De sondeos y cosas peores
A semejanza de lo que ocurre con los partidos políticos y sus engendros, va en aumento el descrédito de las casas encuestadoras y de las encuestas que patrocinan o auspician medios de comunicación de gran alcance (prensa, radio y televisión).
No se ignoran las dificultades que conlleva recoger la opinión, preferencias, intenciones y simpatías ciudadanas, como tampoco se soslaya el costo que representa realizar estudios serios con este fin. Sin embargo, es aún mayor la ausencia de estudios que recojan el parecer de la ciudadanía de un municipio o entidad, sin que se pierda en el agregado nacional.
Lo mismo sucede con estudios que distingan la opinión por sectores de la población que den cuenta de la pluralidad y diversidad de los aguascalentenses. Y qué decir sobre estudios que muestren la evolución de estos a través del tiempo.
Hay poca cautela frente a la generalización, lo que hace que se pierda la opinión de pequeños grupos de población y que se haga pensar que la opinión de unos cuantos es la opinión de todos. Los estudios que tratan de diferenciarla lo hacen con criterios mercadológicos, socioeconómicos, económicos y, en el mejor de los casos, territoriales.
Hasta hoy poco se tiene de estudios que muestren cómo se diversifica la opinión pública conforme su posición y relación con las autoridades gubernamentales, el clientelismo político, la vulnerabilidad a la manipulación de los medios de información, a la desinformación de las redes sociales y al nivel de comprensión de los asuntos públicos. Y qué decir de estudios que estratifiquen sus resultados con base en el nivel de literacidad digital crítica1 de las personas. Recién circulan por ahí los resultados del primer sondeo de opinión realizado por un “Centro Ciudadano de Investigaciones Aguascalientes”.
Aunque en ellos se advierte claramente sobre sus alcances y limitaciones, es un avance el que se trate de un sondeo a profundidad (el estudio consta de alrededor de 30 preguntas), gradual (se hará en tres etapas) y comprenderá tres grupos de expresiones políticas (Morena; PT y MC; y PRI, PAN y PRD). Hay que dejar al paso del tiempo, al despertar del deber cívico-ciudadano y a los esfuerzos de la sociedad civil por recobrar la confianza en el valor que tiene manifestar y expresar la opinión personal sobre los asuntos públicos, para así lograr el reconocimiento y respeto a la pluralidad y diversidad de la comunidad aguascalentense.
Tampoco hay que soslayar que este esfuerzo tendrá éxito en la medida que la construcción de ciudadanía se fortalezca y se observe en la radiografía que resulta de la compleja y transversal corriente de opinión que permite conocer las señales que los hilos tienden en todos los ámbitos del quehacer y de las relaciones sociales establecidas.
1/ Literacidad crítica (lectura y escritura críticas) significa la capacidad de seleccionar y filtrar grandes cantidades de información, la capacidad de analizar su veracidad y rigor, la habilidad de contrastar las fuentes y los enfoques que se dan a los datos, la facultad de interpretar los contextos, los nuevos roles de lector y escritor, y la de evitar ser manipulados por los discursos que circulan en los medios, en Internet y las redes sociales y de producir textos propios con los recursos que ofrece la red. Alfonso Vargas Franco, 2015.
Literacidad crítica y literacidades digitales: ¿una relación necesaria? (Una aproximación a un marco teórico para la lectura crítica). En Folios Núm.42 Bogotá July/Dec. 2015. Recuperado el 24 de noviembre de 2022.