La otra cara de la Feria de San Marcos
Si definimos el entretenimiento como actividades que proporcionan placer, diversión o distracción, entonces podemos decir que este ha existido desde que los seres humanos comenzaron a desarrollar actividades más allá de las necesidades básicas de supervivencia. Por otro lado, las ferias han surgido a lo largo de la historia por diversas razones y van evolucionado para adaptarse a las necesidades y deseos de las comunidades en diferentes momentos y lugares.
La feria de San Marcos surgió en 1828 como una necesidad, la de vender productos agrícolas y ganaderos. Inició para competir contra las ferias más renombradas de aquellas épocas como la de San Juan de los Lagos. Siendo un buen recurso para impulsar el comercio, con los años, surgió entonces el deseo de expandir tamaño y alcances por lo que se crearon otras posibilidades como: promover destinos, apoyar al emprendimiento local o nacional, propiciar el turismo, generar empleo temporal y por supuesto entretener, a fin de hacerla crecer para lograr grandes negocios y obtener derrama económica en beneficio de la ciudadanía y de los organizadores.
En las ferias, también se pueden brindar espectáculos de música y danza, exposiciones de arte, artesanía, y muestras gastronómicas para celebrar la diversidad cultural, no para enajenar a la comunidad, sino para fortalecer el tejido social de la misma. Pero también es importante que las ferias se utilicen de manera transparente y democrática, sean utilizadas como un espacio para el intercambio abierto de ideas, fomentando la participación activa de la ciudadanía y el diálogo abierto sobre cuestiones importantes que afectan a la sociedad a fin de no perpetuar desigualdades y abusos.
En este sentido, por ende, se hace necesario invitar a la reflexión sobre el uso de animales en el entretenimiento de la feria de San Marcos.
Las razones de usarlos lamentablemente, son por los beneficios económicos que generan ya por la venta de boletos, la publicidad o el turismo como es el caso del ferial taurino, las charreadas, las peleas de gallos o perros. En otros casos por la atracción de observarlos como sucede en la exhibición de animales, pero en ambos casos, la razón es la explotación comercial donde se obtienen ganancias económicas a expensas de su bienestar integral es decir el físico, emocional y social.
Estos son algunos ejemplos de la invisibilidad del maltrato animal propiciado por la feria.
Los carruseles con ponis vivos, donde los niños los montan, han sido una atracción común, sin embargo, esta práctica ha sido objeto de controversia y críticas por preocupaciones sobre el bienestar animal. Primero, estos animales utilizados en carruseles, están expuestos a condiciones de vida y trabajo que no satisfacen sus necesidades físicas, emocionales y sociales. Por lo que experimentan estrés, ansiedad y lesiones debido la carga de los niños, la fricción de sus cascos en el asfalto, a la exposición prolongada al calor y al ruido, las multitudes, el movimiento repetitivo y el tiempo de la jornada. Es muy simple de comprender.
¿A quién le gustaría estar atado a un artefacto, descalzo o mal
calzado, dando vueltas y vueltas, cargando a un niño de 20 a 40 kilos, bajo el sol, por unas seis, ocho y hasta doce horas, todos los días? Este trabajo me recuerda a los “Molinos de sangre”, aquellos donde la fuerza de un animal (o de personas esclavas) moviliza el eje rotatorio del molino. Por otro lado, la presencia de carruseles de ponis vivos, envía un mensaje del uso de los animales como objetos de entretenimiento y explotación para el placer humano, en lugar de un mensaje de respeto a su existencia, su cuerpo, su dignidad y su bienestar integral.
Exhibir animales en la feria puede ser estresante y perjudicial para su bienestar si no se proporcionan condiciones adecuadas para su cuidado. Es importante asegurarse de que los animales estén alojados en ambientes que satisfagan sus necesidades físicas, (con suficiente espacio, agua, comida y protección contra condiciones climáticas extremas, excesos de ruido, sin refugio para aislarse etc ), como también considerar sus necesidades emocionales, psíquicas y sociales, que lamentablemente ni siquiera son reconocidas dado el patrón de pensamiento antropocéntrico tan arraigado en esta entidad. ¿Por qué no se comprende que los animales son seres sintientes? Todo animal exhibido sufre de maltrato animal y este lamentablemente se fomenta en la entidad y más aún en la feria, por intereses económicos. Por otro lado, la falta de educación en pro del respeto hacia los derechos y bienestar animal es preocupante pues dado el trato que se les da (en especial por el estrés constante por manejo y exceso de ruido y visitantes, además de instalaciones inadecuadas), es evidente que padecemos de un analfabetismo total contra el maltrato animal.
La venta de animales “supuestamente” debe llevarse a cabo de manera responsable y ética, teniendo en cuenta el bienestar y las necesidades de los animales involucrados. Esto incluye proporcionar condiciones adecuadas de alojamiento, alimentación, cuidado veterinario y asegurarse de que los animales sean tratados con respeto y dignidad en todo momento. Además, deben cumplir con todas las leyes y regulaciones locales, estatales o nacionales relacionadas con la venta de animales a fin de garantizar que los animales sean tratados de manera adecuada y respetuosa. Sin embargo, las imágenes hablan por sí solas. La pregunta es ¿Por qué la gente (vendedores y compradores además de paseantes) no reaccionan ni se indignan al ver las condiciones de
cautiverio y crueldad que sufren esos animales?, y ¿porque no hay autoridades que vigilen y sancionen estas situaciones? La respuesta es simple, se conserva y se promueve una educación a favor del maltrato animal y mucho de ello se refuerza en una feria donde la explotación animal es un eje de la misma.
Pintar animales para su venta en especial pollitos, patitos, conejitos, gatitos o perritos casi recién nacidos es maltrato animal por ser perjudicial ya que la pintura causa intoxicación en los animales si la inhalan o ingieren, lo que puede provocar síntomas como vómitos, diarrea, convulsiones, daño neurológico e incluso la muerte. En otros casos pueden desarrollar reacciones alérgicas o dermatitis debido a la exposición a los productos químicos presentes en la pintura. Esto puede manifestarse como enrojecimiento, picazón, irritación de la piel, inflamación y descamación. En caso de inhalación cuando la pintura es en aerosol, causa irritación de las vías respiratorias, dificultad para respirar, mareos e incluso problemas respiratorios graves. Por otro lado, pintarlos envía un mensaje de “cosificación” evitando comprender que son seres vivos y sintientes y que estas prácticas atentan contra su dignidad, derechos y bienestar. ¿A que humano le gustaría que a su cría recién nacida le fuera arrebatada y ya así, aislada, fuera pintada, vendida o rifada en una feria? Ante ejemplos extremos, espero sea más fácil propiciar la empatía.
Las charreadas como otras tradiciones humanas, vienen acompañadas de sangre o sufrimiento animal, como las becerradas, los jaripeos, las carreras parejeras, actividades que son crueles e innecesarias. Solo por mencionar algunas de las muchas situaciones que acontecen en las charreadas, en estas se jalan y retuercen los rabos, se usan palos afilados, espuelas, sogas, pinchos eléctricos, para lograr que los toros lastimados corran más y así los jinetes puedan demostrar su destreza y se vean como héroes. Además, los animales son golpeados con cuerdas, reatas o espuelas por los charros para incitarlos a moverse o controlar su comportamiento. Durante las actividades de derribe de toros o coleo, los animales pueden ser derribados violentamente al suelo, lo que puede causar lesiones graves, como fracturas óseas o traumatismos. Algunas prácticas en las charreadas involucran el uso de dispositivos como el freno charro, que puede ser perjudicial para la boca y la mandíbula de los caballos y el estrés causado por el ambiente ruidoso y frenético de las charreadas puede ser perjudicial para la salud y el bienestar de los animales. Hay que destacar que, si bien las charreadas son una parte arraigada de la cultura mexicana sólo para algunos, también hay una creciente conciencia sobre el bienestar animal y el debate sobre la ética de estas prácticas. La controversia persiste y tristemente la Ley de bienestar del estado ignora estos sucesos. Me pregunto ¿Hasta cuándo las personas seguirán sintiéndose con derecho a divertirse a costa del sufrimiento de otros seres vivos?
Las peleas de gallos, tan arraigada en la feria y tanto que hasta la canción descriptiva de la misma se llama así, se cree tienen sus raíces en ceremoniales de culturas antiguas, como los romanos, griegos, persas y celtas. En ese entonces los gallos eran símbolos de valentía y fuerza, y las peleas entre ellos eran consideradas como una forma de entretenimiento y una expresión de virilidad. Con el tiempo las peleas derivaron en un hoy donde se usan para entretenimiento y apuesta.
Como cualquier actividad de cría y explotación animal, la raza, linaje, el pedigrí, el entrenamiento, el aspecto físico y la demanda, son factores que afectan el valor de un gallo de pelea, además de la reputación del gallero para lograr jugosas apuestas. Es una práctica no ética, pues tiene implícitos el sufrimiento y la muerte violenta y evidentemente atenta contra la vida los derechos y el bienestar animal.
Durante estas peleas, los gallos son entrenados y manipulados para luchar entre sí hasta que uno resulte gravemente herido o muerto.
Algunas de las formas en que los gallos pueden resultar heridos durante estas peleas incluyen: Heridas por picos y espolones que pueden causar heridas graves, incluyendo cortes profundos y desgarros en la piel y los tejidos. Además de las heridas externas, los gallos también pueden sufrir lesiones internas, como fracturas óseas, hemorragias internas y lesiones en órganos internos debido a los golpes y embestidas durante la pelea. El estrés causado por el enfrentamiento y la agresión constante puede ser extremadamente perjudicial para la salud y el bienestar de los gallos.
Además, el agotamiento físico puede llevar a un mayor riesgo de lesiones y complicaciones médicas y por último los gallos utilizados en peleas son a menudo sometidos a condiciones de vida y entrenamiento inaceptables, que incluyen confinamiento en espacios reducidos, falta de atención veterinaria adecuada y uso de métodos crueles para aumentar su agresividad. Ante este panorama no queda más que promover alternativas humanas y éticas para el entretenimiento que no impliquen el sufrimiento de animales.
En Estados Unidos, Canadá, Australia, Unión europea, las peleas de gallos son ilegales pues están protegidos por Ley de Protección Animal debido a la crueldad involucrada y las preocupaciones por el bienestar animal. Pero lamentablemente en nuestra entidad, con muchos intereses económicos involucrados alrededor de este espectáculo salvaje, no existe Ley de protección para estos animales y aunque la hubiera, las leyes a favor de los animales no son estrictamente aplicadas.
En cuanto a las corridas de toros, el tema se desarrolló en entregas pasadas en el siguiente link,
Solo me gustaría volver a preguntar, ¿Qué estética o diversión puede haber en el maltrato, tortura y asesinato animal en nombre de la exaltación de otros temas como la cultura, el arte, la civilización, la tradición, la masculinidad, y el control?. En realidad, ninguna, pero hay factores que logran introyectar el gusto por las escenas sanguinarias como sucede con la tauromaquia. Para que este gusto se arraigue en la cultura y la tradición, se requiere de la transmisión intergeneracional de estas prácticas que conlleva su aceptación y
normalización dentro de la sociedad. Por otro lado, la representación de la violencia de las corridas de toros en los medios de comunicación, como en películas o programas de televisión, puede influir en la percepción y la aceptación de tales comportamientos en la sociedad. La exposición repetida a imágenes de la violencia en las corridas de toros puede desensibilizar a las personas y hacer que el comportamiento parezca más aceptable.
También la influencia de los amigos, la familia y otros grupos sociales puede desempeñar un papel importante en la formación de las actitudes y comportamientos de una persona sobre este tema. Si el grupo al que pertenece una persona valora o participa en actividades “sádicas” como es la tauromaquia, es más probable que esa persona también lo haga para encajar o ser aceptada por el grupo.
De igual forma la exposición repetida a la violencia de la tauromaquia (o de maltrato animal en general), puede conducir a la desensibilización, lo que significa que las personas pueden volverse menos sensibles o preocupadas
por el sufrimiento de los demás, incluidos los animales. La falta de empatía puede hacer que sea más fácil participar en comportamientos considerados crueles y sanguinarios sin sentir remordimientos o culpa.
Y por supuesto, la aceptación de estas prácticas en la sociedad, son el resultado de una falta de educación o conciencia sobre el impacto negativo que tales prácticas pueden tener en los animales, el medio ambiente y la sociedad en su conjunto. La educación y la sensibilización sobre estos problemas pueden ayudar a cambiar las actitudes y comportamientos hacia la indiferencia.
Por último, me gustaría resaltar que no a todos los ciudadanos les gustan estos espectáculos, según encuestas realizadas por empresas especializadas (Parametría y Dinamia), más del 80% de la población mexicana está en contra de las corridas de toros por considerarlas crueles y promotoras de violencia.
Y en cuanto a otras perspectivas, comparto la siguiente anécdota sucedida entre el periodista Carrizo y Borges.
─Señor Borges, ¿Qué opina de la tauromaquia? ¿Cuál es su concepto sobre la figura del torero? Borges contestó:
─La tauromaquia es una de las formas vigentes de la barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es esencialmente un cobarde. Un hombre que, con todo un aparato racional de estrategias, entrenamientos, armas, estocadas practicadas, clases y mucho estudio premeditado, se mide frente un animal pasmado por la sorpresa, por la ansiedad; un animal que no tiene otro recurso que los reflejos de su instinto primario. Bajo esa disparidad podemos medir el valor de los toreros. La valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos. Por eso para mí los toreros no son valientes, sino más bien bufones; los bufones de la valentía.
El uso de animales exóticos para fotografías es otra forma de maltrato animal fomentado por la feria, al respecto hay preocupaciones específicas relacionadas con esta práctica:
La primera por supuesto es mantenerlas en condiciones de vida inadecuadas, como jaulas pequeñas o entornos artificiales que no satisfacen sus necesidades naturales de espacio, alimentación y la falta de enriquecimiento ambiental.
Por supuesto que capturar y manipular animales para sesiones de fotos puede ser extremadamente estresante y perjudicial para su bienestar. Los animales pueden ser sometidos a condiciones de estrés durante el transporte, el manejo y la exposición a situaciones desconocidas. En algunos casos, se pueden utilizar métodos coercitivos, como el uso de cadenas o sedantes, para controlar a los animales durante las sesiones de fotos, lo que puede causarles dolor y sufrimiento. Además, la exposición a entornos y situaciones no naturales puede aumentar el riesgo de enfermedades y lesiones
en los animales exóticos utilizados para fotografías, además, la demanda de animales exóticos para sesiones de fotos puede contribuir al tráfico ilegal de especies silvestres, lo que puede tener graves consecuencias para la conservación de la vida silvestre y el bienestar de los animales.
Para terminar, me gustaría comentar someramente sobre la violencia y por ende “mal trato” que surge en los Concursos de belleza para la elección de la reina. Estos concursos excluyen a mujeres que no se ajustan a los estándares tradicionales de belleza, además de que promueven la objetificación de las concursantes al centrarse en su apariencia física y en cumplir con ciertos estándares de belleza idealizados, lo que puede perpetuar la idea de que el valor de una mujer está determinado por su aspecto externo.
Todavía en 2020 entre los requisitos que había que cumplir para participar en la convocatoria eran: ser originaria de Aguascalientes, tener entre 18 y 25 años de edad, ser estudiante y no haber participado en certámenes de belleza. Actualmente el proceso de elección involucra destacar por su dedicación a un proyecto significativo para la comunidad de Aguascalientes.
El certamen es una tradición que lleva muchos años realizándose, pero con el tiempo, la ideología con perspectiva de género, y la presión social de las mujeres, la visión del certamen ha cambiado. De igual forma, la tendencia hacia el buen trato a los animales superará al arcaico y anquilosado argumento ad antiquitatem, que indica que si algo se ha venido haciendo desde hace muchos años y se ha convertido en una tradición, es porque está bien o es verdadero.
Mencioné solo algunos casos del maltrato animal fomentados en la feria, pero todos tienen un mismo origen: la acción humana.
Con poca o nula educación sobre respeto y conciencia animal desde pequeños, la población puede incluso realizar actos con dolo como parte del morbo o del sentimiento de superioridad ante una criatura indefensa que, por sus características o condiciones, no puede defenderse. Ser indiferentes ante acciones de maltrato producidas por otra gente o justificar tales actos, también es maltrato animal.
Estoy convencida que la falta de conciencia sobre la urgente protección animal puede transformarse con educación, a fin cambiar el actual comportamiento de indiferencia hacía el de protección de los derechos y dignidad animal. Con conciencia se podrá abogar por prácticas que promuevan un trato ético y humano hacia ellos.
Ojalá la ciudadanía en vez de usar a los animales para su diversión, denunciaran los casos de maltrato animal y mejor aún, exigiera fomentar el uso de alternativas más éticas y seguras para con los animales, creando
actividades que no involucren el uso de animales.
En todo México aplican las disposiciones que establecen en materia de animales la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, la Ley General de Vida Silvestre y la Ley Federal de Sanidad Animal.
Puedes denunciar casos en toda la República Mexicana en su página de Internet. Teléfono: 01800-PROFEPA (01800-776-3372). Correo: denuncias@profepa.gob.mx.
En el caso de PROESPA vía WhatsApp enviando la ubicación exacta, imágenes y vídeo al 449- 182-3317. También se puede llamar al 449-917-1051 y/o 449-917-0890 extensión 105 a la Unidad de Denuncias y Quejas
Siempre asegurarse de haber seguido todos los pasos necesarios según los procedimientos establecidos para presentar una denuncia y preguntar nombre de quien atendió y de su superior inmediato. Si aun así la autoridad no atiende la denuncia, habrá que hablar con el director y solicitar una revisión del caso. Si tampoco se atiende, habrá que buscar ayuda legal, recurrir a órganos de control gubernamentales y en última instancia contactar con organizaciones animalistas o a medios de comunicación.
«Quien es cruel con los animales no puede ser un buen hombre»
Arthur Schopenhauer
Ana Romo jaulericavida1@outlook.es