La anarquía después de la transformación.
La anarquía después de la transformación.
Un testigo, presente cuando Napoleón recibió la noticia de la muerte del rey, recuerda haberle oído decir en privado: «¡Oh, desdichados! ¡Pobres desdichados! Acabarán en la anarquía». Napoleón vio la ejecución del rey –seguida por la de María Antonieta en octubre– como un error táctico. «Si los franceses hubiesen sido más moderados y no hubiesen dado muerte a Luis –opinó después–, toda Europa habría sido revolucionada; la guerra salvó a Inglaterra». Al mismo tiempo apoyó públicamente lo sucedido y empezó a encabezar sus cartas con el tratamiento republicano: «Ciudadano»
Ni siquiera ante la amenaza inminente para cualquiera de morirse a causa de un virus invisible, la necesidad de capital puede detenerse en el sujeto precarizado del capitalismo tardío; en el mundo no había capital suficiente para los sujetos de tercera, sólo los sujetos de primera que tenían capital acumulado o un pago garantizado podían distanciarse socialmente de los otros focos de infección durante la: 《primer gran pandemia del segundo milenio.》Los sujetos precarizados estámos obligados a exponer la vida por la economía, somos libres pero no podemos dejar de trabajar y obedecer para tener capital, ganar dinero para poder pagar y mandar cada que uno paga.
[bctt tweet=»mejor ser competitivo a compasivo, el peor infierno es quedarse sin dinero, el peor temor es a la indigencia, a la ignominia de no tener» username=»crisolhoy»]
Según muchos analistas científicos de los sistemas económicos; los datos indican que los sujetos tienen más mercancías y comodidades que en cualquier otra época de la historia, nunca se había tenido tanto acceso a: hospitales, celulares, televisores, plazas comerciales, servicios; la esperanza de vida inclusive aumentó gracias a la ciencia y la tecnología; ergo, gracias al sistema económico en el que se desarrollo la tecnología, después de 1989 sólo existe un sistema económico posible.
Para muchos ideólogos es absurdo quejarse del sistema económico en turno, entonces, ¿de dónde proviene este disgusto que se esparce como virus entre los que son excluidos del mundo del confort, de donde provienen estas revueltas causadas por sujetos precarizados del tercer mundo, de donde proviene está inmensa insatisfacción social manifiesta en distintas sociedades del tercer y hasta de primer mundo?
La adversidad hace grandes a los hombres, quizás dignos de ser recordados. En el siglo XXI los hombres se acostumbraron a acumular y consumir, los hombres aman el confort y las facilidades otorgadas por el capital para ir por la vida. La miseria y la pobreza cada día son entendidas con mayor fuerza como una responsabilidad individual y no social; -si eres pobre es por no saberte desarrollar ni ser lo suficientemente disciplinado- . El entorno social cada día se entiende como un ambiente más justo en cuanto a las oportunidades que tiene cada sujeto para desarrollarse; los sujetos que viven su vida entera hundidos en la precariedad se enfrentan sin embargo a este absurdo inmenso: nacen, crecen, mueren percibiendo adversidad sobre sus hombros; y sin embargo, no son grandes ni recordados todos esos hombres que nacen y mueren en condiciones adversas, son y representan un hombre más, un ladrillo más, los recuerdos son para los: 《grandes nombres》, los recuerdos y mausoleos no para las multitudes consumistas y cómodas, lo masivo es olvidado e insignificante para los procesos históricos, ¿quién recuerda los nombres de los obreros que construyeron los inmensos edificios en Nueva York durante el siglo XX?
Las oportunidades misteriosamente son escasas y sólo aparecen para el que empeña su vida entera en conseguirlas, se necesita ser incansable para ascender de clase social; y por si fuera poco, los hombres no son recordados, sólo son utilizados, el sentido a la vida difícilmente se encuentra en la comodidad de un sillón. La vida se ha convertido en un periodo: largo, aburrido, ilegible, absurdo; la vida está en otra parte para los que sólo tienen tiempo para trabajar y no pueden ahorrar e invertir para acumular capital de forma constante. Lo que se vende es tiempo de vida para el resto cuando se es precario.
La transformación, el ajuste de tuercas del sistema; se iba a dar supuestamente después del confinamiento a causa del virus. Pero todo continuó de una forma más austera y precaria, la ficción llamada Estado no rescató a ninguno de sus súbditos, los ahorros les alcanzaron a los acumuladores de capital, los que desarrollaban trabajos de índole intelectual pudieron hacerlo desde su hogar,el resto tiene que trabajar temiendo por su vida más de lo que hacía antes.
La libertad necesita de orden no de terror, nadie pudo moderar al infame Robespierre cuando supuso que la virtud necesitaba del terror. El miedo puede sustentar al orden pero también paralizar economías; la muerte inspira por antonomasia al miedo, el virus se esparció junto al miedo y los que éramos precarios terminamos siendo aún más necesitados. Inclusive el acceso a la salud es un privilegio.
Mientras más desigual sea una sociedad más proclive es a adquirir episodios de febril violencia; está es una ironía que encuentro en el espíritu individualista de la época: se requiere de abundancia para la libertad, el sentido existencial del ser humano después del Gulag, de Auschwitz, del napalm de Vietnam; el sentido de la existencia después del brutal siglo XX se redujo al trabajo: el hombre existe para trabajar y consumir pero el trabajo cansa y desgasta, el hombre trabajador del siglo XXI se encuentra cansado y desgastado como mi alma y mis palabras; el trabajo, las mercancías, el escaso tiempo libre pagado: es el sentido de la vida del hombre, la vida del hombre está al servicio del capital, el sentido de su vida también.
El paraíso del ser humano se redujo a la capacidad de costearse diversiones y entretenimientos terrenales, en lugar de hacer sus oraciones para garantizar un lugar en el paraíso supraterreno, se buscan informaciones para invertir y multiplicar los escasos ahorros obtenidos durante una vida de trabajo; en lugar de creer en la ayuda de Dios uno cree mejor que el mercado un día comprará lo que uno vende, los valores más elementales inclusive ahora los define el capital y no Dios: mejor ser competitivo a compasivo, el peor infierno es quedarse sin dinero, el peor temor es a la indigencia, a la ignominia de no tener y pedir,a los albergues.
Ante el terrenal infierno económico del tercer mundo, la economía informal es la única esperanza de millones que quedamos fuera de: la seguridad social, fuera de la ayuda económica para el confinamiento, fuera de cualquier posibilidad de ayuda, para la inmensa mayoría en mi país tercer mundista sólo nos queda pagar el impuesto al valor agregado y salir a trabajar aunque los contagios aumenten día con día.
Ni el Estado ni el mercado pueden hacer algo; la gente, la masividad, está: sola, desamparada, a su suerte, desesperanzada, apática, manipulable ante los deseos de caudillos repletos de promesas incumplibles. Ni siquiera la masividad sabe como ser sustentable, ordenada, cada que se quiere transformar un sistema de dominación, la historia enseña que en muchas ocasiones se termina en la anarquía.