DEBATE EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS CLAUDIA: SOBERBIA XÓCHITL: DESCONCERTADA JORGE: IMPERTINENTE

DEBATE EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS CLAUDIA: SOBERBIA XÓCHITL: DESCONCERTADA JORGE: IMPERTINENTE

Naturalmente vi el debate. Yo tenía la convicción de que además de las clases de Don Rafael Rojina Villegas, las misas de tres padres, “La Última Palabra” y las Mañaneras no habría nada más aburrido. Me equivoqué. Si el propósito del INE fue restarle interés, atención y seguimiento a este ejercicio que tendría que ser fundamental para la democracia mexicana y el proceso electoral, lo logró. Confuso, desordenado, desorganizado, improvisado, tuvo todo para que las “candidaturas” (así llamó a los candidatos) sometidas a un control férreo y torpe del tiempo, con un formato que no quedó claro ni para ellas, menos para los espectadores, sujetas a distracciones y presiones, con un reloj que fallaba a cada rato, y teniendo que contestar preguntas torpes, reiterativas, insidiosas, mal formuladas, pensadas para molestar, para insidir, para acusar más que para informarse. Con una pretendida aura democrática por la participación de la “ciudadanía” que, una vez se demostró que “vox populis, vox brutis”.

Mi crónica la reduciría asi. En el país de las Maravillas no hay posibilidades de debate. La reina de corazones, como la policía china, con aire de potestad y adulterio, trepada en el trono que le heredan y con su bastón de “mande”, no escucha porque las críticas provienen de los adversarios, no contesta porque los señalamientos negativos son invenciones de la ultraderecha, no debate porque ella vino a restregarnos sus “diplomas”, su linaje político de la 4T, su investidura por el tlatoani, no responde cuestionamientos que provienen del conservadurismo, acusa, calumnia, difama, tal como lo aprendió de su protector y como él, miente sin ambages, sin recato, sin vergüenza. Lo importante es el efecto de la aseveración, ya las aclaraciones o desmentidos tendrán menos peso. Como la Reina de Corazones, autoritaria, déspota, tiránica, la única vez que volteó a mirar a Xóchitl lo hizo con una expresión perfectamente legible a pesar de la máscara de hierro que porta: “Qué le corten la cabeza”.

En el país de las Maravillas, Xóchitl (Alicia) es una intrusa. Ve una realidad que los demás son incapaces de percibir, sujetos al embrujo del ambiente, capturados por el autoritarismo, seducidos por una circunstancia colorido, luminoso, frívolo y lúdico, conformes con formar parte de una comunidad cortesana en la que el único que parece desentonar es Sombrerero Loco, que, sin embargo, nunca tiene tiempo para concretar nada, porque siempre está partiendo, siempre está yéndose, siempre está huyendo. Alicia (Xóchitl) sabe que hay un mundo mejor, pero esta asombrada y asustada, la escenografía y el guión le impiden participar, este país está sujeto a un tirano que de una forma o de otra ha logrado imponer un estatus con el que los súbditos adocenados agradecen la pitanza y lo demuestran con caravanas. Lo que es peor, no sabe por donde está la salida y cuando le pregunta a Sombrerero Loco éste le contesta: Tu sigue andando, siempre llegarás a alguna parte con tal de que camines bastante. Pero el tiempo se acaba y las oportunidades se agotan, el país de las Maravillas está a punto de colapsar pero todos parecen ignorarlo o quererlo ignorar: es más cómodo.

Para completar el cuadro el Gato de Cheshire, Jorge, personaje surrealista, habla de una nueva política y es creación de un dinosaurio de la vieja política, toma actitudes moralista y se comporta de manera inmoral, se reduce a fenomenología, como el gato del cuento aparece y desaparece y lo único que deja es la imagen de su sonrisa, mueca irreal, sucedáneo de un sentimiento reducido a una caricatura de sí mismo.

La sensación final es de frustración, los comentarios, el sedimento del debate se reducen a dos o tres frases lapidarias carentes de contenido: Ganó el debate porque se mostró fría y controladora, mantuvo una calma de estadista. Ganó el debate porque no cayó en provocaciones. Ganó el debate porqué no contestó nada de lo que le preguntaron. Ganó el debate porque no rebatió ninguna de las acusaciones que le formularon. Ganó el debate porque le dijo que era una mujer de hielo. Ganó el debate porque le señaló relaciones de corrupción política. Ganó el debate porque demostró su talante jovial y fresco y se desmarcó de las lacras que forman los partidos que la apoyan. Ganó el debate porque a pesar de todo logró deslizar propuestas que sin embargo se perdieron en la anécdota y pasaron por alto para la mayoría.

Hace algunos años en una reunión durante la campaña de Miguel de la Madrid, el licenciado Manuel Moreno Sánchez, señalaba un vicio grave de nuestro sistema que el entramado electoral no ha logrado desterrar, ni siquiera atemperar. Los mexicanos no sabemos por qué votamos, a lo sumo conocemos por quien votamos pero no por qué votamos. No conocemos una propuesta, no conocemos un programa, no conocemos un ideario. Como en el debate, ideas sueltas, propuestas deshilvanadas, proyectos sin sustento, ocurrencias de ocasión, un bouquet de dádivas a cual más de generosa. Vota por mí que te ofrezco más.

La triste realidad es también la pobreza cultural, la ignorancia, la falta de criterio, la incapacidad de juicio, la formación raquítica de la mayoría de la población. Lo escribo y me duele. La aguda desigualdad, la dependencia de las dádivas gubernamentales, la sujeción al clientelismo político, la baja calidad de la educación, la pésima calidad de los servicios, el populismo y la corrupción. Todo eso y más fueron razones para por mi parte votar por López Obrador, y sí, me hizo concebir esperanzas, de justicia, de libertad, de democracia, de transparencia, de seguridad, de paz.

En unos cuantos meses AMLO mostró su verdadero rostro, un autócrata caprichoso e ignorante. Un político mesiánico y delirante que ha construido una corte de lacayos que maneja a voluntad, con una población que depende en buena parte de las pitanzas que la autoridad reparte con aire de perdonavidas y de dispensador del sustento.

El debate me confirmó en mi apreciación: Xóchitl no es todo lo que quiero para México, pero Claudia es todo lo que no quiero para mi patria.

jemartinj@aim.com facebook jemartinj X @jemartinj

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Jesús Eduardo Martín Jáuregui

Abogado, maestro universitario, taurino en retiro, lector compulsivo y escribidor catártico. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Notario Público 19 en Aguascalientes México, Ex-presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Ags., Integrante del Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, maestro de Derecho Romano y de Hermenéutica Jurídica en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, miembro fundador de la Academia Mexicana de Derecho Notarial, miembro correspondiente del Seminario de Cultura Mexicana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!