Fútbol y cultura
El juego tiene también una importante relación con la cultura. Roger Caillois refiriéndose a la obra de Huizinga denominada «Homo ludens«, señala que en buena medida la cultura proviene del juego. Para sustentar esta tesis nos dice: «El juego es libertad e invención, fantasía y disciplina a un mismo tiempo. Todas las manifestaciones importantes de la cultura están calcadas de él».
Roger Caillois hace análisis verdaderamente interesantes sobre el juego; su libro «Los juegos y los hombres. La máscara y el vértigo», es una obra clásica y clave para comprender el juego en las sociedades modernas. En este artículo usaremos algunos de sus conceptos para tratar de comprender algunos elementos importantes de los juegos olímpicos.
Caillois presenta cuatro elementos que se conjugan en los distintos tipos de juegos. Aunque no haya un solo tipo de juego puro, los cuatro elementos del juego tienen relativa independencia entre sí. Estos elementos son los siguientes:
a. Competencia. b. Azar. c. Teatro-Imitación. d. Vértigo.
Aunque no todos los juegos implican la competencia entre los jugadores, muchos de ellos y prácticamente la totalidad de los juegos olímpicos, se realizan en términos de una competencia entre los distintos jugadores.
El azar es una característica que marca otro tipo de juegos. Son típicos y casi universales los juegos de cartas, de lotería o los juegos de casino.
Muchos de los juegos imitativos y teatrales divierten a los niños. Estos juegan a imitar al policía, al ladrón, al vaquero, al peluquero etc., los niños prácticamente imitan todo. Los juegos de imitación suelen tener un fuerte contenido teatral; cuando se juega a ser otro se hace, quiérase o nó, una representación teatral. El juego no se limita a los niños y se encuentra muy extendido en todas las sociedades adultas.
El vértigo conduce a una fuerte emoción. Hay muchos juegos en donde se arriesga la vida; si bien esto no sea así, hay muchos juegos que conducen a provocar un fuerte vértigo aunque en el fondo sean inofensivos. Las ferias están repletas de estos juegos.
Los juegos siempre tienen un contenido de varios de los elementos enunciados. De hecho, si los tomamos de dos en dos, la posibilidad combinatoria nos da la existencia de seis posibilidades. Sin embargo, no todas estas posibilidades tienen la misma posibilidad real de realizarse. De hecho, según el autor que tratamos, las combinaciones más frecuentes y lógicamente más válidas son dos: la que une la competencia con el azar y la que conjuga el vértigo con el simulacro.
Para el autor citado, las sociedades que integran juegos de competencia con el azar son sociedades progresistas. En ellas la competencia conduce a una meritocracia que hace subir a los mejores, lo cual constituye un impulso importante a la dinámica social. Además, el azar es un elemento que tiende a igualar a los miembros de una sociedad, ya que los juegos de azar son totalmente independientes del nacimiento o de las capacidades de los jugadores y el resultado solamente depende de la alietoriedad de las leyes de la probabilidad.
Por su parte, las sociedades en donde predominan los juegos que articulan la imitación-teatro con el vértigo, tienden a ser sociedades basadas en una fantasía desbordante con poca presencia en códigos que rijan la conducta humana. En ellas predominan la magia, la superstición y el fatalismo, hechos que no son favorables a la reproducción social.
Con los instrumentos de análisis de Caillois, podemos intentar un análisis nuestro sobre algunos elementos del campeonato mundial de fútbol.
Lo clave es que el fútbol integra en sí mismo todos los elementos del juego: competencia, azar, teatro-imitación y, vértigo. Esto lo hace simplemente ¡Fantástico!
El mundial de fútbol es claramente una exaltación de la competencia. No es de extrañar que la sociedad moderna haya hecho de la competencia el elemento que reina tanto en el mundial de fútbol como en los juegos olímpicos. Ahora bien, un elemento central del capitalismo es la competencia, por eso los juegos modernos la retoman como su elemento central.
De hecho, la competencia no es solamente el elemento central, es casi el único. A diferencia de muchos juegos olímpicos en donde el azar se reduce al mínimo, en el fútbol el azar sigue teniendo un papel más o menos importante. El vértigo tiene una presencia aunque no en el juego sino en el estadio, ya que los aficionados viven el partido en forma de vértigo.
El mundial de fútbol y los juegos olímpicos modernos son la expresión de la cultura moderna, de la cultura capitalista, de la cultura de la competencia. En términos de la competencia se unen a la cultura del cuasi dios dinero-poder, para realizar una reificación casi mística de la cultura del triunfo.
La sociedad humana ha vivido muchos siglos. El capitalismo se ha hecho muy complejo, la competencia se ha convertido en el centro; pero el elemento relevante es que, entre todas las posibilidades en que se puede realizar un juego de competencia como el fútbol, se presentan dos de las competencias más primitivas del ser humano: la velocidad, la resistencia y, el valor que reina, es la habilidad para manejar una pelota.
La historia se desarrolla, las guerras se suceden, los imperios se desvanecen, la publicidad nos autoconcibe como modernos e incluso, como postmodernos, pero los elementos claves de la estructura humana básica permanecen inmutables. Esa permanencia estructural de lo humano es increíble y maravillosa. El hombre más primitivo se asemeja en sus juegos, en sus fiestas, en sus competencias al autoengreído hombre de la actualidad
Juan Castaingts Teillery. Profesor Investigador UAM-I