Este entramado a medio construir o a medio caer y que hoy seguimos llamando sociedad.

Este entramado a medio construir o a medio caer y que hoy seguimos llamando sociedad.

Este entramado a medio construir o a medio caer y que hoy seguimos llamando sociedad 

 

Justo el día de ayer se cumplió un año del primer caso detectado del virus que entonces el gobierno chino solo le llamaría una ‘extraña’ enfermedad.

[bctt tweet=»En lo individual y hasta en lo íntimo, en el grupo próximo y en la búsqueda de esa nueva empatía social no cabe otra cosa que rechazar las ideas negativas» username=»crisolhoy»]

De aquel día hasta hoy, los especialistas han venido investigando el cómo de la propagación de este flagelo a la salud, la nueva cepa de coronavirus llamada SARS-COV-2.

A un año y según datos de la Universidad Johns Hopkins, hasta ayer martes 17 de noviembre, hay a nivel mundial 55 millones 192 mil 391 casos confirmados y un millón 330 mil 205 decesos por el padecimiento, sin que hasta el momento tengamos la certeza de cuándo podrá llegar la sanación, solo alcanzable por medio de una vacuna que resulte eficaz para detener la pandemia.

La pandemia es la primera gran crisis de un mundo globalizado, y es deber de todos y de todas responder con responsabilidad para atajarla cuanto antes y aprovecharla como oportunidad para avanzar en la construcción de un sentimiento de pertenencia compartida, de empatía global; una oportunidad de impulsar la conciencia de que somos un “todo” interconectado. El mundo de hoy es otro y deberá ser en adelante un mundo en verdad compartido en distribución de tareas y responsabilidades que no solo permitan salir de la crisis sanitaria y social del presente, sino buscar los consensos para trabajar en la prevención de futuras amenazas. Construir un mundo nuevo y una nueva vida posible es el camino y no hay otro.

Nos queda como ciudadanas y ciudadanos dos grandes desafíos. Por una parte, actuar con la máxima responsabilidad y seguir las medidas que contribuyan a prevenir la propagación del virus dispuestas por las instituciones públicas en cada lugar. Y por otra parte, alimentar nuestra capacidad de empatía y solidaridad, y avanzar en la construcción de un sentimiento e identidad de ciudadanía 

Así que aquí y ahora habrá que llamar a la población a que tome este distanciamiento social, o «distanciamiento físico», de manera que en realidad sirva para ayudarnos a un encuentro con nosotros mismos y con nuestro papel solidario en este entramado a medio construir o a medio caer que hoy seguimos llamando sociedad.

A más de los procesos de adaptación del individuo o la familia o los grupos sociales, fenómeno que puede tomar tiempo para todos aquellos afectados de manera cercana por sucesos traumático, el tejido social tiene y tendrá enfrente el enorme desafío de mirarse de otra manera y vivir de otra manera, lo que lleva a imaginar la dificultad a contracorriente que nos espera y espera a aquellas a naciones como México, con un notable problema educativo y de salud, además de una brecha de desigualdad social alarmante, junto súmele a ello la condición de nuestro país. con un Estado de Derecho quebrantado y una ola bárbara de violencia cotidiana agravada ante la debilidad del Estado para frenar la acometida de las bandas del crimen organizado, la impunidad y los efectos multiplicadores de la delincuencia común.

La tormenta perfecta, si a ello sumamos el preocupante ánimo de polarización y carencia de diálogo y acuerdos de fondo que se extiende como chispa entre la sociedad.

Llevará tiempo sin duda el volver a la normalidad para las personas que enfrentaron pérdidas económicas, que perdieron a sus familiares o tuvieron problemas con el virus durante el proceso de aislamiento, pero lo que se presenta como enorme es el desafío de rehacer y adaptar las relaciones sociales de una crisis que viene de tiempo atrás. y que crece como muérdago en el cuerpo de un conjunto social así de humillado como ofendido y casi incapaz de organizarse y activarse por si mismo. Tarea grande será el restablecer un dinamismo saludable a este aglomerado que llamamos México, tan parecido entre si por su raigambre amarga de contradicciones, antes que por sus coincidencias afortunadas.

En o individual y hasta en lo íntimo, en el grupo próximo y en la búsqueda de esa nueva empatía social no cabe otra cosa que rechazar las ideas negativas y centrar el esfuerzo en una razonada esperanza, es necesario, pero que podría convertirse muy pronto en prenda vana, si no va acompañada de una nueva actitud, ante nosotros mismos y ante los demás. Renovarse o morir, ahora si que va en serio.

Sintetizo, se trata ahora de acompañarnos en la soledad y acompañar a quienes conviven en lo cercano con nosotros, pensar en el mañana, merecernos ese mañana mejor. Compartir en vez de competir, compartir nuestros problemas, ya que pocas veces es posible hacerles frente nosotros mismos, pero sobre todo organizarse de dentro hacia afuera para las tareas sociales, que como nunca exigen justo eso, el esfuerzo conjunto, toda la solidaridad.

Somos corresponsables y, como bien sabemos, no nos resulta ajeno lo que ocurra a otras personas, en otras partes de México y del planeta.Debemos recargarnos de humanidad. Es imprescindible mirarnos, y también mirar a los demás personas, y a la Casa Común que nos acoge.

Sea como fuere, mañana el mundo ya no será el mismo, no deberá y no podrá ser el de antes.

 

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

Armando Alonso de Alba

Poeta y periodista hidrocálido.

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