El hombre que pasó su vida fundando instituciones sociales en Aguascalientes: José de Jesús López y González

Para Pachis Rangel
En el barrio en que vivo desde hace cinco años -el barrio de Triana- hay, frente al Jardín del Templo de El Encino, una casa que, a manera de museo, pero sin serlo, guarda la historia de un hombre que allí vivió y que se conserva tal y como él la habitó. Su nombre es José de Jesús López y González, exobispo de la diócesis de Aguascalientes. Cuando me enteré de la existencia de esta casa y de quienes la cuidaban, me surgieron algunas preguntas: ¿por qué las religiosas que cuidan de esa casa lo hacen con tanto cariño y veneración?, ¿qué hace tan especial a ese hombre para que dichas religiosas quieran conservar su memoria y su historia?

Fue hasta que dirigí una tesis de Maestría en Investigación Educativa en la Universidad Autónoma de Aguascalientes que me di cuenta de la importancia histórica de esa persona, a través de las escuelas y de las maestras por él fundadas. La tesis es de María Angélica Suárez Hernández y trata sobre las “Estrategias de resistencia y adaptación de las religiosas Maestras Católicas frente al laicismo en Aguascalientes, 1925-1946”. Al mismo tiempo que dirigía esa tesis, Yolanda Padilla, mi esposa, quien también es historiadora, apoyaba a las Maestras Católicas en la elaboración de su libro “Ellas Le dijeron Sí. Vida de treinta Hermanas Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús, 1935-1987”. Estas dos experiencias nos dieron oportunidad a ambos de conocer a nuestras vecinas de barrio, las Maestras Católicas.
Hace poco ellas tuvieron a bien invitarnos a Yolanda y a mí a un festival en el que celebraban la vida de su fundador el Señor José de Jesús López y González. No pude asistir, pero Yolanda sí, por lo que al llegar me hizo la siguiente reseña del evento.
“Me sorprendió la cantidad de colegios que participaron, varios atendidos por las Maestras Católicas, pero también había otras instituciones como el Colegio Portugal, la Escuela de Música Sacra y la Ciudad de los Niños, entre otras. Todo en un contexto de mucho orden y disciplina, en el auditorio (muy grande y repleto) del Colegio Portugal. Se trató de una superproducción, por decir así. Además de interinstitucional, el festival demostró la formación de niños y niñas en diversas disciplinas artísticas.
La apertura fue con un poema, luego la narrativa de la vida y obra del Señor López la hicieron niños y niñas que representaban varios personajes, siendo el narrador principal el que representaba al mismo Señor López. Cada vez que se narraba brevemente una etapa de su vida, datos del contexto histórico o alguna institución por él fundada, la narración se acompañaba por un bailable o por un canto coral, a cargo de diferentes grupos escolares. Me gustó mucho el coro escolar que participó, porque se escuchaba muy entonado y se veía muy disciplinado. También la música en vivo del mariachi, perfectamente acoplada al guion. Participación destacada la tuvo también la Casa de Música Sacra, con un muy bonito canto en latín.
Fue un evento lleno de bellas estampas y emociones, pero en lo personal -continuó platicándome Yolanda-, me conmovió mucho la escena en la que varios niños y niñas pequeñitos de la Ciudad de los Niños se acercan al Obispo López (representado por un niño un poco mayor), lo rodearon con un abrazo muy efusivo y le dieron las gracias. Al final del evento, el auditorio se estremeció con porras y gritos de ¡Viva el Señor Obispo López! Como historiadora, nunca vi tan vivo el agradecimiento y el cariño hacia una persona que, para mí como historiadora, dejaba de ser un personaje histórico para continuar vivo en el corazón de los niños, niñas y, sobre todo, de las Maestras Católicas, quienes, además, nunca conocieron en persona”.
Luego de la reseña de Yolanda, ambos decidimos entrevistar a la Hermana Maestra Católica Plácida Domínguez Torresdey, a quien agradecemos su disposición y tiempo. A continuación, el texto de la entrevista.
Cuéntenos por favor que están celebrando las Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús durante los meses de octubre y noviembre de este año.

Estamos celebrando dos fechas importantes en la vida social y eclesial de Aguascalientes: 16 de octubre, fecha del Natalicio del Venerable José de Jesús López y González (1872), o sea 150 años de su nacimiento. Y otra fecha que estamos conmemorando es el 11 de noviembre, día de su partida a la casa del Padre (1950), o sea 72 años de esa partida. “Su pueblo lo recuerda por su bondad de Padre y sus virtudes heroicas”. Él nació al oriente del estado, en un ranchito llamado el Cotón, que significa “Capullito de algodón”, perteneciente a la Comunidad de Sandovales, el Llano, Aguascalientes, México. Sus padres fueron Apolonio López y María del Pilar González Medina, quienes formaron una familia sencilla, laboriosa y con bases cristianas. Él llegó a ser el tercer obispo de esta Diócesis de Aguascalientes durante 22 años (1928-1950), caracterizándole la suavidad y firmeza al gobernar, afrontando con una gran fortaleza los retos de su tiempo. Entre las obras que él fundó se encuentran varias escuelas, asociaciones piadosas, cooperativas, sindicatos católicos, una Casa hogar, la Escuela Catequística, la Escuela de Música Sacra, la Liga de Recíprocos Auxilios entre el Seminario y los Fieles, promovió dos Sínodos Diocesanos y fundó nuestra congregación de Hermanas Maestras Católicas del Sagrado Corazón.
¿Nos puede decir por favor cómo fue que el obispo López y González fundó lo que hoy conocemos como la Ciudad de los Niños?
Esta obra inició en los años1944-1945, cuando un joven laico de nombre Luciano, procedente de Zacatecas, al ver muchachitos solos que merodeaban por los mercados, desempeñando el oficio de canasteros, los juntó en una casita cerca del templo de San Marcos. El Padre José Cuellar, capellán de dicho templo, se interesó por ese grupito y un día invitó al obispo López y González para que les visitara y viera las penurias que pasaban. El obispo fue, y vio a un niño, el más pequeño, en un petate muy usado, sin almohada y ardiendo en fiebre, casi sin sentido; mientras que los demás con la despreocupación propia de la edad jugaban en el patio a las canicas. Fue tanta la impresión del Señor López que de allí se fue a entrevistar al industrial Anselmo López, para que le rentara una huerta, ubicada en la calle Unión, la cual acondicionó como hogar para aquel grupito de niños. El Señor López también pidió a las Maestras Católicas, que él acababa de fundar, que atendieran a aquellos ocho niños, para ayudar a mejorar sus condiciones de vida. Esta casa sería la semilla de la institución que después daría albergue a muchos más niños desamparados. Luego el Señor López se entrevistó con los miembros de los clubes Rotario y de Leones, quienes habían manifestado deseos de ayudar, y quienes le pusieron a la obra el nombre de Puericultorio Nazareth. Para el año 1947, la casa albergaba ya 26 niños. El 11 de noviembre de 1950, el Señor López, quien había sido para los niños huérfanos su principal sostén y padre cariñoso, pasó a mejor vida, dejándolos en la orfandad completa.
Por su parte y de manera simultánea, el Padre Antonio Hernández Gallegos, sacerdote de la diócesis de Aguascalientes, mejor conocido como Padre Toño, observaba que en escuelas de escasos recursos los niños no aprendían y hasta se quedaban dormidos porque no habían desayunado, y tuvo la inquietud de dar asistencia a la niñez huérfana y desamparada. Un buen día el joven Isaac Montoya, alegre y trabajador, fruto del apostolado que él promovía, se presentó ante el Padre Toño con un muchachito de escasos 11 años, desamparado, débil y demacrado, y le dijo: “aquí tiene usted el primer hallazgo”, y el Padre le contestó: “manos a la obra, es tiempo de comenzar”. Habían recogido a ese niño, que dormía entre la basura del arroyo de aguas negras que pasaban al descubierto (hoy Avenida López Mateos). El Padre Toño consiguió una bodega en la calle Matamoros, dando origen al Internado San José, esto fue el año 1945. El número de chicos aumentó tan rápidamente que pronto fue necesario conseguir otro local. Así fue como los dos centros de acogida, el Puericultorio Nazareth y el Internado San José, estuvieron trabajando cada uno por su lado hasta que, al llegar a la Diócesis el nuevo Obispo Salvador Quezada Limón, le interesaron estas obras, nombró al Padre Toño como director de las dos instituciones y designó a un comité pro-construcción de la Ciudad de los Niños, la cual se estableció en la Ex Hacienda La Cantera, con una población inicial de 100 niños. En el año 1958 se fusionaron las dos obras y la Congregación de Maestras Católicas ha permanecido sirviendo en esta obra hasta la fecha.
Háblenos un poco sobre la manera en que el obispo López y González apoyó al Seminario de Aguascalientes en épocas difíciles.

El seminario era para el Señor López una de sus prioridades, pues lo consideraba el corazón de su diócesis, y lo amó, lo defendió, luchó por él. Fue continuador de sus predecesores, supo de desvelos y sacrificios para llevar adelante la institución más importante de las obras diocesanas, supo conservarlo y defenderlo de sus enemigos, que procuraban su desintegración. Debido a la persecución religiosa de 1926-1929, no habían quedado en el seminario más que unos cuantos alumnos y todo había quedado destruido: edificio, mobiliario, instrumentos, ornamentos sagrados. El período del Señor López fue como un renacer del Seminario pues, con el auxilio divino, logró interesar al pueblo católico de Aguascalientes en ayudar al seminario, para que lo vieran como algo propio, y esto lo logró a través de la “Liga de Recíprocos Auxilios entre el Seminario y los fieles”. El apoyo económico no era muy grande, aunque sí el apoyo moral, mirando al seminario como su obra y con ese criterio lo ayudaron y lo defendieron. También se estableció, en el Primer Sínodo Diocesano, que tanto las parroquias como las asociaciones piadosas, dieran un apoyo al seminario. Además, el Señor López estableció el Día del Seminario, para que en todas las parroquias se hiciera oración pidiendo sacerdotes santos, bien preparados para su ministerio y suficientes en número, así también para que las parroquias dieran donativos, ya fuera en dinero o en especie, para el sostenimiento del mismo. Solicitó a la Santa Sede becas para que sus sacerdotes fueran a estudiar al Colegio Pío Latino Americano de Roma. También envió en 1937 a 23 jóvenes seminaristas al Seminario de Montezuma, en Nuevo México, Estados Unidos. Así logró ordenar un total de 76 sacerdotes diocesanos.
¿Qué papel desempeñó el obispo López y González en el establecimiento de El Colegio Portugal?
El Señor López fue el fundador de ese colegio en el año 1943, poniéndole el nombre en honor del primer obispo de la Diócesis, José María Gómez Portugal y Serratos. La finalidad de dicho colegio era y es muy definida: ofrecer formación académica con valores cristianos al servicio de la sociedad hidrocálida. Inició en 1943 con escuela primaria, siendo su primer director el presbítero Benito López Velarde; en 1944 se inició la secundaria diurna, primera en su tipo a nivel estatal, y fue nombrado como segundo director el presbítero Salvador Jiménez Díaz, quien duró siete años en el cargo, siendo director en tiempo de la partida del Señor López. Posteriormente el Cabildo Diocesano nombró al presbítero José Guadalupe Díaz Morones, quien permaneció como director durante 62 años, hasta su muerte en el año 2013.

¿Cuál fue el papel del obispo López en la creación y desarrollo de la Escuela de Música Sacra?
Para empezar, el Señor López tenía formación musical, sabía tocar la guitarra, instrumento que en tiempo de vacaciones servía para ambientar las noches con su familia. Siendo párroco de Jesús María, fundó la Escolanía de Niños para el desempeño de coro en las fiestas parroquiales, en la que él personalmente les enseñaba la “solfa” y de él aprende el ABC de la música el maestro Miguel Macías.
Él mismo redactó el decreto del Primer Sínodo Diocesano, en lo que se refiere a la música sagrada y litúrgica en los templos de la Diócesis. Como obispo, envió circulares donde se reglamentaba el uso de la música en los templos, dando normas sólidas y claras, que estaban de acuerdo acordes con el Motu Proprio de 1945 del Papa Pío X. Con respecto al órgano, como instrumento privilegiado, fue su deseo que todos los templos contaran con uno. Y, como el buen juez por su casa empieza, instaló un órgano Hammond en la Catedral Basílica, que bendijo solemnemente al inicio del Congreso Eucarístico. Hizo que creciera y se desarrollara la Escuela Diocesana de Música Sacra, apoyándose en el Sacerdote Ricardo Corpus. De esta Escuela se han cosechado apreciables frutos.
¿Nos puede explicar de manera más amplia cómo y por qué fundó el Señor López la Congregación de Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús?
La idea de fundar una congregación religiosa surgió en la mente y en el corazón del sacerdote José de Jesús López desde que, en 1920, el obispo Ignacio Valdespino y Díaz le encargara las escuelitas que la Diócesis tenía en diferentes rumbos de la ciudad. Al enfrentarse con la problemática que las profesoras seglares y sus padres presentaban en lo referente a la atención de dichas escuelas, pensó que, siendo que las maestras religiosas tenían votos y no dependían de sus padres, tendrían más entrega en las escuelas y así se superarían los problemas de disciplina, las deserciones y la oposición de la familia, al hacer los cambios de una escuela a otra, según conviniera para la buena marcha de la obra. Así pues, en el año 1925 el Señor López solicitó al obispo Valdespino permiso para reunir a las maestras de dichas escuelitas en una asociación piadosa que denominó: “Obreras Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús”. Afortunadamente, tuvo una pronta y positiva respuesta; siendo así que el 25 de diciembre de 1925, en la capilla del Orfanatorio Casimira Arteaga (Allende 315), hicieron su consagración y sus promesas las primeras socias. Así surgió esa semillita que más tarde sería la Congregación de Hermanas Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús.
Para formarse pedagógicamente, hubo un grupo de maestras seglares de las mejor preparadas en Aguascalientes, que apoyó y enriqueció la formación de las Maestras Católicas. Entre las maestras seglares que las formaron estuvieron las siguientes: Pachita Ruiz Esparza, Conchita Aguayo, María Guadalupe Alcalá, María Guadalupe Arellano, Lolita Andrade, Carmen Macías Peña, Vicentita Trujillo y su hermano Eliseo, María Trillo, Teresa Llamas y algunas otras más.
En 1926, cuando arreció la persecución, desde Encarnación de Díaz, Jalisco, donde el Señor López se había ocultado, escribió a las socias al menos tres cartas en las que las animaba a seguir adelante en su propósito, y las instruía en el modo como debían actuar para hacer el mayor bien posible, tanto a los niños como a los vecinos que tuvieran alguna necesidad. También les dio consejos prácticos de vida espiritual. Para 1929, la “obrita”, como él la llamaba, ya contaba con ocho miembros.
En el curso de la historia hubo dos acontecimientos que indudablemente favorecieron el que el Señor López lograra su objetivo: primero, el cese de la persecución (al menos nominalmente), y como consecuencia, la apertura de los templos y la relativa libertad de los sacerdotes en julio de 1929; y, segunda, su designación como obispo de Aguascalientes, el 20 de septiembre de ese mismo año. El 28 de mayo de 1932 fue aprobada canónicamente aquella Pía Asociación como Congregación Religiosa de Hermanas Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús.
Notas finales
Desde este espacio, agradecemos la generosa invitación al Festival de Celebración y las respuestas a nuestras preguntas.
