El vaso casi lleno

El vaso casi lleno

«La única defensa contra el mundo es un conocimiento perfecto de él». John Locke

Estamos ante un verdadero parteaguas, lejos de las certezas de que algo mejor está por nacer e inmersos en un clima social abrumador, sordo y doloroso, que al parecer no nos permite despertar y recomenzar los días con un ánimo conciliador. Empático, abierto a reconocer las discrepancia como vía de entendimientos. Este país y este mundo necesitan de una medicina mayor.

Deberá ser una medicina a gran escala, verde y social, que se tome en serio la transición ecológica ante el calentamiento global y sea capaz de enfrentar los graves problemas, la inseguridad, el desastre de una economía global tripulada por los grandes consorcios financieristas en detrimento de las economías menos desarrolladas y de un creciente número de seres humanos en la pobreza.

Vivimos esperando la concreción de resultados en verdad trascendentes por parte de quienes llevan las políticas públicas. Esperando que la toma de decisiones sea de auténtico consenso. Decisiones congruentes, sanas, transparentes, que ataquen la problemática con conocimiento y talento, que vayan más allá de partidos y grupos, y que contribuyan a rediseñar el tejido social lleno hoy de contradicciones, polarización y esfuerzos dispersos

No es suficiente lo logrado hasta hoy pero sobre todo no es justo ni equitativo. Vivimos esperando un acceso digno a la salud y a la educación, a una vida digna, a la protección de nuestras familias y de nuestras personas ante el flagelo de la delincuencia organizada.

Demandamos igualdad, el reconocimiento al ejercicio pleno de la libertad personal en todas sus formas, a la libertad de conciencia y de expresión. Queremos seguridad, paz con justicia, empleos justos que contribuyan al desarrollo humano y no que nos conviertan en robots o esclavos del capital. Queremos ser personas y no objetos o mercancía. Queremos respirar aire puro y que la ciudad sea en verdad la casa de todos. Ya no hay medida para las ambigüedades, el vaso se está llenando.

La sociedad estructurada a la manera de hoy no es más que un ensamble roto, incapaz de hacer fructífero el esfuerzo colectivo. La sociedad, esta sociedad, está descosida, sesgada, llena de desigualdad y atropellos y requiere una medicina que en verdad vaya al fondo de los males, la desigualdad económica y social, la vergonzosa acumulación de riqueza, la justicia comprada.

Hemos pasado meses y años complicados y nebulosos entre pronósticos e incertidumbres de todo calibre, días de duelo, de riesgo y de enfermedad. Es tiempo de estar en condición de probar que somos capaces de enderezar y reemprender la vida, de reemprender con paso fuerte, seguro, nutrido por la experiencia y el aprendizaje del camino. Se requiere no volver a la comodidad e intentar las cosas de manera muy distinta, ahora o nunca, vivir humana y racionalmente. Las sociedades sin memoria siempre sucumben.

El vaso se está derramando. Debemos detener la expansión del consumo improductivo, que no es otra cosa que un modelo de guerra permanente contra nosotros mismos, contra nuestra conservación y la del planeta. Demandamos decisiones que sepan hacer coincidir el papel central de la inversión pública masiva con la inversión de capital privado, social y responsable.

La crisis financiera, la crisis que ha dejado la pandemia, la crisis que ha desatado la guerra, son estallidos que no se extinguirán de un golpe. Todo ello debería recordarnos que históricamente tras la conmoción ha venido la reorganización social, una y otra vez y cada vez más a fondo.

Las crisis deben trastocar de manera honda y radical nuestras experiencias y creencias. Ante la crisis las sociedades se reconfiguran para hoy o para nunca, esa es la lección que no debemos dejar pasar, por mero instinto de supervivencia. ¿Seremos capaces?

LA TIERRA BALDÍA

¿Cuáles son las raíces que arraigan, qué ramas crecen
en estos pétreos desperdicios? Oh hijo del hombre,
no puedes decirlo ni adivinarlo; tu sólo conoces
un montón de imágenes rotas, donde el sol bate,
y el árbol muerto no cobija, el grillo no consuela
y la piedra seca no da agua rumorosa. Sólo
hay sombra bajo esta roca roja
(ven a cobijarte bajo la sombra de esta roca roja),
y te enseñaré algo que no es
ni la sombra tuya que te sigue por la mañana
ni tu sombra que al atardecer sale a tu encuentro;
te mostraré el miedo en un puñado de polvo.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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