Genaro Zalpa y los estudios culturales en Aguascalientes

El pasado viernes 13 de este mes, el departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), a través de sus maestros y egresados, organizó la presentación del libro Genaro Zalpa, Memorias de una trayectoria (https://libros.uaa.mx/index.php/uaa/catalog/view/192/187/846 de acceso gratuito en la plataforma editorial de la UAA) coordinado por Olivia Sánchez García, como homenaje a uno de los maestros más queridos del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades. El libro está integrado por 18 autores en 15 colaboraciones de quienes fueron alumnos de Genaro Zalpa en diferentes generaciones, y que ahora son dignos representantes de las aportaciones que ha dado el Centro de Ciencias Sociales y en especial la carrera de Sociología en docencia e investigación, así como en una mejor comprensión de los cambios ocurridos en el país.

Todas las colaboraciones están llenas de emoción y empatía al destacar la sabiduría, la generosidad y la amistad de Genaro, quien ha sabido combinar estas (escasas) virtudes de un verdadero maestro. Quiero destacar en particular el texto de Guillermo Duardo, Edgar Hurtado, Lourdes Ledesma y Mariana Terán, alumnos de la octava generación de Sociología, porque han sido los que supieron alimentar una amistad profunda con Genaro y porque entre ellos se encuentra Edgar, un querido amigo que lamentablemente falleció en meses pasados, y que quizá forma parte de su último texto dedicado al maestro que siempre admiró y del cual supo que la generosidad debe prevalecer incluso en las relaciones académicas, muchas veces llenas de celo, vanidad y soberbia.

Quiero referirme a través de estos primeros apuntes, a las aportaciones de Genaro en el campo de la investigación de la cultura, un campo que lo coloca como uno de los principales autores a nivel nacional por la profundidad y amplitud de sus estudios. Cabe señalar que además de la generosidad y sabiduría como maestro, Genaro supo alimentar en él mismo y en sus alumnos, y en quienes lo conocimos, una virtud indispensable para el conocimiento: la curiosidad, de ahí que a partir de una propuesta teórica realizara varios estudios que muestran la diversidad de intereses nutrieron su producción en libros y revistas. Pienso por ejemplo, en uno de los primeros estudios que se han llevado a cabo sobre un barrio de la ciudad, el barrio de la Salud, que comenzaba a ser visto a partir de la construcción de la avenida Ayuntamiento, por donde atravesaba el arroyo que dividía prácticamente la ciudad de este barrio que mantenía un carácter cultural propio, además de ser una de las zonas de mayor pobreza en ese momento. Ahora sabemos que este barrio fue uno de los barrios poblado desde la época colonial por “mulatos y otras castas”, como lo refiere el Padrón de Revillagigedo de 1792-93, de ahí su peculiaridad y también de alguna manera su abandono.

Genaro estudió su doctorado en Sociología en la Universidad de York (Reino Unido) y se tituló con una tesis dedicada al estudio de la literatura popular, en particular de las historietas de bolsillo en México publicadas en los años noventa, la cual fue publicada como El mundo imaginario de la historieta mexicana (por el Instituto Cultural de Aguascalientes, 2005). La historieta mexicana tuvo su “edad de oro” antes de la introducción de la televisión, entre los años treinta y cincuenta del siglo pasado, aunque según cálculos para los años setenta se publicaban alrededor de 70 millones de historietas al año, más de una historieta por cada habitante del país en aquellos momentos. Las aportaciones de Zalpa en este estudio fue en primer lugar considerar a las historietas como un objeto de estudio complejo, como Lévi-Strauss lo había hecho para los mitos de las sociedades mal llamadas “primitivas” en El Pensamiento salvaje y desde luego en sus gran obra Mitológicas, con el fin de cuestionar el argumento de la simplicidad, que las historietas como cultura popular son objetos simples, por lo que muchas aproximaciones del mundo académico sobre estos temas terminaban por ser muy simples. Porque las historietas, como los mitos, son capaces de construir o representar todo un mundo imaginario en el que no hay límites materiales o sociales, por lo que las historietas serían las prácticas en las que se expresa un habitus, de acuerdo al concepto elaborado de Bourdieu para los estudios culturales. Así pues, para Zalpa las historietas no son un producto de masas simple, ni tampoco son una copia de la realidad, sino que crean un mundo imaginario, una visión caricaturesca y deformada del mundo, pero que de alguna manera ejercen una influencia sobre lo social a través de las concepciones sobre lo bueno o lo malo, sobre las relaciones de género y sobre la muerte. Como veremos, este libro de Zalpa es una primera aproximación a lo que sería su propuesta de una teoría de la cultura integrada, retomando conceptos claves de Bourdieu y la lectura de Lévi-Strauss sobre los mitos, entre otros.

El libro más ambicioso de Genaro Zalpa es Cultura y acción social. Teoría (s) de la cultura, publicado por la UAA y Plaza y Valdés en 2011, en donde analiza las perspectivas más relevantes en la Sociología y Antropología de la cultura para proponer una teoría general de la acción social después de estudiar, como hemos visto, las historietas como una representación simbólica, pero también el universo simbólico de los purépechas, la diversidad religiosa en Aguascalientes y, en sus más recientes trabajos, la cultura de la corrupción en México. Su propuesta de una teoría de la cultura es una reflexión sobre la concepción de la cultura como significación social de la realidad, siguiendo con ello a Clifford Geertz, como construcción de representaciones comunitarias que le dan sentido a la acción social. Por ello la cultura importa, como lo señalara el clásico estudio de Max Weber al observar la ética protestante y su relación con el capitalismo. Porque a final de cuentas la propuesta de Genaro Zalpa es explicar los procesos sociales a partir de considerar a la cultura como representaciones o significaciones que pueden orientar las prácticas realizadas por los actores sociales.

Dos conceptos son claves en la propuesta de Zalpa para explicar la relación entre estructura y prácticas: habitus y estrategia, el primero tomado de Bordieu y que ayuda a explicar la influencia de la estructura social sobre la práctica de los actores sociales, y el segundo tomado de la teoría de los juegos para comprender las diferentes elecciones de los actores, lo cual permite no caer en las visiones deterministas o “sociologizantes” al recuperar la capacidad de los individuos para decidir frente a determinadas condiciones. Esta propuesta tiene implicaciones para la historiografía en el sentido de no narrar el pasado a partir de la idea de que las estructuras económicas, sociales o políticas determinan toda acción social, sino que las acciones de los diferentes grupos sociales son elecciones que pueden cambiar incluso los condicionantes sociales. Roger Chartier en este sentido, al igual que Zalpa, planteó que la historia cultural se puede llevar a cabo a partir de las prácticas y las representaciones ya que su interrelación nos puede ayudar a comprender más a fondo un proceso social.

Me gustaría terminar esta breve reseña con el recordatorio de que el estudio de las creencias en una religión, en un santuario o incluso, agregaría, en un líder político es fundamental para comprender cómo los diferentes grupos sociales y los diversos individuos construyen los significados que le otorgan validez a esas creencias. Tema que habría que explorar y que forma parte de la teoría crítica propuesta por Zalpa, para llegar a comprender porqué los pueblos practican ciertos rituales, pero también porqué aceptan desde la corrupción hasta, valdría preguntarse, las decisiones desafortunadas de líderes carismáticos.

Felicidades a Genaro Zalpa en su merecido homenaje.