El único camino debe ser verde e igualitario
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¿A donde va realmente México? ¿A dónde? en el quebrado conjunto de una dispersa América Latina, ante los desafíos que ha despertado la pandemia que de inmediato nos ponen frente a la aparición de nuevos virus y bacterias a consecuencia del cambio climático, y peor aún, ante un vecino poderoso y beligerante que piensa la integración americana solo para el beneficio de los norteamericanos.
Hemos perdido décadas en buscar relaciones más profundas con Europa y Asia, sobre todo con el viejo continente que en la actualidad a través de la Unión Europea parece ser el único conjunto de naciones que trabaja por un orden renovado del mundo, verde e igualitario, no solo como una política sectorial de mitigación y adaptación al cambio climático, o de cuidado de la biodiversidad. Se trata, según la Comisión (UE), de una estrategia integral para «transformar la propia asociación de Estados en una sociedad equitativa y próspera, con una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva», dando prioridad a la dimensión humana de manera «justa e integradora».
¿Y mientras tanto nosotros? Parece que no estamos a la altura de la amenaza del coronavirus, cuya única salida posible debería ser dimensionar la sociopolítica de un nuevo y verdadero pacto nacional cuya objetivo sea recuperar la confianza ciudadana y asociar a los ciudadanos en toda su diversidad con las autoridades y los sectores económicos. Lo que hace ya casi treinta años iniciaron los europeos.
Parece que solo aprendemos eslogans para repetir, “nunca más economía y salud distanciadas”, sin que los propósitos se hagan programas viables de gran ambición y potencial transformador. Ni siquiera comenzamos aún el tránsito a la economía circular, menos intensiva en recursos naturales; un programa masivo de rehabilitación de ciudades y con ellas de viviendas que apuesten por la movilidad sostenible e inteligente; una estrategia de conservación de la biodiversidad y la reforma de la agricultura y del uso del suelo, con la estrategias innovadoras, como lo plantea en un reciente ensayo en Nueva Sociedad, José Antonio Sanahuja, Catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense y profesor de la Escuela Diplomática de España.
El camino del mundo, no es otro que desplegarán medidas de fiscalidad «verde» y correctoras del mercado, con la reforma del sistema de comercio de derechos de emisión. En un contexto altamente financiarizado y ante una visible trampa de liquidez, con tipos de interés negativos, se asume la necesidad de reorientar el sistema financiero y el capital privado a la transición ecológica, con el papel central de la inversión pública masiva, y asimismo con medidas para paliar los costos del ajuste, como el que tendrían que afrontar diversos sectores atrasados.
Requerimos, nos urge, es cuestión de vida o muerte para México, así como se lee y oye, integrarnos a un Pacto Verde que planteé una amplia estrategia de política industrial en sectores como la energía, las tecnologías digitales, el automóvil, el transporte público, alentando la electromovilidad, como de manjera ejemplar a nivel mundial lo hace ahora la Unión Europea, como única vía de respuesta a las dinámicas de desglobalización, centrándose en la reconversión productiva y el crecimiento de su propio mercado interior, asumiendo que ya se ha entrado en un nuevo ciclo económico global de repliegue de las cadenas productivas.
La crisis de la globalización y el multilateralismo
Al respecto, el también asesor especial para América Latina y el Caribe del Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell, se pregunta ¿Qué significa, en América Latina y el Caribe, una Unión geopolítica y una mayor autonomía estratégica? ¿Cómo se despliega la «Doctrina Sinatra» en las relaciones birregionales? Esta supondría llevar adelante una estrategia de implicación constructiva hacia América Latina y el Caribe y contar con voz propia a la hora de promover coaliciones efectivas con los gobiernos y los actores relevantes, en cada caso, en la región. Se trata de impulsar coaliciones flexibles y abiertas que permitan conjugar intereses mutuos frente a la crisis de la globalización y el multilateralismo, y abrir opciones de cara a la política de poder de otros actores externos, así como afirmar los valores comunes frente a quienes tratan de impugnarlos en ambas regiones desde posiciones iliberales, ultranacionalistas y de extrema derecha.
Las crisis sistémicas, como lo es la que se ha generado con el covid-19, son una oportunidad para el cambio, más que para el retorno a la normalidad, más allá de preservar medios de vida y actividad productiva, la cooperación birregional debería promover una estrategia de recuperación y salida de la crisis que sea digital y verde, pero también y, sobre todo, social, y que, de esa manera, reafirme la relevancia geopolítica de esa relación. ¿Cuándo comenzaremos en nuestra propia casa?
Publicado en “Hidrocálido”. 07.04.2021