Sobre los Escombros del Crecimiento Emerge el Descrecimiento
¡Descrecimiento o colapso!
Segunda parte
1945-1980 Nace la crítica al desarrollo y a la ciencia y la tecnología, y la conciencia social de la devastación ecológica; emerge la ecología política y su contrario: el neoliberalismo.
El notable crecimiento económico de los “treinta años gloriosos” (1945-1975), principalmente en los países del G-7, facilitó la introducción de nuevas tecnologías, como la nuclear, la electrónica, los plásticos, la propulsión jet, las súper carreteras y las vías rápidas y la industrialización de las actividades agropecuarias; llevó el productivismo al extremo; estableció modos de vida de alto consumo de agua, metales, petróleo y electricidad: democratizó los estilos de vida de los ricos( propiedad de un auto, viajes en avión, vivienda propia con jardín en el suburbio), masificó el consumismo; hizo posible el soñado “estado de bienestar” del socialismo que industrializó la salud, la educación, los servicios sociales y los países “subdesarrollados”: reforzó la utopía del desarrollo y el progreso en el imaginario social: colocó al crecimiento económico como la más alta prioridad de los gobiernos.
Sin embargo, estas “décadas por el desarrollo” multiplicaron las afectaciones ambientales y las disfunciones sociales a tal punto que en los años 60 emerge en esos países “desarrollados” del Norte global movimientos sociales contraculturales, antimaterialistas, anticapitalistas, antisistema, como el beat, el hippie, el situacionista, y el gran movimiento del 68, así como una pléyade de críticos de las ideas del desarrollo, la economía de crecimiento y la ciencia y la tecnología, muchos de ellos de o en la periferia de occidente que impugnan los fundamentos del crecimiento económico: Lewis Mumford, Kenneth Boulding, Leopoldo Kohr, Murray Bookchin, Paul Goodman, Iván Illich, Nicolas Georgescu Roegen, Jacques Ellul, Guy Debord, Rene Dumont, Donella y Dennis Meadows, Herbert Marcuse, Francois Partant, André Gorz y muchos otros. Se empiezan a cuestionar los principios de la modernidad: la “escasez”, la “abundancia”, la “riqueza”, la “pobreza”, la “educación”, la “salud”, la “información”, la “comunicación”, el “bienestar”, el “empleo”, la “productividad”, la “industria”, los “servicios”, la “tecnología”, entre otros.
En 1962 Rachel Carson publica la primera gran denuncia científica sobre los agroquímicos, Silent Spring (La Primavera Silenciosa). En 1961 Jane Jackobs publica la mejor guía a la fecha para entender el mal funcionamiento de las ciudades modernas, Muerte y Vida de las grandes ciudades. En 1966, cinco mil científicos norteamericanos, entre ellos diecisiete premios Nobel, protestan contra el lanzamiento de productos fitotóxicos sobre Vietnam. El agrónomo Rene Dumont lanza el grito de alarma contra el hambre en el mundo.
En su campaña por la presidencia, Robert Kennedy declaraba[1] Nuestro PIB incluye la contaminación del aire, la publicidad de los cigarros, las carreras de las ambulancias que levantan los heridos en las carreteras. Incluye la destrucción de nuestros bosques y la devastación de la naturaleza… En cambio, el PIB no tiene en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de su instrucción, la alegría de sus juegos, la belleza de nuestra poesía o de la solidez de nuestros matrimonios. No toma en cuenta nuestro coraje, nuestra integridad, nuestra sabiduría. Mide todo, salvo aquello que hace que la vida valga la pena de ser vivida. Nace la ecología política y la conciencia social de la devastación global de la ecología y las culturas, gran sustento del descrecimiento del siglo XXI.
Con la publicación en 1972 del famoso informe del Club de Roma, Los Limites del Crecimiento, el mundo de los poderosos recibe un primer aviso del agotamiento de los recursos de la Tierra y de la falsedad de la cornucopia en la que basaban los economistas su entusiasmo extractivista y productivista. El libro de E.F, Schumacher, Lo Pequeño es Hermoso (Small is beautiful), publicado en 1973, se convierte en el libro de mayores ventas en Europa, por espacio de 7 años, y en el catecismo del ecologismo popular de ese continente; en los 70 se desata en el Norte global el vigoroso movimiento ecologista fundacional en el que se empieza a debatir la idea de reducir o frenar el crecimiento, para salvar la ecología. Nace la lucha antinuclear, elemento central en la unificación ecologista.
Iván Illich, en sus libros escritos en México (CIDOC: 1969-1976)[2], muy inspirados por su cercanía con las “culturas vernáculas” (indígenas y campesinos), hace una crítica demoledora de la sociedad industrial que tuvo un gran impacto en los países “desarrollados”: se convierte en una de las corrientes teóricas que más fertilizan la acción de los movimientos ecologistas de estos países. Introduce ideas muy poderosas: la contraproductividad de las herramientas, las instituciones, los sistemas: después de cierto umbral, producen lo contrario de lo que prometen (los transportes nos hacen perder el tiempo; la escuela crea más ignorancia de la que quita; la clínica y el hospital crean más muerte y enfermedad de la que suprimen) El desvalor o la pérdida que sufren las personas, las comunidades, los bienes comunes, el medio ambiente, la naturaleza que no se pueden estimar en términos económicos: la alteración del tiempo y los lugares debido a la introducción de tecnologías, como el automóvil, los plásticos, el internet, los celulares, las semillas transgénicas, entre otras. La convivencialidad: fijar límites a las tecnologías, al crecimiento, a los servicios y a la producción industrial: es lo contrario de la productividad industrial.
En 1979, el economista y matemático Nicolás Georgescu Roeguen, lanza en Francia, por no poderlo publicar en EUA, su libro clásico Demain la Descroissance (Mañana el Descrecimiento), en el que analiza el crecimiento económico bajo la perspectiva del segundo principio de la termodinámica (Entropía) y concluye que la economía ignora la irreversibilidad de las transformaciones de la energía y la materia: es una falsa ciencia; no puede haber crecimiento infinito en un mundo finito, como lo señalaba Keneth Boulding en los 60 . Nicolás Georgescu Roegen es el economista que primero predice o pronostica con claridad el inevitable decrecimiento económico que pueden crear los esfuerzos gubernamentales para lograr el crecimiento económico. Por otra parte, Alain Caille, desde una perspectiva sociológica y antropológica realiza una sólida crítica de las bases de la Economía.
Al terminar los “treinta años gloriosos”, se crean las condiciones para una nueva respuesta radical del sistema político y económico global, para enfrentar la caída de las tasas de crecimiento de la economía y los rendimientos del capital, el agotamiento del gas y el petróleo convencional (Pico del petróleo), el creciente desempleo, la conciencia social de la crisis ecológica global, el fracaso de las ideas del progreso y del desarrollo en los países empobrecidos (el Sur), unido a la pérdida de los símbolos, guías y referentes en los países poderosos (el Norte), entre otros factores.
Con el ensayo piloto en la nueva dictadura chilena(1973) y la entrada de Margaret Thatcher como primer ministro del Reino Unido(1979), emergen en los países del Norte global un conjunto de ideas políticas y económicas capitalistas que rechazan la intervención del Estado para dar plena fuerza al Mercado: nace el neoliberalismo que tendrá su auge en los siguientes 30 años y que, a pesar de las crecientes depredaciones climáticas y ambientales, culturales y sociales, con eficacia debilitará, bloqueará, anulará, la ecología política, la crítica al desarrollo y a la ciencia y la tecnología y la movilización ecologista, pero, fortalecerá el ambientalismo.
1945-1980 Nace la crítica al desarrollo y a la ciencia y la tecnología, y la conciencia social de la devastación ecológica; emerge la ecología política y su contrario: el neoliberalismo.