Como una piedra en el abismo marino

Como una piedra en el abismo marino

  [bctt tweet=»nuestra vida tiene un valor que no se parece a ningún otro valor, es una piedra preciosa única en un abismo marino, » username=»crisolhoy»] 

 

    LA VIDA BREVE

                “¿Quién de vosotros si su hijo les pide pan, le darán una piedra, 

                                          o si les pide un pez le darán una culebra?”. 

                                                              Evangelio según Mateo.

Así y todo, no hay otro asunto más que seguir, tomar las providencias pero andar con el pecho por delante, si no siempre, si no todos lo días y todos los momentos, lo más que se pueda. Continuar, recomenzar

Así y todo tiene uno que hacerse el ánimo: pensar justo que el pesimiso teórico sigue siendo fundamental para hacerse de algún optimisto práctico, porque tiene el mayor sentido  -palabras más palabras menos-, lo que aquel poeta y cineasta italiano respondía cuando le interrogaban acerca de su visión sobre la sociedad moderna y sobre su propio lugar en un mundo como el de hoy, devorador. alienado, violento, alicaído y sin compasión valedora ante el sufrimiento extendido. Había que vivir con todo eso, decía, entendiendo que en una encrucijada como esta, para vivir y darle un sentido de peso a la existencia, se tenía que estar convencido de la lucha, comprometido ante los riesgos.

Así y todo, recomenzar, o pensar que se puede recomenzar, hacer el intento, como el mar y sus olas. Ponerse el ánimo, como se pone uno la camisa y los previsibles atuendos ante la oleada fría, Así y todo, mientras avanza la marea de la devastación sobre y bajo el enorme incendio austral que vemos de cerca y de lejos. La catástrofe, el luto humano, las cartas no envíadas, las ilusiones perdidas, la tierra baldía, y todo ese largo etcétera de calamidades. Este largo listado de temores y dudas en el tránsito, donde no sabemos a ratos a donde mirar para acomodar la razonada esperanza, a los benignos que poseerán la tierra. 

Habrá que vivir con todo eso, más lo que acumule, aunque decirlo suene horrible.  Darle peso a la existencia, sentido, encontrar en el laberinto algo que no sea la entrada a otro laberinto, sórdido, Borgiano. Ir con el pecho por delante, si no todos los días y todos los momentos, lo más que se pueda, o hasta donde se pueda. Pensar que ante tanta desgracia aún queda tiempo, que no todas las vías están dinamitadas. Que seguiremos siendo la sal de la tierra. Pensar, imaginar que nuestros hijos y nietos, las generaciones por venir, llegarán a saber el porque aquel hombre -el de la montaña- dicen que nos llamó a no preocuparnos tanto por el destino;  “Mirad a los lirios del campo que no se fatigan ni hilan y sin embargo, os digo, que ni Salomón en toda su gloria estaba tan bien vestido como uno de ellos”. 

Hacerse el propósito, entre las muertes sin fin y las soledades en llamas. Convencerse de que decir que la vida no tiene sentido es una afirmación que puede llegar a ser, en igual medida, cierta o imprecisa. Decirnos y contradecirnos y volver de ahí a una nueva Tesís.   A final de cuentas darle sentido al mundo es una construcción, e incluso podría decirse, una invención y que todo el tema se puede traducir en la conclusión a la que cada persona llega por medios propios, dentro de sus circunstancias. Pensar las imposibilidades, vivirlas, pero nunca renunciar a enfrentarlas.

Uno de los autores que mejor exploraron el llamado “absurdo de la existencia” fue sin duda Albert Camus, el filósofo de origen argelino, formado en Francia, que vivió de lleno el ambiente de la posguerra y el vaciamiento de sentido que experimentó la sociedad europea luego de una hecatombe sin comparación en su historia. En ese contexto, rotas todas las promesas alguna vez hechas por el progreso, por la modernidad, parece lógico que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad por la vida se sintiera desamparada, dubitativa y, en última instancia, decepcionada por la existencia. Con todo, como muchas veces sucede con las posturas calificadas como “pesimistas”, Camus no nos invita a rehuir a dicho absurdo sino, más bien, a encararlo. Ahí el gran problema y ahí la única salida.

En una entrevista realizada en 1945, dijo, a propósito del absurdo propio de la existencia: 

“Todo «lo que puedo hacer es responder desde mi perspectiva, dando por hecho que lo que digo es relativo. Aceptar el absurdo en todo lo que nos rodea es un paso, una experiencia necesaria: no tiene por qué convertirse en un callejón sin salida. Lo absurdo despierta cierta rebeldía que puede ser muy fecunda. Un análisis de la idea de rebeldía puede ayudarnos a descubrir otros medios capaces de restaurar un cierto sentido de la existencia, aunque éste mismo siempre se encuentre amenazado”.

Para sus biógrafos, Camus no era un escritor simplemente, era un activista: “Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia sino de quienes la padecen”, esta es una de la frases que significa bastante bien la labor de Camus en la guerra entre franceses y argelinos de 1956 en donde hizo un llamado a la tregua, pidiendo que se respetara por todos los medios y sin ninguna excusa a la población civil. Es de conocimiento público que Camus amaba Francia, sus artes y su cultura, pero la otra mitad de su corazón estaba en Argelia en su gente, con los que se había criado, los desplazados que sufrían por una sangrienta guerra civil. 

Sín más y recibiendo el año, que sea como sea se debe ver como año ganado más que como tiempo transcurrido, dejo esta cita sobre uno de los pilares del existencialismo, ex futbolista destacado, Premio Nobel de Literatura y quien murió a causa de un acicdente automovilístico en 1944, apenas 3 años después de obtener el reconocimiento por sus novelas y sus ensayos filosóficos:

“Encontrar la belleza de nuestro ser, de nuestra protesta, nos vuelve a transformar en singularidades en la nada, es pues cómo nos armonicemos con el silencio la forma más cercana de encontrar una plenitud anclada al absurdo, al sin razón. Por esto el hombre no puede vivir sin valores, porque la misma elección de vivir nos impone una dignidad que debemos asumir; nuestra vida tiene un valor que no se parece a ningún otro valor, es una piedra preciosa única en un abismo marino, un poema recitado sin público, hermoso solamente por el hecho de ser. 

Feliz año, malgretout.

Publicado en Hidrocálido.   / 8.1.2020

 

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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