La pintura artística y su impacto social

La pintura artística y su impacto social

[bctt tweet=»La pintura germinó cuando el hombre prueba a plasmar sus ideas mediante instrumentos permanentes de comunicación» username=»crisolhoy»]

 

La vorágine en la que se ha sumergido el mundo es única; y el arte ha provocado una gigantesca ola de críticas sociales a través de la expresión de sentimientos y deseos profundos de la humanidad.  

Ahora no sólo se hablará acerca del objeto raíz que es la pintura; sino que también se mencionarán las causas y efectos que llevan al pintor, en un arranque impetuoso de su sentir, a dejar algo trascendente para los demás o para sí mismo; y ese algo será tal vez una huella de su propia esencia y la percepción del universo. 

La pintura germinó cuando el hombre prueba a plasmar sus ideas mediante instrumentos permanentes de comunicación. Los personajes primitivos aprendieron a extraer el color de los vegetales y de diversos minerales, y es así como plasmaron sus mensajes en cuevas rupestres. Al poco tiempo, evolucionaron las técnicas que les permitieron estampar polícromos jeroglíficos en columnas y paredes de suntuosos templos y majestuosas pirámides. Pero el esplendor de la pintura llegó con el óleo, en el Renacimiento, con las obras insuperables de Rafael, de Miguel Ángel, de Leonardo Da Vinci. A partir de ellos, el arte pictórico se popularizó y vinieron otros destacados pintores como Botticelli, Giordano, Botero, Holbein, Rembrandt, Velázquez, Van Gogh, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Mark Ryden; sobresaliendo por su clasicismo, por su estampa barroca, por su escuela de muralismo o de dadaísmo, por su arte macabro o simplemente por su propuesta abstracta, sin pretensiones; destacando ellos mismos por sus obras como: La Gioconda de Da Vinci, Mujer Joven de Botticelli, Autorretrato de Picasso, La oreja de Van Gogh; entre otros.

El óleo, como otras manifestaciones artísticas, ha sido una muestra de estas variadas expresiones sociales, donde encontramos desde las osadas pinturas de Gerard Deschamps y Max Ernst  hasta los artistas más conservadores como Peter Paul Rubens o Bartolomé Esteban Murillo, todos ellos proyectando los escenarios únicos de una idea específica.   

Esos óleos plasman los anhelos del espíritu, la crispante energía que se alienta en el corazón, los oasis estéticos de la naturaleza y los pensamientos que inducen a un éxtasis fuera del contexto tradicional. Son bocetos que, con pinceladas polícromas, retratan la belleza del alma, el esplendor del paraje o el instante peculiar del trajinar humano, y se traducen en asepsia contra el tedio y la ignorancia.

Dando prioridad a la variopinta creación de la pintura, volvemos al fenómeno social para recordar las tendencias pictóricas que cada artista hace propias e interpreta en ellas su sentir, de manera lúcida y trascendente.

Entonces, podemos inferir que el arte de la pintura no es algo exclusivo de los grandes maestros; es más bien un grito de vida, dando fuerza y vigor que a nuestro modo, todos llevamos en nuestro interior; es el patrimonio que ha impulsado a un gran sector social a manifestar su expresión artística en obras anónimas, indefinidas o aisladas porque al final de cuentas se busca inmortalizar en estilizadas escenas el instante peculiar que se capta en las formas idealistas que bullen en la mente del pintor, o que fueron descubiertas de forma singular en exclusivos parajes y eventos irrepetibles acaecidos en cualquier rincón del mundo, del firmamento y quizá del cosmos infinito.

Así, encontramos por doquier el mensaje de obras pictóricas en algunos lugares que han sido reservados para verlos debido a que por definición el arte es universal y no debería estar sesgado para “unos cuantos”. Es por esa razón que los impulsos naturales de quien plasma una idea se deben a la expansión del pensamiento no a su vejación como intentan algunos “burócratas dedicados a la organización del arte”. Es incluir filosofía práctica a la realidad y de ahí separarla de la fantasía y animación surrealista.  

Hay trabajos pintorescos que pretendieron perpetuar el mensaje de un riesgo focalizado en un paraje del mundo, hay estampas que posiblemente nos adviertan de un peligro o nos relaten el contexto de un contacto de la humanidad con otros seres, con entidades provenientes de otros rincones del universo.

Hay óleos que guardan el esplendor trágico u heroico de una teñida batalla; hay óleos que nos hablan del gozo y la gloria por el triunfo posterior a la epopeya; hay pinturas que parecen decirnos como fue el fragor de un bombardeo; hay cuadros que nos retratan el luto, el llanto, la turbulencia de una pena.

Pero también hay retratos que nos hablan de la degradación social, en los que se resaltan la gula, la avaricia y el desenfreno por los placeres, proyecciones lúgubres de un cuarto oscuro, o sanguinolentos como el horrendo retrato de seres masacrados por los esbirros que están al servicio de los tiranos.

Existen los cuadros que retrataron bucólicos paisajes en el verdor de selvas y bosques florecientes, o que parecen hablarnos de un éxtasis inmenso, capturado en la tarde taciturna ruborizada por los  bermejos destellos de un sol en el ocaso.

Son los frescos óleos, las escurridas acuarelas, los insólitos grabados, los fugaces acrílicos y un sinfín de tintas, la dimensión de trazos y pinceladas que se manifiestan como instrumentos de la comunicación humana para la expresión de miradas, ilusiones, deseos, placeres, visiones, recuerdos, reflejos, decepciones, protestas, solidaridad, soledad, beneplácito, y en fin, esperanza de la de poder forjar y consolidar el mundo de las voces que no se escuchan, pero que, como obras especiales del arte pictórico, expresan mensajes profundos y crispantes, de un contenido superior, a veces supremo, a lo que pudieran expresar mil o millones de palabras. 

La Pintura es un escenario dinámico de quien lo interpreta en cada contemplación. Además, en sus múltiples manifestaciones, es un deseo individual que intrínsecamente se vuelve colectivo. Es una apreciación intensa de un mundo real o irreal para ser trasformado  por el espectador que ignora o identifica la obra como suya. 

Ignacio González Cervantes

es escritor, en su carrera ha escrito TRES LIBROS, el más reciente "Cambio Organizacional" la penúltima una investigación "Recetario de Empresas Familiares exitosas". Así mismo, es articulista sobre temas de arte, tecnologías, cine, cultura, educación donde aporta su punto de vista desde hace 14 años. Es también productor de vino de mesa con su reciente etiqueta "Gosaarte". Actualmente es estudiante de la licenciatura en Psicología.

Ignacio González Cervantes

es escritor, en su carrera ha escrito TRES LIBROS, el más reciente "Cambio Organizacional" la penúltima una investigación "Recetario de Empresas Familiares exitosas". Así mismo, es articulista sobre temas de arte, tecnologías, cine, cultura, educación donde aporta su punto de vista desde hace 14 años. Es también productor de vino de mesa con su reciente etiqueta "Gosaarte". Actualmente es estudiante de la licenciatura en Psicología.

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