética y política están estrechamente vinculadas, pero retoma pensamientos de Maquiavelo sobre el poder, ya que la justicia se mide bajo parámetros diferenciados si se trata el soberano o de particulares: “Dios ha dado el derecho a quien tiene la fuerza”, en lo cual coincide con los sofistas (Trasímaco) que dialogaban con Sócrates. Así la justicia no radica en la ley.
Siendo un científico de su tiempo, caracterizado por el desarrollo de la física mecánica, explica el mundo como una máquina, por lo que el Estado también funciona como una máquina. Anticipa el utilitarismo (el cálculo) para “decidir sobre amigos, enemigos y los súbditos”, por lo cual destaca la prudencia en política y gobierno.
Procura el orden social por vía distinta a Hobbes: la ciencia y la certeza del conocimiento. El tránsito del no-Estado (vida salvaje, sin leyes) al Estado no es consecuencia de un pacto o acuerdo, como en Hobbes, sino en la necesidad natural. No es el temor a la violencia del “hombre lobo del hombre”, sino la prudencia que es resultado de la sabiduría. Así la “legitimidad deriva de la capacidad de cada pueblo para darse sus leyes para evitar crímenes y violencia”. Hobbes buscaba el orden y la paz mediante el absolutismo monárquico, Descartes lo procura mediante las luces de la inteligencia.
“En contraste con Hobbes, Descartes consideró la sociedad política desde la perspectiva de los espíritus fuertes o generosos cuyo sentido de la fuerza de su resolución, su pasión más poderosa, es sólo suyo. Por tanto, rechazó el enfoque igualitario en De cive de Hobbes, según la cual la pasión de la propia conservación es la pasión más fuerte de los hombres, y por consiguiente la base de los derechos naturales” (Kennigton)