El tremendo caso del plagicidio de la tremenda ministra
La ministra Yasmín Esquivel, abogada, mujer guapa, casó con hombre viejo y rico e influyente. Y como dice el refrán, a quien la suerte le quiere dar por la tronera le ha de entrar, (en sentido figurado por supuesto) y a partir de entonces su carrera profesional y su vida personal tuvieron un ascenso sin duda muy merecido, obtuvo cargos en la judicatura al margen de los concursos de oposición, pero valorados debidamente sus méritos personales, fue magistrada y luego presidente del Tribunal de Justicia Administrativa del Distrito Federal hoy ciudad de México, y cuando el socio de su marido, licenciado Andrés Manuel López Obrador, llegó a la presidencia de la república la propuso para ministra de la Suprem@ Corte de Justici@ de la Nacione, el Senad@ de la Republic@ atendiendo a sus inocultables cualidades y méritos relevantes la aprobó.
En pocos años destacó por su solidaridad y apoyo con las causas del puebl@ mexican@ lo que le agrandó aún más el lugar que ocupaba en el corazón del presidente de la república, tanto que, después de la Alfombra Zaldívar Lelo de Larrea y del frustrado intento de prolongar ilegalmente dos años más su mandato, el ministr@ que más garantizaba el tortuguismo en los asuntos que afectaban a la presidencia y las resoluciones favorables en temas claves proclives a la 4T era Yasmín Esquivel. Pero no hay muerto que no pida su misa y nada impide suponer que más de algún ministro y sus allegados hayan casualmente conocido la notable coincidencia de dos tesis de licenciatura, una de las cuales presentó la ahora futura ex-ministra para graduarse de abogada, con la lamentabilísima circunstancia que la otra se presentó más de una año antes.
La divulgación de la coincidencia que en casos como éste se llama plagio, la realizó un distinguido investigador de la UNAM. Guillermo Sheridan que ya en otras ocasiones había denunciado irregularidades semejantes. La reacción y los estertores de la ministra y la torpe defensa que de ella intento realizar el presidente López Obrador oscilaron desde la justificación como “pecadillo” o error de juventud hasta la acusación sobre las rodillas, insostenible con ninguna prueba, de ser la ministra víctima de plagio y, como en las arenas movedizas, mientras más se movieron más se hundía. En la votación los ministros seguramente vieron la oportunidad de, con guante blanco, cobrarle los agravios al presidente. Y como en el cuento, te acuerdas “medio pollito” que dijiste que los ministros no eramos confiables, que salvo cuatro o cinco los demás eramos fifís, conservadores, corruptos, al servicio del neoliberalismo, pues ahora tenemos la oportunidad de reivindicar al Poder Judicial tan vilipendiado por tí, designando una presidente de la Corte que proviene de las filas de la judicatura, que se hizo en los tribunales y que, mediante los sistemas de oposición logró llegar a la magistratura y luego por propios méritos a la Corte. Por supuesto, amable y desconcertado lector, no me haga caso, no afirmo que haya sido así, pero nada impide pensar, que luego de ser calumniado, difamado, injuriado una y otra vez el poder judicial y sus integrantes, un puñado de ministros dignos (agreguenle ministras, si gustan) hayan reivindicado la función judicial.
Desde luego, hay que decirlo, la presunción de inocencia debe obrar en favor de cualquier acusado, pero desde luego también, hay que decirlo claro, los ministros no emitieron una sentencia contra la presunta licenciada Yasmín Esquivel, sino simplemente estimaron que, dadas las circunstancias era mejo opción para dirigir la Corte, la ministra Piña, cuyos logros académicos, desde su título de maestra normalista hasta su inacabado doctorado en derecho, son claros, brillantes y transparentes, y su carrera judicial, por lo que se sabe, a prueba de suspicacias y cuestionamiento.
El tremendo caso de la tremenda ministra Esquivel no debe quedar terminado con sus frustradas aspiraciones a presidir la Corte. Dejemos de lado las impertinente declaraciones del presidente, su socarronería al no felicitar a la Presidente de la Corte, uno de los tres poderes del Gobierno, su pretensión de disimular su “derrota” en la Corte y en el Tribunal Administrativo, a toro pasado, pregonando su respeto, no obstante que todavía el lunes en la Mañanera, defendió y promovió a la esposa de su socio, para centrarnos en la “defensa” de la presunta licenciada Yasmín.
Señala la todavía ministra, luego de que resultó indefendible la posición de ser un trabajo original y de ser atacada por misoginia y por aspirar a presidir la Corte, que en todo caso ella es la víctima ya que su trabajo recepcional fue iniciado desde 1985 y que en todo caso el otro tesista la plagió. La explicación ante la Comisión de la UNAM, la soportó con la denuncia como víctima de plagio presentada ante la Fiscalía de la Ciudad de México, con una declaración unilateral ante notario público en donde el presunto plagiador habría reconocido su responsabilidad, con las periciales obtenidas en circunstancias poco claras en que se demuestra que la tesis de la Sra. Esquivel fue subida al repositorio de la UNAM (el repositorio es un archivo digital) antes que la otra tesis, otras periciales consistentes en los análisis de los tipos de letra y las cartas de admiración y reconocimiento de algunos de sus sinodales y maestros que la ensalzan sin pudor.
Merece desmenuzarlas, La denuncia sólo prueba haber sido presentada, nada más. La declaración notarial, la ministra debe saberlo, no tiene valor de prueba testimonial, ya lo dijo la Corte, para acabarla de amolar, el supuesto plagiario desmintió públicamente haber aceptado alguna responsabilidad y por el contrario insiste en haber sido plagiado, Ésto pone en un brete a la Sra. Esquivel, ¿Cómo obtuvo ese documento notarial? ¿Quién se prestó para suplantar al presunto plagiado o plagiador? ¿Por qué a sabiendas lo exhibe como si fuera prueba válida?.
La prueba pericial no tiene ninguna relevancia, no importa cuando la UNAM haya subido los trabajos recepcionales al repositorio, lo que sí hace prueba es cuando se aprobaron, cuando se exhibieron, cuando se defendieron, cuando se incorporaron al acervo universitario, sobre eso no hay duda, la señora Esquivel lo hizo después. Las cartas alabatorias no son pertinentes, la fama en este caso, no hace prueba. La denuncia es precisa. Cabe señalar la dificultad práctica de copiar un documento en proceso, inacabado, del cual sólo tiene conocimiento su autor, (suponiendo que lo dicho por la Sra. Esquivel fuera cierto) y la posibilidad de tener acceso en las bibliotecas universitarias, aún en calidad de préstamo a las tesis ya publicadas (hipótesis del plagio de la Señora Esquivel). Por el bien del Pder Judicial, por el bien de la UNAM, por la seguridad y confianza en las instituciones, antes que mandarlas al diablo, conviene que este sainete por la gravedad que reviste, se aclare.
MORALEJA.- Sr. Presidente: Juego que tiene desquite, ni quien se pique. El Poder Judicial en la Corte y en el Tribunal Administrativo lo han puesto en su sitio, viene el turno del Tribunal Electoral.
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