Bienestar animal, que es y cómo se mide
“La grandeza de una nación y su desarrollo moral, pueden juzgarse por la forma en que trata a sus animales”.
— Mahatma Gandhi
En pasadas entregas, he hablado de los avances históricos en contra del maltrato animal, así como de los derechos de los animales. Hoy corresponderá hablar del “Bienestar animal”.
Antes, cabe resaltar que el concepto “Protección animal”, es el acto de salvaguardar la vida y el bienestar de los animales, incluida la defensa jurídica-política en la legislación y apostar por un cambio en las costumbres mediante la educación contra el trato cruel y los actos que les causan daño, (lesión, pérdidas, dolor, sufrimiento, miedo y angustia), es decir, con un enfoque biocéntrico, que protege el animal desde el interés de que este tenga derechos y estos sean salvaguardados; por lo que, a los proteccionistas, les importan conceptos morales tales como la libertad, la dignidad, la igualdad, los derechos y el valor inherente de la vida. En contraste, al “bienestarismo” (con un enfoque antropocéntrico), tan sólo le preocupa el “bienestar animal” y todo lo demás queda ignorado.
Se hace énfasis en esta diferencia esencial, pues ambos conceptos con frecuencia se utilizan indistintamente, ya por intereses poco claros o por ignorancia, aunque su enfoque es completamente distinto.
Aclarado el punto, la percepción y definición del “Bienestar animal” ha ido evolucionado. Todo empezó a partir del libro de Ruth Harrison “Animal Machines: The New Factory Farming Industry”, pues a causa del debate causado por el libro, se le pidió a Brambell y su comité, que constatara lo declarado en el mencionado libro y así surgió el Informe Brambell. Antes de este, el concepto general para el cuidado de los animales era que estos, deberían ser criados en «condiciones apropiadas» término que no estaba claramente definido. El Informe Brambell fue el primer documento que dio significado al bienestar animal (BA), señalando que los animales tienen necesidades conductuales que no pueden ser ignoradas.
Como cualquier conocimiento, las concepciones y por ende las definiciones, se han ido construyendo y variando con el tiempo. Para Hughes (1976), el bienestar animal es: “el estado de completa salud física y mental en el que el animal está en armonía con el medio que lo rodea”.
Para Carpenter (1980), es el grado de adaptación al ambiente humano, sin incurrir en sufrimiento; el bienestar es asegurado cuando las especies son mantenidas bajo condiciones ambientales dentro de los parámetros de esa especie.
Mc Millan (1990) indica: El bienestar es un equilibrio mental y emocional caracterizado por la ausencia de trastornos mentales o por un ajuste adecuado al sentirse confortable y capaz de enfrentarse a las exigencias de la vida.
Tannenbaum (1991), explica que el bienestar de un animal se refiere a la calidad de vida, y ésta contiene elementos como longevidad, salud y felicidad. Cabe mencionar que este autor fue el primero en señalar que el investigador puede medir el Bienestar animal sin juicios de valor, dando pie a que los “eticistas y filósofos” puedan realizar las mediciones.
Según Dawkins (1993), BA es “la ausencia de sufrimiento, entendiéndose éste como toda una gama de estados emocionales desagradables (miedo, frustración, agotamiento, etc.), y señala que preocuparse por el bienestar animal es preocuparse por los sentimientos “subjetivos” de los animales, particularmente los de sufrimiento y dolor.
Broom (1993), lo define que es el estado del animal en lo que respecta a sus intentos de hacer frente a las dificultades de su entorno, es decir lo que tiene que hacer para afrontar las situaciones que se le presentan, y cuán bien o mal hace frente con éxito a todas esas circunstancias.
Para Duncan, (2006), la capacidad de sentir es un prerrequisito del bienestar. El bienestar animal tiene que ver con los sentimientos experimentados por los animales, particularmente por la ausencia de fuertes sentimientos negativos –el sufrimiento– y la presencia de sentimientos positivos, el placer; de tal forma que el bienestar de los animales será mayor cuanto más intensas y duraderas sean las emociones placenteras, y menores las de índole negativo, tales como el dolor, el miedo y la ansiedad.
Con esos antecedentes teóricos, podemos decir que el bienestar animal, es un estado medible que presenta una gradación que oscila entre muy deficiente (malo) y muy bueno. Así el científico debe basarse en observaciones cuidadosas del comportamiento y de los signos clínicos del animal creando protocolos de evaluación cualitativa del comportamiento, por lo que se han creado diversas metodologías de medición de BA.
De acuerdo con Hurnik y Lehman, las necesidades del animal son de tres categorías:
- necesidades que si no son satisfechas producen la muerte rápida,
- necesidades que si no son satisfechas producen enfermedades, deterioro progresivo y finalmente la muerte, y
- necesidades de confort que si no son satisfechas producen estereotipias y otras aberraciones del comportamiento
Para Duncan y Fraser el concepto de bienestar animal se puede abordar desde tres dimensiones: funcionamiento, sentimientos y naturaleza del animal. Es decir, la evaluación del bienestar animal implica revisar la salud física (qué tan sano está), la salud mental (cómo se siente) y la capacidad del animal de actuar naturalmente, es decir el cumplimiento de su naturaleza (Telos).
La Dra. Francoise Wemelsfelder, 2005, explica que el observador actúa como juez y define el bienestar basado en el lenguaje corporal de un animal, de forma que es posible medir científicamente y definir si el animal está relajado, con miedo, agitado, calmado, contento, tenso, sociable, disfrutando, aburrido, juguetón, irritable o indiferente, entre otras.
Debido a que el concepto de BA incluye aspectos diferentes como emociones, capacidad de adaptación y conducta, es incorrecto emplear un solo indicador para valorarlo, por eso debe haber varios tipos de indicadores tales como:
Indicadores basados en el ambiente, (variables que no se miden en los animales, sino en su entorno) como son la medida y el diseño de las instalaciones donde se encuentran los animales, la provisión de agua y alimento, el enriquecimiento ambiental (es decir la modificación del ambiente biótico y abiótico, y de las prácticas de cuidado y distracción de los animales, para estimularles comportamientos semejantes a los que desarrollan de manera natural).
Por otro lado, los indicadores “basados en el animal” incluyen todas aquellas variables que son medidas directamente en los animales, como cambios en el comportamiento, la apariencia, la salud y los parámetros fisiológicos.
Para la Welfarequality (consultada abril 2023) institución europea que otorga certificación para granjas de animales de consumo; deben considerarse los parámetros (cuatro principios y doce criterios) relacionados con la alimentación, alojamiento, salud, comportamiento y emociones, procurando emplear sólo mediciones objetivas. Los indicadores basados en el ambiente permiten decidir cuáles estrategias de mejora son las más adecuadas y en algunos casos, resultan más prácticos que aquellos indicadores basados en el animal. Para ellos conocer el estado de bienestar en sus instalaciones exige realizar una mejora continuada a través de su programa de certificación
En el caso de colecciones de animales silvestres en cautiverio (zoológicos o centros de conservación) por ejemplo, también es necesario establecer parámetros relacionados con la alimentación, alojamiento, salud, comportamiento, sociabilidad y emociones. En México el proceso de certificación es “voluntario” y certificarse brinda a las instituciones con animales en cautiverio, una garantía que proporcionan a sus animales bienestar, (NORMA MEXICANA NMX-AA-165-SCFI-2014). La certificación exige realizar una mejora continua mediante una Planeación estratégica y Programa de acciones de mejora. Dicha Norma Mexicana, no coincide con ninguna Norma Internacional ya que no existe una Norma Internacional sobre el tema, solo hay propuestas de diversas organizaciones, pero no una normatividad internacional.
Por ejemplo, la estrategia mundial de zoológicos y acuarios “Cuidando la fauna silvestre” propuesta por WAZA (World association of zoos and aquariums. Animal-Welfare-Strategy-2015), sugerida a las organizaciones miembro (quienes garantizan así el bienestar animal en sus instalaciones), menciona en su capítulo uno sobre el bienestar, el modelo de “Cinco Dominios” resumidas en el siguiente cuadro.
Cabe señalar que, a mayor número de especies mantenidas en cautiverio, se crean mayores desafíos significativos en el monitoreo del bienestar animal.
Dentro de los indicadores basados en el animal, los cambios en el comportamiento son particularmente útiles para evaluar el bienestar. Incluyen comportamientos “anormales” (indicativos de falta de bienestar), de igual forma los animales sociales por ejemplo, necesitan estar en compañía para sentirse bien psicológicamente, así que se debe valorar acorde a la especie confinada.
Las estereotipias y la apatía son ejemplos de comportamientos “anormales”. Las estereotipias se han descrito como comportamientos repetitivos causados por la frustración, por repetidos intentos de adaptarse al ambiente o por una disfunción del sistema nervioso central. En general, estos comportamientos repetitivos son considerados como indicadores de falta de bienestar. La apatía se define como un estado anormal de inactividad que se acompaña por una falta de respuesta hacia los estímulos ambientales. La apatía puede aparecer en animales que se encuentran en ambientes monótonos y/o estresantes, especialmente cuando los animales no pueden ejercer ningún tipo de control sobre el ambiente que los rodea.
El segundo tipo de cambios en el comportamiento que son particularmente útiles para evaluar el bienestar es la aparición de cambios en la frecuencia, duración o intensidad de comportamientos “normales”. Por ejemplo, cambios en el consumo de alimento, en el juego y en las conductas afiliativa, agresiva y maternal.
Los indicadores fisiológicos como la concentración de cortisol, corticosterona o de sus metabolitos se utiliza para medir la respuesta de estrés y, por lo tanto, para evaluar el bienestar animal. (se puede medir en diversas muestras biológicas, siendo el plasma, la saliva, las heces, el pelo o las plumas los que se utilizan con más frecuencia).
Los indicadores de condición corporal también son útiles. Una pobre condición corporal o pérdida de peso, pueden ser indicativas de una nutrición inadecuada, de la existencia de una enfermedad o de hambre crónica. Por otro lado, la condición corporal excesiva u obesidad, puede incrementar el riesgo de cojera y puede tener efectos adversos en la salud de los animales. A menudo, la obesidad resulta como consecuencia de una dieta inadecuada o de falta de ejercicio físico.
La elevada prevalencia de enfermedades en cautividad (por estrés y ansiedad), la endogamia, y la esperanza de vida son buenos indicadores de BA. La alta mortalidad evidentemente indica un pésimo bienestar animal.
Para terminar, cabe señalar que el público en recintos con animales en cautiverio, puede ser una fuente de estrés continuo, especialmente si estos no tienen ningún tipo de control sobre su ambiente, no disponen de enriquecimiento ambiental o si las instalaciones no tienen un diseño adecuado que permita a los animales esconderse de la vista de los visitantes y existan vallas que otorguen distancia suficiente para mantener alejados a los visitantes. Y mucho peor aún, si el público no sabe comportarse con respeto, si se visita el lugar sin un guía, si se carece de señalamientos en donde se enfatice que se debe guardar silencio, no dar de comer, no tirar basura y si no hay un reglamento de buen comportamiento ni suficiente personal para garantizar que el público se comporte adecuadamente.
Ana Romo jaulericavida1@outlook.es
